A nuestro cronista Rodolfo Vera Calderón la agitación previa a la cuarentena lo encontró en Madrid. "¡Salí de ahí y vení para Palma!", le dijeron sus amigos Juan Peralta y Mauricio Obarrio. Desde marzo y hasta el final de la cuarentena en España, vivió en su casa mallorquina.
Todo había comenzado en marzo de 2016, cuando Juan y Mauricio aterrizaron en Palma de Mallorca con dos valijas, su perro Otto y una mochila cargada de sueños. Entre esos sueños no solamente estaba casarse -algo que hicieron cinco meses después de su llegada- sino también comenzar un estudio de iluminación y diseño. Un proyecto que no podía ser más perfecto, pues Juan es publicista y Mauricio diseñador de producto: una dupla explosiva que solamente podía alcanzar al éxito. Y así fue.
A finales de 2017 crearon Contain, una marca que en poco más de dos años se posicionó entre las mejores de España y que ya ha emprendido titánicos proyectos como iluminar el hotel de 400 habitaciones Riu Plaza España y el NH Collection Frankfurt Spin Tower, que abrirá sus puertas en 2021 y para el que produjeron 1860 lámparas. La fórmula del éxito de esta pareja de argentinos no solamente ha sido la calidad de todo lo que hacen sino la sinergia entre la tradición de los materiales mallorquines -como el terrazo y el vidrio soplado- y la tecnología de punta y sustentable como la impresión 3D.
Su piso en el casco histórico de Palma no solo es una muestra de una estética despojada y funcional sino el reflejo de un estilo de vida en el que se complementan a la perfección el amor por lo que hacen y su pasión por el diseño.
El piso de Juan y Momo está ubicado en ‘Can Net’ (o "Casa de Net", en español), una edificación de más de 300 años en la que se respira el auténtico espíritu mediterráneo de Palma de Mallorca.
"Me resulta increíble pensar que a las pocas horas de llamar a mis amigos, ya estaba tocando a su puerta. Y tan a tiempo. Dos días más tarde, el 14 de marzo, el gobierno de España decretó el Estado de Alarma, y comenzó algo que jamás pensé que viviría", cuenta Rodolfo.
"Confinados, todos los días empezábamos la jornada escuchando las noticias y discutiendo la situación tan atípica que estábamos viviendo. Armamos un plan en el que cada uno tuviese su espacio donde trabajar y pasábamos largas horas en el pasaje de la finca tomando sol, leyendo o simplemente charlando".
Así transcurrieron casi cuatro meses con Rodolfo en Palma de Mallorca. El Estado de Alarma ya terminó, y comenzó una "nueva normalidad" en la que el barbijo y el alcohol en gel se convirtieron en imprescindibles. "Afortunadamente he podido seguir produciendo algunos reportajes y mi círculo de amigos me ha hecho sentir como en casa", dice el cronista. "Echo una mirada a lo que ha sido mi cuarentena y me siento agradecido no solamente con Juan y Mauricio sino también con la vida que siempre ha sido tan generosa conmigo".
Nos encanta recibir visitas y este comedor es idóneo para hacerlo pues el ambiente está lleno de luz y es muy amplio. La mesa la diseñamos redonda porque nos encanta organizar partidas de rummy
El sofá está fabricado con piezas conectoras de latón que usamos en nuestros productos y tapizado con ikat, género mallorquín de Teixits Riera, una de las fábricas más tradicionales de la isla
"La cocina, que renovamos completamente, la pensamos también como un lugar de trabajo, por lo que muy pocas cosas están a la vista. Nos encanta tomar nuestro café de la mañana disfrutando del sol y el ruido de las gaviotas"
"Me apropié de la cocina y de los fogones, por lo que todos los mediodías iba al supermercado a comprar los ingredientes para preparar el almuerzo, cosas ricas para el té y la cena", nos cuenta Rodolfo Vera Calderón sobre su cuarentena en esta casa de Palma de Mallorca. "A las 19 descorchaba una botella de Rioja y comenzaba a cocinar, una de las cosas que más disfruto hacer y que me relaja muchísimo. Y siempre cerrábamos el día jugando unas partidas de rummy o viendo alguna película en el proyector".
"El dormitorio es de los ambientes que más disfrutamos. Sus paredes tan gruesas no solo lo hacen fresco, sino que, además, lo aíslan del mundo. Decorarlo fue fácil: solo había que rendirse ante el papel protagónico del piso damero", dicen los dueños de casa.
"No hay nada más placentero que regresar de un largo día de trabajo y darse un baño de inmersión en la gran bañadera. Se trata de una sola pieza de mármol de Carrara tallada, cuyo peso está sostenido por dos grandes paredes que se encuentran en el sótano de la finca".
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