Ellie Hamby y Sandy Hazelip son amigas y tuvieron una idea que no dudaron en llevar a cabo; ya recorrieron 18 países y no piensan detenerse
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Ellie Hamby y Sandy Hazelip son un par de mejores amigas de Texas que a sus pasados 80 años consiguieron la hazaña que imaginó Julio Verne en el siglo XIX: darle la vuelta al mundo en 80 días.
Visitaron 18 países. Cruzaron el pasaje de Drake para ver la Antártida, volaron en globo sobre Egipto, montaron en trineo en Finlandia, sobrevolaron el Monte Everest y vieron la Gran Barrera de Coral en Australia. Y en el camino se convirtieron en estrellas de las redes sociales. Algunos de los videos de su cuenta Around The World at 80 (La vuelta al mundo a los 80) en Tiktok alcanzan millones de visualizaciones, y decenas de medios alrededor del mundo siguieron su inspiradora historia.
Desde antes de decidir viajar por el mundo, Ellie y Sandy ya eran excepcionales. Ellie, quien creció en una finca de trigo y ganado en Oklahoma, es fotógrafa documental y dirige una misión médica que va a Zambia cada año. Sandy creció en Fort Worth, Texas. Empezó a estudiar Medicina cuando tenía 39 años. Hoy es la directora médica de una organización de cuidados paliativos.
Esto le contaron a BBC Mundo mientras planean su próximo viaje: Sudamérica 2024.
—¿Cómo se conocieron y se volvieron amigas?
—Sandy: Cuando nos conocimos, mi esposo había muerto hacía seis meses. Antes de que él se enfermara, me había dicho que sería una gran idea llevar a nuestros nietos a viajes misioneros durante el verano. Estaba seguro de que sería una gran experiencia para ellos. Meses después de su muerte, conocí un médico joven que me contó que iba a participar en un taller sobre misiones médicas en Dallas. Así que fui, y Ellie y su esposo estaban dando información sobre su misión médica. Ahí nos conocimos por primera vez.
—Ellie: Sandy empezó a ir conmigo a Zambia. Fue unas dos o tres veces. Y luego, cinco años después de ese primer encuentro en Dallas, mi esposo murió inesperadamente en un accidente. Para mí fue increíblemente difícil adaptarme a algo para lo que no estaba preparada en lo absoluto.
Un mes después, Sandy me llamó y me dijo “te hago un trato”. Ella estaba mudando su consultorio a Abilene, donde yo vivo, pero no quería dejar su casa en Eastland, que está a unos 90 kilómetros. “Si me das una cama para dormir dos noches a la semana, te llevaré a comer afuera”, me propuso. Y bueno, eso fue hace más de 18 años. Nos fuimos dando cuenta de que ambas somos adictas al trabajo, nos quedamos despiertas hasta tarde y tomamos toneladas de café.
Nuestra vida era muy parecida y nos divertíamos juntas. Entonces empezamos a planear viajes. Antes de darle la vuelta al mundo, hicimos varios viajes, tres o cuatro grandes. Simplemente nos sentimos muy cómodas una con la otra. Vemos el mundo de manera parecida.
—¿Y cómo llegó la idea de darle la vuelta al mundo a los 80 años?
—Sandy: Hace unos años, anticipándome a envejecer y cumplir 80, e inspirada por Julio Verne, le pregunté a Ellie si no sería divertido darle la vuelta al mundo en 80 días a los 80 años. Y bueno, Ellie no lo dudó por un momento y empezó a hacer planes. El Covid se atravesó en el camino cuando ya teníamos todas las reservas hechas. Pero, eso no nos detuvo. Finalmente logramos hacerlo este año, teniendo 81.
—¿Cómo fue el proceso de planer todo el viaje? ¿Cómo reaccionó la gente a su alrededor?
—Ellie: Bueno, yo pienso que la mayoría de la gente pensó: eso probablemente no va a pasar, pero dejémoslas soñar. Sandy y yo hicimos todo el viaje nosotras mismas.
