Está en el valle del Loire, cerca de París y se trata de una antigua propiedad que una mujer visionaria puso en valor.
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Paloma Martin nació en medio del campo argentino. Pueblo pequeño, familia grande. A esta niña muy cuidada en su infancia, apenas estrenada la juventud, le llegó un caballero soñado. Algo mayor, pero con todo lo esperado por entonces para ella. Dueño de campo cerca de su pueblo, hacendado de tradición, elegante, amable, reservado. Lo que la familia bendecía, sucedió como imaginaban.
El casamiento fue de sueño, no así el matrimonio. La experiencia tempranera del sueño de princesa se vio ensombrecido por la ruralidad en solitario. Paloma percibió que aquello de que su esposo anduviera por las cosechas gran parte de la semana lejos de casa no era lo suyo.
El vínculo duró un tiempo porque el debate entre aquel sueño y su realidad tironeaba. Cuando decidió separarse se volvió ciudadana del mundo. Comenzó manejando su auto sin destino, hasta que irse fuera de Argentina fue una opción que llenaba su curiosidad. Recolectó artículos de todo tipo y soñó con montar un hotel de película. Si en lugar de una maison du chocolat Binoche hubiera elegido un hotel, hubiera creado Le Châtre, en un rincón de Francia que atrajo a Chopin y a George Sand, justo el sueño al que dio vida Paloma.
Un libro revelador y un castillo por descubrir
“El caballero de la armadura oxidada me depositó mágicamente en los muros de piedra de esta pequeña ciudad que fue incendiada en 1152 por Louis VII”, cuenta Paloma.
Talleres donde se curten y trabajan las pieles y molinos forman aún parte de su encanto. Allí transitan el espíritu fabuloso de Litz. Se siente que el paso del tiempo se detuvo a los pies, en los ojos, cada campanada de la magnifica iglesia desata el vuelo de la imaginación siglos atrás. “Es entonces -sigue Paloma- cuando ves campesinos, caballeros, escritores y músicos invadiéndote el alma y sentís que en otra vida estabas en alguna cocina entre ollas de cobre, danzando entre tazas de té y teteras de porcelana”.
Le Châtre se conforma a principios de la Edad Media como un primer túmulo feudal. Crece rápidamente de la base de la colina. El río Indre y sus afluentes se convierten en el pulmón económico y verde de la ciudad medieval, que a poco de erigirse queda protegida tras los gruesos muros de un recinto fortificado. A lo largo de los siglos, las calles estrechas y sinuosas del casco antiguo se volvieron demasiado angostas para el movimiento de personas y mercancías. Los gustos y las costumbres evolucionaron después de la Revolución Francesa y Le Châtre rompió su fortaleza de piedra para adquirir una urbanización más moderna, rectilínea y razonada. Aparecen las primeras plazas, paseos y avenidas ahora sembradas de tilos y plátanos.
Un hotel en un lugar con charme
Andaba la inquieta hija del campo argentino de paseo por la región y allí apareció el lugar perfecto. No venía con la decisión tomada, pero el sueño del hotel había sido una presencia desde niña. Encantadora de objetos personales que recolectaba por el mundo y con una casa repleta, supuso que ningún sitio sería mejor para lucir sus tesoros que un pequeño palacio donde volcar su alma de diseñadora y de buena anfitriona. A la par, ama la gastronomía. En ella se introdujo como aficionada, pero alcanzó estándar de chef. Todas las herramientas reunidas le permitían aspirar a convertirse en una dama capaz de llevar adelante la locura de un hotel en uno de los sitios con más charme del mundo.
“Para mi un hotel debe tener alma que a su vez contengan a tras lejanas para sostener la magia, una historia, un picaporte con huellas de cientos de personas que atravesaron las puertas, el ruido de las ventanas buscando el sol, y presencia aclarándolo todo”.
Según Paloma, cuando llegó a Le Châtre, se enamoró del pueblo. En el casco de ese sitio la conmovió una casona con un enorme parque, porque, según indica, la maison tiene el espíritu histórico y los sueños de los que la habitaron. “¿Que seríamos sin historia? -se pregunta- ¿Una hoja blanca que nadie se atrevería a escribir?” Enamorada del espacio, se aventuró con la compra del lugar y se instaló para darle nueva vida. Puso su mano en cada uno de los muros, despejó las opacidades de los vidrios en las ventanas e imprimió en cada cuarto su estilo.
