En Newcastle, una selección del mejor té
Hay un pequeño lugar en un esquina de la ciudad de Newcastle upon Tyne, en el norte de Inglaterra, para relajarte y ver pasar a la gente caminando mientras la mente vaga y descansa.
El lugar es ideal porque es cálido y tranquilo. Sentarte en la barra ubicada sobre el gran ventanal que da hacia la calle es una gran invitación para dejar que pase el tiempo correr, aprovechando esos minutos para que toda la información y estímulos que hemos recibido durante el viaje se asienten en nuestro ser y se hagan parte de uno.
El lugar es comandado por los simpáticos hermanos Quilliam, quienes no solo son unos trotamundos, sino también son amantes del té. Por eso decidieron abrir este lugar que cuenta con una de las selecciones de té más amplias del mundo, donde uno puede elegir entre decenas de variedades y seleccionar la que mejor nos resulte para el momento.
Es increíble cómo a veces uno puede concatenar las cosas de manera especial para que la experiencia y el aprendizaje sean completos.
Para llegar hasta aquí, camine por una de las calles más bonitas de todo el país: Grey Street, tal vez uno de los ejemplos más impecables de la arquitectura georgiana, con su famoso teatro Real y la Central Arcade, un elegante paseo de compras cubierto.
Tomé esa calle y subí rumbo al monumento erigido en honor de Charles Grey, segundo conde de Grey, primer ministro del país y por quien la famosa variedad de té llamada Earl Grey lleva su nombre. De ahí a la derecha, pasando por la puerta de uno de los bares más movidos de la ciudad –The Botanist–, a los cien metros giré a la izquierda en Northumberland, la principal vía comercial de la ciudad y uno de los lugares más visitados por los locales a la hora de hacer compras (una mezcla abigarrada de tiendas, fish and chips y restaurantes). Caminé hasta el final de la misma, doblé a la derecha en dirección a Great North Road y llegué a mi destino, unos 250 metros más tarde.
Aquí me esperaba una de las personas que más saben de té en el mundo: Kurush Bharucha, quien hace cuarenta años viaja alrededor del mundo probando y enseñando sobre esta bebida. Los hermanos Qulliam lo habían ubicado en un tranquilo rincón de la gran ventana y estaba en plena cata cuando hice mi entrada. Se paró y con una de las sonrisas más amables que haya visto en mucho tiempo me dio la bienvenida y, como por arte de magia, se materializó una humeante taza.
Kurush dejó Mumbai para transformarse en el Tea Master de Lipton, compañía fundada por un intrépido escocés, Thomas Lipton, quien de alguna manera democratizó la industria y el consumo del té, con una pequeña tienda que se transformó en cientos de ellas y después con su plantación propia en Sri Lanka, teniendo un eslogan que se transformó en una verdadera marca registrada para la época: Directo del jardín de té a su tetera. Hoy instalado en Inglaterra, gentilmente había hecho el viaje en tren de unas buenas horas para charlar conmigo y transmitir todo su amor y conocimiento de esta infusión.
Mis ojos recorrían el parque que se encontraba enfrente y la voz de Kurush me contaba lo que significaba el té para él, creciendo en India, compartiéndolo con su familia, sin poder olvidarse aún hoy de los aromas de su primera infancia y más tarde recorriendo lugares como China, Japón y Marruecos, o visitando innumerables plantaciones alrededor del mundo.
Al final del otoño ya estaba realizando su trabajo y el sol se disponía a alumbrar otras latitudes, el perfecto blend que había creado Kurush para nuestro encuentro reconfortaba mi espíritu y sus historias elevaban mi mente.
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