
Enrique Malthov Mas inteligencia, menos represión
El secretario de Seguridad dice que teme menos a la pobreza como fuente de inseguridad que a las mafias organizadas. Para él, el remedio es la prevención
El secretario de Seguridad de la Nación, Enrique Mathov, es abogado y nació en Buenos Aires hace 51 años. Se inició en la política a los 11 años, en centros de estudiantes, pero a los 14 se afilió a la Unión Cívica Radical. Durante los años de la dictadura militar fue asesor de sindicatos (pero no de los camioneros, según aclara). Fue concejal en tres períodos, secretario de Educación de la municipalidad porteña, diputado nacional, secretario de Gobierno del nuevo Gobierno de la Ciudad y desde 1999 secretario de Seguridad Interior, de quien entre otros depende la seguridad de los espectáculos deportivos y la Policía Federal.
La entrevista se realizó en el despacho de Mathov, en el Barrio Norte, durante una tarde-noche de mayo, justo cuando los piqueteros bloqueaban una ruta salteña.
-Disculpe mi ignorancia, pero ¿en qué consiste ser secretario de Seguridad?
-En tratar de coordinar las tres fuerzas de seguridad y establecer una política...
-¿Puede precisar el concepto de seguridad?
-La definición más abarcativa es que se trata de lograr que la gente no sienta miedo.
-¿Lo logran? ¿A qué le tiene miedo la gente?
-A quedarse desocupada, a cruzar una calle y que se lo lleve un auto por delante, que la asalten con métodos violentos y que la lastimen. Hay, entonces, un concepto amplio de seguridad y otro más restringido, que algunos denominan seguridad policial. Fíjese que Defensa Civil -cuyo nombre moderno es Protección Civil- depende de esta secretaría y en rigor no tiene que ver con la seguridad policial.
-Y usted, frente a esta crisis en la seguridad ¿siente miedo por alguna situación cotidiana?
(Piensa y se queda en silencio.)
- Se lo presento en términos más concretos... Todas las noches, un travesti en bombacha y corpiño se pasea frente a su casa. ¿Qué hace?
-Si incurre en lo que considero que es exhibición obscena, lo denuncio.
-¿Qué es exhibición obscena?
-La Justicia ha determinado que exhibición obscena es mostrar los órganos genitales.Y que andar en público en bombacha y corpiño es una contravención. Es un tema difícil, complicado, lo suficientemente gris. Pero le digo algo: en la puerta de mi casa, sobre la avenida Santa Fe, no tengo travestis, pero sí pululan los taxi boys, que ejercen la prostitución masculina. En dos años nunca he tenido un solo problema. Llego, muestro la llave, se corren, entro y listo.
-Tal vez sepan que se trata del secretario de Seguridad...
-Probablemente sepan. Sí, sí, deben saber.
-¿Cuánto tiempo hace que no va a una seccional a hacer trámites, como simple ciudadano?
-En el último mes, con el jefe de Policía fuimos a cuatro seccionales sin avisar... Ahora, para hacer trámites, hace mucho.
-¿Encontraron todo bien?
-Más o menos.
-¿Cómo le cayeron las declaraciones del nuevo jefe de Policía en el sentido de que no le parecía criticable que los agentes pidieran pizzas de regalo?
-No me gustó... porque en realidad terminaría admitiendo que pueden pedir cualquier otra cosa. Y ésa podría ser una interpretación temible. Pero este mismo jefe mandó a procesar a policías sorprendidos cuando les pedían cosas a los camiones de carga y descarga que estacionaban en una zona de Barrio Norte.
-¿Qué le diría a un ciudadano que siente miedo de entrar en una seccional?
-Que vaya al Juzgado o a la Fiscalía...
-Pero digo a hacer un trámite.
-Ah, bueno, por eso decía que la democratización de la seguridad incluye mejorar las relaciones de la policía con los ciudadanos. En una ocasión promoví los Consejos de Prevención del Delito y la Violencia, para que los ciudadanos pudieran empezar a ocuparse de la seguridad, que la gente no piense que nada se puede cambiar. Y que si encima lo denuncia, terminarán tomando represalias en su contra.
-¿Lo robaron?
-Sí, una vez. Fue hace muchos años, en 1974. Eran años muy duros, por eso recuerdo que nos fuimos muy contentos de que no pasara más que eso. En otra ocasión, en 1989, asaltaron el estudio de abogacía de mi padre, en el que yo trabajaba.
-¿Usa armas?
-No ahora, pero usaría. En la calle voy con custodios, pero si tuviera que ir al campo con mis hijos llevaría un arma por si me tuviera que defender y proteger.
-¿Sabe usar armas?
-Sí.
-¿Usted estudió el tema seguridad?
-Sí, en 1993, cuando me convertí en diputado nacional. Me sumé en enero de 1994 a la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Actividades de los Organismos de Inteligencia Interior y Seguridad...
