Antoinette Chanel acompañó el crecimiento de su hermana desde el orfanato hasta la consagración en el mundo de la alta costura; llegó en Buenos Aires persiguiendo a un amor y tuvo una muerte llena de intrigas
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Para lograr el éxito y poder codearse personas influyentes de la alta sociedad, Coco Chanel entendió el poder del “qué dirán”. Celosa de un pasado que la atormentaba, creó una mística sobre origen. Inventó sucesos que jamás ocurrieron y ocultó detalles dolorosos de su infancia: los días en el orfanato, el abandono de su padre y la relación con sus dos hermanos varones, a quienes dejó de ver cuando eran chicos. Sin embargo, entre otras omisiones, Gabrielle Bonheur -tal era su verdadero nombre- tampoco dio crédito a la persona que la ayudó a crear su imperio: jamás mencionó el aporte que hizo Antoinette Chanel en el comienzo de la maison. Después de la trágica muerte de su hermana menor en Buenos Aires, ni siquiera volvió a pronunciar su nombre.
Las hermanas Chanel
Jeanne Devolle, murió en 1885, con solo 31 años. Trabajaba como lavandera. Albert Chanel, viajante de comercio, quedó viudo con cinco hijos. Eran tres mujeres, Julia-Berthe, Gabrielle Bonheur y Antoinette, y dos varones, Alphonse y Lucien. El tercer varón, Agustín, no sobrevivió al parto.
Albert Chanel pronto comprendió que no podría hacerse cargo de sus hijos. Envió a los varones a trabajar en una granja y abandonó a las mujeres en el orfanato de la Abadía de Aubazine. Las dos ramas crecieron por separado, sin contacto. Las chicas se formaron como pupilas y, con mucho rigor, les enseñaron a coser y bordar a mano.
Al cumplir los 18, Gabrielle Bonheur fue enviada al internado religioso de la ciudad de Moulins, donde profundizó sus conocimientos en el arte de la costura. Al mismo tiempo, ganó su primer dinero como cantante en el cabaret La Rotonde. Allí adoptó su nombre definitivo: Coco Chanel.
La fascinante vida de la diseñadora más influyente del siglo XX inspiró todo tipo de biografías. Hay una historia oficial, “Descubriendo a Coco”, que la escritora Edmonde Charles-Roux publicó tres años después de la muerte de Chanel. Es la versión que mademoiselle se encargó de compartir. Después se editaron otras semblanzas, más cercanas a la realidad, donde se ponen sobre la mesa los nombres de sus amantes, su relación con el nazismo, la guerra con los hermanos Wertheimer por los derechos del perfume N°5, su enemistad manifiesta con Elsa Schiaparelli...
La relación entre Coco Chanel y sus hermanas también atrajo la atención de los historiadores. La británica Judith Little escribió “Las hermanas Chanel”, donde puso foco especialmente en la historia de Antoinette. “Fue una forma de revelar un lado más íntimo y honesto de la modista, al que sólo su hermana menor hubiera tenido acceso”, dijo.
Antoinette, pilar y confidente
Cuando Coco Chanel abrió su primera boutique de sombreros en París, “apadrinada” por su amante Etienne Balsan, convocó a su hermana menor. Antoinette, la única persona en su círculo íntimo que conocía su pasado, se convirtió en su pilar y confidente. También fue una de sus primeras modelos. El encanto y las buenas maneras de su hermana menor, le permitieron a Coco avanzar en el mundo de los negocios. En los libros contables de Chanel de 1910, Antoinette figura como “vendedora”. Fue con su colaboración y el dinero de otro amante, el aristócrata Arthur “Boy” Capel, que Coco logró abrió su segunda tienda en Deauville, en 1913.
“Antoinette era una adelantada a su tiempo como empresaria y emprendedora. Atendía a los clientes de la más alta sociedad con encanto y perspicacia”, escribió Judith Little. “Ella estuvo al lado de Coco en el orfanato del convento y después, ambas lucharon por salir de la pobreza y encontrar un lugar para ellos en el mundo. Juntas, ella y Coco abrieron la primera boutique de Chanel en París, la segunda en Deauville y la tercera y más exitosa en Biarritz. Antoinette dirigió esa boutique y fue la primera en vender alta costura, mientras Coco se quedó en París”, detalló la autora.