“Estoy en la etapa de sentarme en los escalones mientras espero impaciente que broten las semillas de las primeras plantas de la huerta que hicimos en memoria de la tierra y de las manos que pasaron por ella”. Su relato se interrumpe nuevamente por las campanas repicando. Cuando se detienen, Paloma continúa, como otorgando el permiso de hacerse de algo del alma del lugar. “Estoy sentada esperando a mis huéspedes, son músicos y eso me alegra, tienen alma de violines y pianos. Les he preparado chocolates y flores”, explica. Los de la siguiente semana son hombres de letras y más allá un par dedicados al arte.
“Estoy aún en construcción -afirma-. Encontrándome con el pueblo, agradezco a la vida y abro las puertas para que comiencen a llegar viajeros que traerán y dejarán su historia en las salas, sus sueños en las almohadas y alimentarán el alma del proyecto, pero aún estoy definiendo la casa, dándole identidad a las habitaciones y jugando con los espacios. Quiero ganar experiencias en el jardín. Ya montamos la propuesta picnic, también un anochecer con buenas copas. Pero el sitio da para crear muchas alternativas para encontrarte con vos y con el lugar”.
Una ciudad con patrimonio
La ciudad de Le Châtre conserva el patrimonio arquitectónico, el antiguo donjon, las curtidurías, el puente medieval. Chambres d´hotes Maison Harmonie, que así se llama la obra de Paloma, se encuentra ubicada al lado de la iglesia, en el corazón del distrito histórico de la ciudad, una zona muy tranquila, cerca de servicios, tiendas, escaparates gastronómicos y bares con las sillas dispuestas “a la francesa”: para ver pasar a los tanseúntes como en una pasarella de alta costura. Completamente restaurado respetando el estilo y la arquitectura, pero con todas las comodidades modernas.
“Antiguamente llamado “hotel particulier” esta fantástica maison con raíces en el corazón del barrio histórico de la ciudad, pero a la vez, en una zona muy tranquila, rodeada de museos, pastelerías y chocolaterías, apenas a 200 metros de distancia del mercado semanal que ofrece productos regionales de calidad”, relata Paloma. Originalmente la casa que eligió la argentina había sido diseñada por sus propietarios, uno arquitecto y el otro historiador del arte, lo que permitió ofrecerle una combinación de antigüedades, objetos de arte y diseño moderno.
La casa ha sido completamente restaurada respetando el estilo y la arquitectura original, pero con todas las comodidades modernas. “El edificio antiguo anexo de la iglesia nos permitió encontrar todavía frente a ella restos de la Edad Media. En el siglo XVII, la estructura fue rehecha, y fue entonces cuando encontró su forma actual. En el siglo XIX, se añadió una torre, así como las dependencias. Cuando tomé a cargo su puesta en valor, logramos que finalmente fuera restaurado a su gloria original”.
Cuenta con un gran jardín privado, alejado de los ojos de los transeúntes, muy soleado y tranquilo, con diferentes zonas exteriores como una hermosa terraza con barbacoa, perfecta para reuniones familiares y sociales. El lugar ofrece una hermosa gama de paseos naturales por el río y el patrimonio cultural, (antiguas mansiones, casa de carácter y calles medievales).
El museo George Sand y el del valle Negro está a escasas cuadras de la casa. Paloma puso los ojos en una maison que refleja el propio palacio del siglo XVIII de Sand, que alberga recuerdos, retratos, manuscritos, cartas autógrafas y ediciones originales de la famosa novelista. Allí también se encuentra un conjunto de pinturas y dibujos de la escuela de Crozant-Gargilesse.
En el chateaux D´Ars, también dentro de la comarca, se realiza el salón de lutherie todos los años. Un festival antiquísimo de música, instrumentos y baile. La Maison Harmonie de Paloma, con su localización céntrica en La Châtre, región de Berry es perfecta para visitar varios lugares de interés cultural y natural en la región de Centre-Val de Loire: castillos, abadías, pueblos pintorescos, pueblos y bosques. Un precioso complejo que combina cultura, naturaleza y autenticidad. Dos actividades son un cásico: el Festival de Chopin en Nohant y La Grange aux Pianos en Chassignolles.
La región es el Val de la Loire, donde se encuentran muchísimos castillos y chateaux para visitar, es una zona rural de Francia accesible desde París: a apenas dos horas en tren. “Estoy intentando convertirnos en una escapada perfecta para conocer la tierra adentro de Francia, sin tener que alejarte demasiado de la ciudad”, concluye Paloma, cuyos desafíos hoy están en su presencia digital y la atracción de los viajeros fuera de los habitués. En tanto, sigue, como un pintor, dando pinceladas para dejar un sello personal en cada rincón de su Maison Harmonie.
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