-Uf... quince palabras, en menos de lo que se piensa y pronuncia se puede producir un nuevo ataque a la seguridad...
-Sí, es cierto, se trata de un nombre un poco rimbombante. Antes de eso, desde 1983, toda mi actuación pública anterior fue en el área de la Educación. Estoy seguro de que temas como el de la inteligencia y de la seguridad son las dos herramientas que pueden mejorar o desmejorar un país democrático, a través de la prevención. Es mucho más útil una buena información que más hombres armados en la esquina de la casa. Cuanto más y mejor inteligencia tengamos, menos represión necesitaremos. Desde 1983 venimos pidiendo la creación de una fuerza que ya existe en otros países, la policía judicial. Cuando un juez tiene que mandar a reprimir, como ahora el caso del juez Medina, en Salta... Si contara con buena y mucha inteligencia él no tendría que mandar a reprimir.
-¿Sabe por qué antes le preguntaba si estudió? Porque quería saber si su presencia en un puesto como éste obedece a una inclinación personal o a un servicio a su partido.
-No lo veo como que yo le ofrezco un servicio, sino que mi partido me ofrece una posibilidad de abordar un tema importante para la democratización.
-Lo que quiero preguntarle es si cuando se lo ofrecieron, íntimamente se dijo que hubiera preferido otra cosa...
-No, me gusta, me gusta, lo quería. Le quiero aclarar algo. Los políticos, que somos intérpretes del pueblo, no necesariamente somos los expertos: nosotros diseñamos las políticas, elegimos los caminos por seguir, después vienen los técnicos y ponen en marcha el camino adoptado. Un secretario de Salud no necesariamente tiene que ser médico; sí, en cambio, tiene que saber exactamente qué quiere y necesita el pueblo en materia de salud. En mi caso es igual, debo convertirme en intérprete de lo que quiere el pueblo en materia de seguridad. Yo me dedico a esto porque creo interpretar qué quiere la gente. No se me ocurriría decirle a la policía cómo tiene que alcanzar los objetivos que le solicito. Si el patrullaje alrededor de la manzana debe hacerse cada 15 minutos o cada 15 horas es un tema técnico...
-¿Qué le pidió a la policía?
-Mejorar la capacitación de los policías, para que puedan tratar con la gente con respeto. Que estén preparados para saber qué hacer en muy diferentes circunstancias. Claro, es fácil decirlo, pero...
-La lucha por la seguridad en un país como el nuestro, ¿no se le hace tan infructuosa como la lucha contra las hormigas? Lo digo por una imagen que me viene a la cabeza: hoy será en la cancha de Excursionistas y mañana en una ruta de Salta.
-Y, un poco es así. Se sabe de la existencia de un tipo de asalto, de determinadas características, y cuando se adoptan medidas preventivas los delincuentes pasaron a otra modalidad. En materia de delitos siempre aparecen cosas nuevas. La Justicia va inevitablemente a la zaga. Con relación al corte de rutas, ése es un problema que avanza, porque en 1994 yo viajé a Tartagal, donde se había ido YPF y había dejado tierra arrasada. Hoy, seis años después, sigue sin haber trabajo sustitutivo. Allí hay desesperación por acumulación de pobreza, y es lógico. Entonces, cinco mil personas, por la fuerza, cortan la ruta y otras cinco mil quieren pasar y no pueden. No hay derecho a hambrear a las personas, pero tampoco a impedir que camiones o personas circulen.
-¿Qué sintió al ver por televisión la escena en que un policía la cortaba la campera a un manifestante del gremio de los camioneros?
-Una sensación de indignación y de impotencia. Había estado hasta antes de la madrugada siguiendo los acontecimientos en la Jefatura de Policía. Llegué a casa y a las 4 y 16 de la madrugada vi por Crónica TV esa escena, y me indigné. Lo llamé al jefe de Policía, que no estaba viendo, y le pedí que interviniera de inmediato. En tres minutos se nos vino encima todo lo que queremos cambiar de la policía.
-¿El nuestro es un país seguro o inseguro?
-No hay parámetros o porcentajes establecidos a partir de los cuales uno pueda decir dejamos atrás la seguridad, entramos a ser inseguros. Sí se pueden comparar centros urbanos con otros centros urbanos. Hay que ver si estamos hablando de países autoritarios o democráticos. Pero el criterio que más se aplica y el más efectivo es la sensación de la gente.
-¿Usted cree que la gente se siente insegura?
-Sí. La sensación de inseguridad fue en aumento en los últimos cuatro años en todas las encuestas realizadas en el país, hasta hoy, cuando la cifra ronda entre el 70 y el 80 por ciento.Y un 30 por ciento de la gente consultada y su entorno ha sido víctima de delitos. No es una cuestión antojadiza, no es una paranoia... Por eso, nosotros no debemos fijarnos tanto en el 30 por ciento de los que sufrieron delitos, sino en el 70 por ciento restante. Otra gran pregunta es si en todo esto la acción de los medios de comunicación influye sobre la sensación de inseguridad de la gente.
