La reforma de un asentamiento primitivo en la frontera del mundo marca, cien años después, otro hito en la saga de cinco generaciones.
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En los confines de la Patagonia continental, Morro Chico fue fundada por un inmigrante escocés que llegó a las Islas Malvinas a fines del siglo XIX y desde allí, como tantos otros, pasó al continente a través de la ciudad chilena de Punta Arenas. Hoy, los descendientes de la quinta generación de aquel colono contemplan satisfechos el resultado de su propia epopeya: completar y renovar las instalaciones de su estancia.
Tan ambicioso desafío fue llevado adelante por el prestigioso estudio RDR Arquitectos, con sede en Lausana y en Buenos Aires, cuya pata local se ocupó mayoritariamente del desarrollo. Los objetivos eran múltiples: preservar el patrimonio natural construyendo de manera sostenible, perfeccionar la producción de lana y carne y mejorar la calidad de vida de los que allí viven y trabajan. Y así lo hicieron, proyectaron y edificaron un galpón de esquila modelo, un galpón para máquinas y depósito, un pabellón para vivienda del personal y también una nueva casa para la familia. Esta última es la que recorremos en un viaje donde la arquitectura literalmente es parte del paisaje.
"La torre hace referencia a las estancias pampeanas, en las que siempre hay un mirador que sirve tanto para tener una perspectiva del campo como para encontrar el casco."
Estudio RDR Arquitectos, responsables del proyecto integral
Paisaje adentro: el casco central
Abrazo simbólico y metáfora de la extensión de la patria, la madera de Eucalyptus grandis llegó desde el Litoral para abrigar estas paredes y techos en la inmensidad del Sur.
La distancia geográfica y la hostilidad del clima impusieron en las estancias de la zona el uso de conceptos prefabricados e industrializados. Alineada en esa tradición, Morro Chico se hizo con un sistema constructivo en seco.
Actividades bien divididas
Sede de grandes reuniones familiares, el quincho está ubicado en un segundo volumen proyectado para preservar el patio de los legendarios vientos patagónicos.
"La casa se ubicó alejada de otras construcciones para lograr las mejores vistas; eso implicó también la necesidad de que su propia arquitectura la protegiera del viento."
Estudio RDR Arquitectos, responsable del proyecto integral
La propiedad se cierra hacia el sur y el oeste, de donde vienen los vientos predominantes, para abrirse al sol del este.
Dormir rodeado de madera
Como un cofre, la casa abre sus texturas de luz y madera marcando un súbito contraste con la aspereza exterior.
Un mismo propósito equipara la epopeya moderna a la de aquellos pioneros de hace un siglo: crear atmósferas tan acogedoras como para compensar la geografía más extrema.
Los materiales fueron elegidos bajo la premisa de mantener una paleta similar al paisaje, y buscando también que su apariencia reflejara un envejecimiento natural.
El Estudio RDR asumió el proyecto de forma integral, desde su masterplan hasta la elección del amoblamiento, la vajilla y la blanquería.
"Trabajar en un proyecto de esta envergadura, en un lugar así, con tanta exigencia y tanto nivel de calidad y de detalle es algo que se te da una vez en la vida, una experiencia inolvidable."
Ing. Matías Barbosa, de la empresa constructora Enobra SA
Los bosques de ñires hicieron de la leña la forma de calefacción más extendida en la zona; sin embargo, el proyecto desarrollado por RDR Arquitectos buscó hacer un uso más eficiente de ese recurso y optó por dispersar el calor a través de losa radiante. La complementaron con paneles solares, turbinas eólicas y una caldera que funciona con gas envasado en lugar de carbón.
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