Buscó refugio donde pudo y encontró la atención que precisaba.
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Fue una tarde cualquiera, como tantas otras, cuando se dirigió al lavadero para buscar la ropa sucia y ponerla en el lavarropas. Sin embargo, aunque estaba distraída en la rutina de llenar canastos, hubo algo que llamó su atención debajo de una manta azul. Con cuidado, levantó un poco de la tela y encontró dos grandes ojos marrones que fijaron su mirada en ella. Supo entonces que tenía que hacer algo.
Fue grande la sorpresa cuando supo que el visitante que había encontrado refugio en la ropa era nada más y nada menos que un wombat, un marsupial herbívoro australianos que vive bajo tierra en extensas madrigueras. Su apariencia es la de un oso en miniatura que ronda entre los 20 y 35 kilogramos, de patas relativamente cortas en proporción a su cuerpo y muy musculados.
Regreso triunfal
De inmediato, la mujer se puso en contacto con Yolandi Vermaak, presidenta y fundadora de Wombat Rescue, una organización sin fines de lucro que protege, rehabilita y rescata a wombats en los alrededores de Nueva Gales del Sur. Sin embargo, cuando llegó Vermaak, el wombat ya se había ido. Pronto regresó. Esta vez, Vermaak atrapó al animal en su manta favorita. Al principio, a Vermaak le preocupaba que el rescate estresara demasiado al marsupial ya que parecía feliz donde estaba. “Ella no se iba a escapar. En absoluto”, escribió Vermaak en una publicación de Facebook. “Estaba cómoda en esa manta azul y no se rendía”.
Pero ¿qué había sucedido para que el animal buscara refugio en unas mantas? Vermaak determinó que una gran tormenta hizo que la madriguera del wombat se inundara, lo que la llevó a buscar refugio en la ropa cómoda y seca. Vermaak le preguntó a la mujer si podía dejar que el wombat se quedara unos días mientras su madriguera se secaba, y la mujer estuvo feliz de ayudar.
“La mujer agregó un colchón viejo en el lugar y también tomó una manta y la colgó con la intención de formar una pequeña cueva. Su idea era darle un poco de seguridad al wombat. Al animal le encantó esto y durmió en esa suerte de cucha improvisada durante unos días”.
Durante la estadía improvisada, Vermaak aprovechó para tratar al wombat por sarna. “No gruñó ni corrió”, dijo Vermaak. “Simplemente se acostó allí y me dejó tratarla”. Con años de experiencia en rescates, Vermaak está convencida de que cuando un wombat se acerca a zonas habitadas por humanos es porque está en problemas. Generalmente esto suele ser por una madriguera comprometida o una enfermedad, porque de otra manera no interactúan con el hombre. “Cuando entran en cobertizos o debajo de los porches es porque, de alguna manera, están pidiendo ayuda”.
Con una madriguera seca a la que regresar y un pelaje libre de sarna, la hembra wombat seguramente se siente agradecida por todas las personas que la ayudaron. Y si alguna vez vuelve a encontrar su madriguera inundada, sabe que hay una manta cálida y segura cerca donde refugiarse.
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