-No creerá, como tantos funcionarios, que la culpa de todo la tienen los medios...
-No digo eso. Se lo explico con un ejemplo. Los hechos de sangre están en un 15 a un 18 por ciento entre la categoría de delitos, pero la cobertura que le dan los medios alcanza a un 60 por ciento de las noticias policiales. Y la gente le tiene principalmente temor al daño físico.
-¿Cuál es el lugar más inseguro del mundo que usted haya conocido?
-Aunque me indisponga con algunos amigos, el país más inseguro que conocí es Colombia. Y eso que debe haber países más inseguros. En China, por ejemplo, si a alguien le pasa algo no me imagino cuál podrá ser el sistema jurídico que lo proteja. Los países más autoritarios hacen a sus habitantes más inseguros. ¿Qué es la inseguridad sino quedar al capricho de otros? Pero en la Argentina, en los dos últimos años, se ha puesto de moda traer a expertos extranjeros para que cuenten su experiencia. No niego la importancia de conocer esas experiencias, pero de allí a suponer que se pueden trasplantar hechos, eso es absurdo.
-¿Usted se refiere a conceptos como los de la tolerancia cero?
-Por ejemplo. Una cosa es decirlo en Nueva York y otra cosa es decirlo en cualquier ciudad latinoamericana, donde es equivalente a la ley de la selva. Aquí deberíamos hablar de severidad o cumplimiento de la ley. Muchos suponen que en una democracia no debe existir el orden, que cualquier clase de orden es autoritaria. Pero yo creo todo lo contrario. ¿Recuperar el orden es democrático o antidemocrático?
-Usted, ¿que cree?
-Que es muy democrático.
-Todo eso que se supone de la policía, ¿es cierto?
-Hace tres semanas el jefe de la Policía descubrió a un grupo de policías que en el barrio de Barracas extorsionaba a un comerciante. Y si existía este grupo pueden existir otros. Por eso, se está reestructurando profundamente la policía.
-La vida de un político al que le toca un área sensible como ésta, ¿pasa a ser registrada en su totalidad por micrófonos ocultos o eso es un mito?
-Cincuenta por ciento y cincuenta por ciento.
-Qué tranquilizante que lo tenga tan bien calculado...
-Por elementales razones de seguridad.
-De estas tres cosas que le menciono dígame cuál le preocupa que avance más en nuestra sociedad: ¿la mafia, la cartelización o la pobreza?
-Lo primero y lo segundo son lo mismo. Cartelización es amafiamiento de empresas no legales. Puede ser mafia del narcotráfico o mafia para imponer ciertas condiciones del mercado. La verdad que a lo que más les temo es a las mafias de alto nivel. Y, específicamente, les temo a los autores intelectuales, los que hacen posibles las estructuras económicas, los que disfrazados de organizados son en realidad temibles. La pobreza existió desde siempre, sabemos cómo combatirla. Es a lo otro a lo que realmente le temo.
Malthov fichado
La noche de la consagración de la fórmula Ibarra-Felgueras, en el Coliseo había, entre otras, una enorme bandera rojiblanca que llevaba su nombre. Identificaba a este puntero radical de la sección 14ª , la zona del Obelisco, seguido, según calcula, por mil personas y ganador desde 1983 de todas las internas realizadas. "Es un barrio con muchos claroscuros; la gente lo identifica con los teatros, los cines y los restaurantes, pero entre Rivadavia y Corrientes y entre la 9 de Julio y Callao quien mire hacia arriba y suponga que lo que está viendo son hoteles, en realidad está mirando conventillos", explica.
Es el hijo de Arturo Mathov, también abogado y dirigente radical del barrio de Barracas y se lo considera perteneciente al riñón del delarruismo. Acontecimientos recientes lo tuvieron a maltraer y, en algún sentido, su jefe, el ministro del Interior, Federico Storani; el juez Gabriel Cavallo y Aníbal Ibarra le endilgaron responsabilidad en episodios como los de los piqueteros.
- Figura política que admira: Abraham Lincoln.
- Hobby: ajedrez.
- Película inolvidable: dos, Atlantic City y La conversación.
- Libro que lo marcó: Todos los hombres son mortales, de Simone de Beauvoir.
- Para un atracón gastronómico: lenguado a la parrilla.
- Frase de cabecera: "La democracia no es vocación de suicidio ni estado de indefensión".
- Hincha de: River y Huracán.
- Estado civil: casado. Dos hijos propios (Nicolás, de 17 años, y Tamara, de 10) y tres sobrinos, hijos de una hermana y su marido ya fallecidos, que están a su cargo: Bernardo (25), Julieta (24) e Ignacio (21).