Fue, precisamente, con las ventas de alta costura que Coco Chanel comenzó a saldar sus deudas.
El destino de las hermanas Chanel
A través de los años, distintos biógrafos de Coco Chanel siguieron la pista de sus hermanas. Sobre la mayor, Julia-Berthe Chanel, hay pocas certezas. Se sabe que murió en 1912, a los 30 años. La historia oficial y su acta de defunción dicen que fue víctima de la tuberculosis. Sin embargo, la escritora Lisa Chaney, autora del best seller “Coco Chanel, an intimate life”, apunta a que se habría suicidado. Fue madre soltera y su hijo, André Palasse, resultó el único vínculo sanguíneo que la diseñadora mantuvo durante toda su vida: lo cuidó como a un hijo y lo convirtió en el gran beneficiado de su herencia. Tan cercana fue su relación que inspiró una nueva teoría: ¿eran realmente tía y sobrino o... madre e hijo?
El rastro de Antoinette Chanel, la menor de las hermanas, se vuelve difuso a partir de 1919, cuando dejó de trabajar en la tienda de Biarritz y se casó con Oscar Fleming, un piloto canadiense que sirvió en la Royal Air Force durante la Primera Guerra Mundial. El aristócrata Arthur “Boy” Capel, el gran amor de Coco Chanel, firmó el acta de casamiento como testigo. Los novios pasaron su noche de bodas en el château de la diseñadora en Biarritz.
Recién casados, Antoinette y Oscar se radicaron en Canadá. Durante un tiempo, las hermanas Chanel mantuvieron el vínculo a través del correo. En “La guerra secreta de Coco Chanel”, el escritor Hal Vaughan asegura: “En una carta desde Canadá, su hermana pequeña volcaba la agria tristeza de su matrimonio fracasado con un atractivo oficial canadiense. Aquel hombre había llevado a Antoinette desde Francia hasta una vida desgraciada en el interior de Ontario (...) Adorada por Chanel, la encantadora y frágil Antoinette había ayudado a su hermana a poner en marcha sus boutiques. En aquel momento le pedía dinero para volver a París. A pesar de la evidente infelicidad de Antoinette, Chanel insistió en que su hermana no rompiera su matrimonio”.
Aburrida de esa vida rural y defraudada por la falta de apoyo que recibió de su hermana, Antoinette decidió escapar: dejó a su marido y, según escribió Vaughan, “se fugó con un joven y apuesto argentino que Coco Chanel había conocido en París, un amigo que la pareja recibió en su hogar canadiense”. No se sabe, con precisión, cuándo Antoinette y su amante aterrizaron en Argentina.
Un trágico final en Buenos Aires
Así como Coco Chanel vivía en el Ritz Carlton de París, su hermana Antoinette decidió alojarse en el Hotel Majestic, el más caro de Buenos Aires. Ubicado en la intersección de Avenida de Mayo y Santiago del Estero, con sus 150 habitaciones, “el Majestic” era un símbolo de lujo y esplendor. Con pisos de roble de Eslavonia, mármoles, esculturas de bronce e importantes vitraux, albergaba a huéspedes como Le Corbusier o la aviadora francesa Adrienne Bolland.
No hay registros de su estadía en el país. Nadie sabe qué hizo, a quiénes visitó. En 1922, la muerte la sorprendió en su habitación de Hotel Majestic. Tenía 33 años. En el certificado de defunción quedó registrada como “Antonieta Chanel de Fleming”. La causa oficial de su muerte es “intoxicación”, aunque Little y otros historiadores aseguran que Antoinette se suicidó “con una sobredosis de drogas”.
Después de la tragedia, Coco Chanel no volvió a mencionar el nombre de su hermana menor. Durante años erradicó los vestidos de novia de sus desfiles, un acto que muchos interpretaron como único reflejo de su luto.
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