Este hogar en Costa Esmeralda enamora por su entorno y convence por el sinfín de detalles de una arquitectura creada para el descanso. De cara al verano, viajamos hasta allí para conocerlo.
Moira y Nano Greschek habían ido de vacaciones a la costa con sus tres hijos adolescentes. Amante de las motos, Nano le transmitió a su familia el gusto por surcar los médanos y acceder a playas vírgenes donde sólo reinan el viento y el sol. Costa Esmeralda, a 13 kilómetros de Pinamar, no era un secreto para él, un exitoso constructor siempre al tanto de las novedades de su rubro. Pero cuando lo visitaron por primera vez, el flechazo fue inmediato. Querían comodidad, bosque y mar: eligieron ‘Deportivo’, accesible desde la Ruta 11 (hay una decena de barrios con diferentes características dentro del emprendimiento) y construyeron la casa en un generoso lote rodeado de acacias.
El diseño y la ejecución estuvieron a cargo de la arquitecta Marisa Vichich, quien a través de su constructora Vitruvio Zappa ya realizó numerosas viviendas en Costa Esmeralda, incluida la suya. Su experiencia y minuciosidad previeron todo; espacios flexibles que permiten multiplicar la cantidad de huéspedes, un depósito semienterrado para motos y cuatris y hasta una pileta para las tardes ventosas, entre otros detalles, muchos de los cuales repasamos en esta nota.
“Además de esa fabulosa sensación de amplitud, la doble altura es luminosa, es fresca y permite tener galerías más altas”, señala Marisa, quien nos espera adentro. Es ella también la que nos cuenta que varios de los muebles de la casa fueron construidos por Vitruvio Zappa, como la consola de hierro y madera que vemos en la foto de abajo.
Entre dicha pieza y el hogar (Ñuque) se organiza el living, el cual se equipó con un sillón ‘Chesterfield’ en ecocuero con tachas (Esteve Quintana) y una mesa ratona de madera de demolición (Mercado de Pulgas de Dorrego).
Aunque la construcción es aislante, resultó imposible no incluir un hogar, debido especialmente a que los veraneantes adoran el ritual de juntar ramas y piñas del bosque para encenderlo. Pensando en los olores y las chispas, se sumó una tapa de hierro que preserva el ambiente.
Un pulgar para arriba es para la forma ingeniosa en la que se transformó la viga que sostiene la nave transversal en una arcada con placares vajilleros.
De frente al encantador conjunto se desprende el sector del comedor, donde se dispuso una mesa de pino tea reciclada con detalle de persiana en la tapa (Mercado de Pulgas de Dorrego), acompañada con bancos de madera y pantallas de mimbre natural (Mercado de Frutos).
Un elemento que nos encantó es la lámpara marroquí (Mercado de Pulgas de Dorrego) que se colocó sobre una alfombra camino ‘Etnica’ (Pampa) en la entrada principal. Al costado, un portón corredizo de madera con manijones de hierro envejecido permite independizar la zona del living, separándola del comedor.
Pasando a la cocina, nos encontramos con ambiente muy luminoso. Esto es así gracias a que se encuentra por encima de la altura de la calle, lo que permitió hacer una ventana que suma luz natural y amplitud sin perder privacidad. Otro agregado inteligente es la moldura superior que integra (aun más) el área. Allí está previsto que se puedan agregar alacenas. Por su parte, todos los estantes que vemos debajo se hicieron con el mismo remate.
Aquí, la mesada de madera patinada a imitación del piso tiene varias manos de hidrolaca, que preservan el material. En caso de que se marque, se lija y se vuelve a patinar. Sobre esto, Marisa aclara que: “La madera es un material que ‘trabaja’, a veces se hincha o se contrae; por eso siempre uso pintura al agua, que es más elástica y no se quiebra como el esmalte”.
Un detalle a emular lo podemos ver en una de las patas de la isla: se trata de un gancho galvanizado (ideal para el repasador), que el dueño incorporó no sólo acá, sino también en el resto de la casa. Además, en puertas y cajones se colocaron tiradores –todos diferentes– traídos por la dueña de un viaje (Anthropology).
Completan el espacio una cocina industrial (Morelli) y una campana de acero (TCH).
La habitación principal, ubicada en la planta baja, tiene una cama con cover estampado (Pottery Barn), mesas de luz de madera reciclada (Mercado de Frutos) y una imponente banqueta de cuero (Estevez Quintana). La siguiente imagen es de uno de los dos cuartos del primer piso. Como la casa tiene capacidad para alojar hasta 12 personas, todos cuentan con un lavatorio casi oculto detrás de la puerta para complementar los baños. En este hay una bacha de apoyo (Navarro Ache) y espejo con marco de madera reciclada (La Carreta).
Como no podía ser de otra manera, la casa aprovecha al máximo el contacto con la naturaleza. Pensada para envidiables mañanas y tardes de cara al bosque, la galería posterior con piso de pino tratado (Maderera de las Misiones) posee un precioso juego de living en madera (Vitruvio Zappa Constructora).
La vista de la propiedad muestra los techos de chapas acanaladas galvanizadas y el revestimiento ‘Siding Cedar’ (Eternit) con colocación vertical (Plastigas). Se hicieron cinco pruebas de color hasta dar con este gris azulado.
“Las playas vírgenes y el bosque fascinan. A la mayoría de las personas les pasa lo mismo: estaban de vacaciones en Cariló o en Pinamar, vinieron a conocer, y terminaron señando un lote”, recalca Marisa, mientras nos invita a dejar la propiedad e ir a recorrer el entorno.
Texto: Lucrecia Álvarez