Un grupo de arqueólogos halló las insólitas armas que usaban los romanos en las guerras
Tras una larga investigación, los expertos descubrieron que los soldados imperiales llevaban consigo extraños insectos para enfrentar a sus enemigos
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El gran Imperio Romano dejó cientos de secretos enterrados bajo el avance de las ciudades. Sin embargo, gracias a las diferentes campañas arqueológicas, se hallaron rastros significativos de esta civilización que definió el curso de occidente. En sintonía con ello, un equipo de especialistas ingleses descifró qué decían las tablillas de madera que encontraron en las inmediaciones del Muro de Adriano, en Reino Unido, sobre la vida en aquella época y qué elementos preferían los romanos como armas letales ante sus agresores.
La estudiante de arqueo entomología Katie Wyse Jackson se llevó el crédito de esta investigación en torno al yacimiento inglés de Vindolanda. Uno de los hechos que llamó la atención fue el extraño uso de insectos para vencer al enemigo. Así lo remarca el artículo Beetles on the Frontier: An Investigation into the Insects at Vindolanda.
Según describen las tablas, los romanos utilizaban chinches que eran lanzadas desde el muro hacia los ejércitos que intentaban hacer retroceder el avance imperial. Estos insectos estaban almacenados en grandes vasijas y su picadura era similar a la de una abeja o avispa.
Cabe remarcar que la ocupación del ejército imperial se realizó con éxito en Britania -como habían bautizado a Gran Bretaña- tras la campaña del emperador Claudio en el 43 d.C, sin embargo, nunca llegó a conquistar toda la isla y alcanzó solo la mitad.
Según reveló Jackson, cuando el enemigo se acercaba lo suficiente a la fortaleza, eran atacados por estos insectos, que en muchos casos les picaban los ojos u otras partes descubiertas del cuerpo. De esta forma, los soldados introdujeron esta especie exótica a las islas como el conejo, que es propio de la Península Ibérica.
Ya en 2009 se publicó un artículo acerca de esto: Six-Legged Soldiers: Using Insects As Weapons of War, en donde se mencionó a las chinches. Sin embargo, nada quedó cien por ciento seguro hasta que la joven inglesa corroboró este dato con el reciente descubrimiento.
Según informaron, el uso de las chinches comenzó cuando el emperador Septimio Sever fue frenado por su invasión a Hatra por parte del Imperio de los Partos en el siglo II. Una de las tácticas más ingeniosas y que luego se usó a su favor para siguientes guerras fue contar con estos insectos en grandes vasijas, listos para picar al enemigo.
“Lanzaron también sobre los asaltantes recipientes de cerámica que habían llenado de pequeños insectos voladores con aguijón venenoso; estos caían sobre los ojos o sobre cualquier parte del cuerpo descubierta, alcanzándolos sin que se dieran cuenta”, señaló el artículo.
Las chinches y la creencia romana para curar ciertas dolencias
El famoso escritor y militar Plinio el viejo, que vivió durante el siglo I, mencionó en una de sus obras que las chinches utilizadas en Britania también servían como remedio casero para sanar algunas dolencias (a pesar de que las considerara como “la criatura más vil y nauseabunda”). La preparación con sangre de tortuga y estos insectos era un buen antídoto para curar las picaduras de serpiente. Además, si se las mezclaba con aceite de rosas y miel, combatía el dolor de oídos.
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