La casa que diseñaron las arquitectas Natali y Geraldine Picayo, dueñas de Lacroze Studio, estaba destinada a ser un lugar con luz en cada rincón, tanto espacial como personal. Hacía muchos años que sus padres querían salir de la ciudad para vivir rodeados de naturaleza. Recorrieron desde San Isidro hasta Tigre para encontrar el lote ideal, hasta que llegaron a este, en Nordelta.
La vista abierta nos impactó y, aunque la orientación al sudoeste no era la mejor, estábamos seguras que teníamos las herramientas suficientes para resolverla
Con el proyecto armado y a punto de comenzar a construir, la vida impuso uno de sus golpes más fuertes: su padre no pudo llegar a ver el inicio de la obra. "En ese momento dudamos en continuar, pero luego entendimos que teníamos que rediseñarla y adaptarla a la nueva etapa que comenzaba". Así se gestó esta casa de mujeres, neta pero cálida. "Una casa alegre, que nos cobija, siempre con las puertas abiertas para recibir a los afectos que nos acompañan".
"Nos parecía súper interesante que el ingreso a la casa fuera a través de una puerta totalmente ciega, que generara expectativa y, una vez abierta, sorpresa al enfrentar el eje principal del lago".
A un lado, la puerta de ingreso al primer showroom de Lacroze Studio y, al otro, la escalera con pasamanos de guatambú que conduce a la segunda planta. En la recepción, un vajillero de corte industrial (Lacroze Studio). Alfombra kilim (Rugit).
Con cáscara neutra
"Como hay mucho movimiento de muebles, que rotan según la cantidad de diseños que tengamos para exhibir (nuestra madre es una santa), la cáscara debía ser lo más neutra posible, para evitar cualquier condicionamiento de color".
"Elegimos para la planta baja el mismo piso de marmetas de Travertino de largo variado, trabadas de manera despareja y sin pulir. La intención fue que quedara lo más rústico posible en contraste con la claridad de las paredes".
El living y el comedor, integrados, se unen con la galería a través de un paño fijo de 3,60m de largo que, a su vez, elimina cualquier obstáculo visual a la laguna. "Nos pareció fundamental mantener las paredes claras para que el jardín se fundiera en el interior".
Si bien toda la casa funciona como un gran showroom, las hermanas arquitectas no podían mostrar todos sus modelos sin alterar la decoración. Por eso, a pasos del ingreso, plantearon primer espacio de exhibición.
"Hicimos la puerta de hierro para acentuar y dar identidad y carácter a ambos sectores; el living-comedor y el family. Y de vidrio, para que pase la luz y se vea la continuidad de los ambientes".
"Queríamos lograr que ese sector fuera integrable, pero también tener la opción de cerrarlo para que no pasara el olor de la cocina o para tener mayor privacidad".
Para acompañar la arquitectura del family, que está pensada para que los dos paños se luzcan, diseñaron un mueble de líneas discretas y dos estantes en voladizo que completan la altura de la pared.
"Todos los domingos comemos asado o pastas con mamá, con nuestras parejas y con nuestra abuela, que vive en Belgrano. Nordelta también es punto de reunión de amigos".
La barra, construida en microcemento alisado, se utiliza todos los días como comedor diario, con sus cuatro banquetas de mimbre (Lacroze Studio). Una bandeja pasacable contiene las luminarias y le da un toque más industrial y descontracturado que el que daría un riel.
"Buscamos algo práctico, de fácil limpieza y mantenimiento, sobre todo porque la cocina está integrada al family", comentan las arquitectas, que eligieron melamina blanca con perfil J para la bajomesada y las alacenas. La mesada, con alzada de Silestone ‘Blanco Norte’ y bacha Johnson con grifería FV línea ‘Temple’, toma vida con jarrones, frascos, tablas, bandejas (Compañía Nativa).
Planta alta: privacidad y espacio para el trabajo
"En la planta alta armamos los dormitorios y un escritorio en el que mamá pudiera tener privacidad para trabajar y, también, un espacio de lectura y relax con vista al lago". En la suite, la paleta de color estuvo marcada por los cuadros de Alejo Ortiz de Urbina. A ambos lados de la cabecera, lámparas rústicas (Compañía Nativa) sobre mesas de luz diseñadas por las chicas. A los pies, alfombra (Rugit) y banqueta de Lacroze Studio.
"Queríamos un piso continuo, sin uniones y de color uniforme, sereno, pero que siguiera dentro de los materiales nobles, por eso usamos hormigón alisado".
"Papá era fanático de todo lo tecnológico. Grababa de la radio con este cinta abierta y también tenía un proyector. Cuando éramos chicas nos juntábamos en el living cada 15 días a ver las diapositivas".
"Decidimos hacer una ventana al piso con balcón francés y baranda de hierro, para darle un estilo más campestre y característico de la zona".
El segundo dormitorio da al lago y está trabajado con una paleta más cálida, color melón. Tiene un cuadro (Vasen Studio), respaldo, mesa de luz y silloncito de diseño propio.
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