Somos viajeras de bajo presupuesto. En promedio pagamos US$29 de hospedaje por noche por persona, así que nunca nos quedamos en una gran cadena internacional estilo americano ni nada por el estilo. Siempre nos quedamos en posadas locales y hostales, y amamos esos lugares. Tampoco fuimos en ningún tour. Lo hacemos así porque no queremos conocer a otros turistas, sino a muchos locales. Y algo que nos encanta es que hicimos los 80 días completos. No paramos ni uno. Siempre decimos que no nos fuimos de vacaciones, sino de aventura.
—¿Cuál dirían que es la anécdota favorita del viaje de cada una?
—Ellie: A mí una de las cosas que me hizo realmente darme cuenta de qué se trata este mundo es que vi la bondad de la humanidad una y otra vez. Cuando llegamos a Japón, estábamos en la estación de tren de Shinjuku, la más grande del mundo: 3,5 millones de personas pasan por ahí a diario.
Queríamos comprar un tiquete para el Monte Fuji y nos dimos cuenta de que no iba a ser fácil porque todo estaba en japonés y a todos los que les preguntábamos si hablaban inglés nos decían que no. Así que estábamos paradas en la mitad de la estación con nuestras camisetas de la vuelta al mundo a los 80 puestas, y justo en ese momento un hombre de unos 28 o 30 años se nos acerca y nos dice ‘yo las conozco’. “Soy Ziggy, de Eslovenia. Leí sobre ustedes en el London Daily Mail”, nos dijo. Al día siguiente estábamos en el Monte Fuji gracias a Ziggy y todo salió perfecto.
—Sandy: Yo tengo otra anécdota por el estilo. Estábamos en Australia. Habíamos volado toda la noche para llegar y fue el único día en el que dijimos: tomemos una siesta de dos horas y luego vamos a conocer la ciudad.
Nos pusimos nuestros pijamas y justo nos habíamos quedado dormidas cuando empezaron a sonar las alarmas. Nuestra habitación se estaba llenando de humo y nos dijeron ‘tienen que salir ya’. Agarramos nuestra mochila en la que llevábamos nuestros documentos, bajamos corriendo por las escaleras y salimos al jardín.
Llevábamos una hora más o menos ahí, esperando a que los bomberos se hicieran cargo, cuando una mujer mayor que era parte del personal de limpieza del hotel vino y le dijo a Ellie: “Señora, creo que se le cayó este dinero de su mochila cuando estaba bajando por las escaleras”.
Ellie se dio cuenta de que el cierre de la mochila no estaba bien cerrado y, en efecto, se le habían caído 300 dólares australianos por el hueco de la escalera. Nadie se hubiera dado cuenta si la señora se los hubiera quedado. Nadie. Pero no, los devolvió.
—Me imagino que, como en cualquier viaje, hubo cosas que no salieron como planeaban. ¿Recuerdan alguno de esos momentos en particular? ¿Cómo los manejan?
—Ellie: Bueno, no tuvimos muchos en este viaje. Nunca perdimos el equipaje. Solamente se retrasaron un par de vuelos, y no por mucho tiempo.
Pero, un día estábamos en Nepal y habíamos reservado un pequeño vuelo privado para volar sobre el Himalaya y el Monte Everest. El vuelo era a las 5:30 de la mañana. Llegamos al lugar del que despegaba, mostramos nuestros tiquetes y nos dijeron: “Estos eran para ayer”. Le dije, Sandy, lo único que podemos hacer es ir al mostrador y sonreír mientras lo tratamos de resolver.
Después de cinco minutos, un joven nos dijo ‘aquí están sus tiquetes para hoy. Más vale que corran para agarrar su vuelo’. Esa es una de las cosas que Sandy y yo descubrimos: sonreír es un idioma internacional. Si la gente ve que estás molesto, también se va a molestar, pero si te ven sonriendo, eso hace la diferencia. Nos dimos cuenta de que, con una sonrisa, la gente parece querer ayudarte.
