Fue el epicentro de la noche marplatense y este 2022 iba a cumplir 50 años
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MAR DEL PLATA.- El taxista frena en la esquina de Avenida Constitución y Carballo, mira con complicidad ante la presencia de los medios que se acercaron al lugar y tras un primer comentario cargado de nostalgia enumera, con apoyo de los dedos de la mano izquierda que levanta uno tras otro a medida que suma nombres: “Charly García, Soda Stéreo, Los Ratones Paranoicos, Sabina, Maradoooona… a todos los vi acá, a todos”, detalla sobre el desfile de enormes personajes que se vivió durante casi cinco décadas en la discoteca Sobremonte, templo de la nocturnidad marplatense que cobijó miles de historias de amor y desencuentros, de música y alcohol, y que tras su cierre -hace poco más de tres años- afronta ahora los inicios del desmantelamiento de sus instalaciones.
El adiós definitivo a aquel Sobremonte
La obra emprendida trae novedades de cal y de arena. El adiós definitivo a aquel Sobremonte, que tuvo su última noche de consolas y bailes allá por mediados de 2019, llega acompañado de un proyecto que a simple vista era el simple emplazamiento de una estación de servicio, pero en realidad la propuesta es mucho más ambiciosa: abrirán un gran paseo comercial de más de 4000 m2 que –aquí la buena nueva para los nostálgicos- buscará mantener toda referencia posible que pueda sobrevivir de aquel boliche, quizás el de mayor categoría en la ciudad e incluso en toda la costa atlántica durante los últimos tiempos.
“La cúpula de cristal, la pileta de El Divino, y si se puede también los pisos, todo aquello que nos recuerde a Sobremonte intentará ser mantenido, restaurado y exhibido o integrado al lugar porque fue un ícono de la noche marplatense”, explicaron a LA NACION responsables de esta inversión que se puso en marcha a fines del año pasado con la compra de esta media manzana que, casi en situación de abandono, padeció durante los últimos tiempos varios robos y algunos destrozos de su estructura original.
La “Avenida del Ruido” de los 70
Sobremonte comenzó a funcionar a mediados de 1972 en la esquina de Constitución y Torres de Vera y Aragón, en una construcción de estilo colonial con un parque pequeño y una capacidad que no superaba el medio millar de personas. La disco se integraba a lo que entonces, y por casi tres décadas, se conoció como la “Avenida del Ruido”, donde se concentraban la mayoría de las principales discotecas de la ciudad: Enterprise, El Castillo, Sunset y Matokos. Luego se sumarían otras como Chocolate, House, Aloha y también GAP, la única que sobrevive, convertida hace tiempo en escenario de recitales y eventos.
Sobremonte, con su reducido parque y un aljibe emblemático, se expandió poco a poco y a mediados de la década del 90 ganó terreno sobre el sector donde funcionaba El Establo, un auto-bar. Y poco después alcanzó su superficie actual, con todo el frente de Constitución hasta la esquina con Carballo, plan que incluyó la inauguración del espacio VIP conocido como El Divino. Luego vendrían otros sectores: Velvet con su pirámide de cristal y mucha música electrónica, la gastronomía a la calle con el restaurante de sabores mexicanos Coyote y hasta una parrilla, también puertas adentro del complejo. En cada noche de verano pasaban por el lugar hasta 8000 personas.
En plena temporada, a esas pistas y en particular a sus rincones más exclusivos, con mucho personal de seguridad y decenas de paparazzis alrededor, asistían artistas y deportistas. Allí se descubrieron e inventaron cientos de romances entre famosos, llamados a ser tapas de revistas y dar que hablar durante veranos completos a los programas de televisión dedicados a la farándula.
El cierre que llegó en 2019
Eduardo Aracil, cara visible entre los propietarios del lugar, anunció el cierre definitivo a comienzos de 2019. Argumentó costos de servicios que consideraba imposibles de afrontar, aunque el desgaste habría comenzado en 2014 con una causa por evasión tributaria que puso a la firma titular en una situación de apremios, según confiaron fuentes judiciales. El empresario llegó a denunciar que fue un pase de facturas de una interna del kirchnerismo (apunta a Ricardo Echegaray, ex titular de AFIP) porque lo relacionaban con el ex vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, que en su juventud llegó a ser disc jockey del lugar.
De aquella discoteca que traía a los mejores DJ´s del mundo solo quedan ruinas. Tras el cese de actividades, luego de un recital de la banda de cumbia Damas Gratis, llegó el turno de intentos de usurpación y, sobre todo, robo hormiga. El lugar lucía abandonado y fue blanco de delincuentes. Algunos de esos delitos quedaron registrados, hasta que se llevaron las propias cámaras de seguridad.
Lo que ahora se presentó como demolición es, en realidad, el inicio de una limpieza profunda de las instalaciones interiores del lugar. Los contenedores instalados sobre calles laterales desbordan de paneles de aislamiento sonoro, restos de barras, carteles publicitarios de bebidas, restos de sanitarios destrozados, cristales rotos y todo lo que quedó como producto de casi tres años de desidia y daños.
Un proyecto que apela a la nostalgia
El proyecto que se evalúa, y que se terminará de definir cuando se pueda conocer con mayor precisión cuál es el estado de la estructura base que sostenía la construcción, es la habilitación de un gran paseo comercial. Según pudo conocer LA NACION, se instalará una pequeña estación de servicio, con no más de tres surtidores, y el resto del espacio sería aprovechado para abrir una hamburguesería y otros rubros comerciales que se repartirán en dependencias de la actual construcción y contenedores marítimos acondicionados como puestos de expendio.
También se planifica aprovechar la amplia superficie descubierta, la que se destacó siempre por sus palmeras, las que hasta no hace mucho rodeaban la única y enorme pista de baile para cada “Fiesta de los Colores”, un clásico durante los últimos tiempos de gloria de la discoteca . “La idea es mantener la mística del lugar, aprovechar todo lo que tenga, que vayas de paseo y compras dentro de la misma estructura que fue Sobremonte”, confirmaron a LA NACION. “El 80% del boliche queda en pie y seguro avivará muchos recuerdos en quienes anduvieron alguna vez por ahí”, anticiparon.
La novedad de cambio de dueños de la propiedad, conocida sin tantos detalles a fines del año pasado, ganó pronta aprobación de los vecinos de un barrio que está cada vez más nutrido y que, en las inmediaciones de este local bailable, vivía tiempos de hastío no solo por el movimiento propio de asistentes a la discoteca sino también por algunos incidentes que se solían repetir durante las madrugadas. Durante las últimas épocas funcionaba también más temprano, debido a las matinés que convocaban a adolescentes y finalizaban antes de medianoche. Cada tanto con riñas y algunos disturbios que incomodaban a los residentes y comerciantes próximos.
Este proyecto, encarado por empresarios de la ciudad, acompaña la transformación global que ha tenido la Avenida Constitución durante estos últimos años, desde la costa hasta su intersección con la Ruta 2. Sumó la presencia de sucursales de las principales firmas de gastronomía e indumentaria que tienen presencia en la zona céntrica, bancos, oficinas de organismos públicos, espacios de entretenimiento y consultorios médicos. Se convirtió, en muy poco tiempo, en un literal shopping a cielo abierto.
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