—Sandy: Sí, Ellie y yo somos optimistas por excelencia. El otro problema que tuvimos fue que, cuando arrancamos nuestro viaje, teníamos planeado ir a Macchu Picchu. Sabíamos la situación política que estaba pasando, pero nuestro vuelo a Perú era más adelante en el viaje y estábamos seguras de que todo se resolvería para entonces.
Pero, tres días antes de nuestro vuelo a Perú, la situación política seguía bastante complicada. A última hora, tuvimos que decidir ir a Argentina en vez de Perú. Y la pasamos maravilloso.
—Ellie: Fuimos a un rancho, yo monté a caballo y Sandy bailó tango. Nos divertimos muchísimo.
—¿Creen que este viaje cambió algo en su relación? ¿Qué les enseñó sobre la amistad?
—Ellie: Bueno, desde mucho antes éramos buenas amigas y lo sabíamos. Somos viudas y es genial para ambas tener esta buena amiga desde que perdimos a nuestros maridos. Pero de lo que no teníamos idea era de lo importante que iba a ser nuestra amistad para el mundo.
En nuestros videos de Tiktok, no paramos de ver comentarios de personas etiquetando a sus amigos y comentando “tenemos que hacer esto”. Y nos dimos cuenta de que realmente todo el mundo quiere un amigo y quiere ser amigo. De verdad. En el fondo, necesitas un amigo. Y la amistad algunas veces no es fácil. Nosotras, por ejemplo, tenemos personalidades diferentes.
—Sandy: Mucha gente nos pregunta si discutimos alguna vez en los 80 días que duró nuestro viaje. Y la respuesta es un no rotundo. Sin embargo, cuando vamos caminando por un aeropuerto o conociendo una ciudad, tengo que recordarle a Ellie cada tanto que mis piernas son más cortas que las suyas y que me tiene que esperar para alcanzarla.
—Ellie: Yo pienso que lo más importante es entender que puede que lo que hace feliz a tu amiga o lo que tu amiga quiere hacer quizás no fuera tu primera opción, pero que igual te haga feliz a ti. Tener una amistad realmente fuerte es una cuestión de dar y recibir.
—¿Y cuáles son sus planes a futuro? ¿Qué están planeando?
—Ellie: Bueno, pues decidimos que no podemos hacer otro viaje alrededor del mundo. Uno estuvo perfecto y todo salió genial. Ahora queremos visitar un continente a la vez. Y como no pudimos ir a Perú, concluimos que iremos a Sudamérica el año que viene.
Además, tenemos muchísimos seguidores en Instagram de Sudamérica. La ciudad desde la que más nos siguen en todo el mundo es Sao Paulo, en Brasil. Así que iremos a Perú, iremos a Brasil —queremos ver las maravillas del mundo que hay allí—, e iremos a las Galápagos. Pero también vamos a preguntarle a la gente a dónde nos sugiere ir. No lo hemos agendado aún, pero será en algún momento de 2024.
—¿Qué consejo les darían a las personas que quizá sienten miedo de hacer una aventura como esta o que piensan que están muy viejos para algo así?
—Sandy: Mi consejo para ellos es ‘levantate de tu silla, salte de tu zona de confort, hacé algunos planes y vive’
—Y por último, ¿cuál dirían que fue su principal aprendizaje sobre el mundo en este viaje?
—Ellie: Para mí es la bondad de la humanidad. No importa cuáles son tus posiciones religiosas, tus posiciones políticas, simplemente tenemos que ver más allá de eso y ver el mundo. A Sandy y a mí nos encanta la gente. Conocimos personas maravillosas en este viaje.
Si uno quiere viajar como nosotras, te tiene que gustar la gente y tienes que tener una convicción básica de que la humanidad es buena. La gran mayoría de las personas que hay caminando sobre esta tierra son buenas. Uno tiene que confiar y tener fe en la humanidad.
—Sandy: Exacto. Por supuesto que nos gusta ver las atracciones de una ciudad o un país, y nos encanta ya simplemente estar ahí. Pero además de todos esos edificios hermosos, de las hermosas maravillas del mundo, verdaderamente son las personas lo que más recordamos.
*Por Santiago Vanegas
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