Tiene 7 años y 500.000 seguidores en Instagram: Julieta Garay, la pequeña pastelera que revoluciona las redes con sus recetas
En diálogo con LA NACION, la mini cocinera contó cómo es él detrás de escena de sus videos y recordó cómo paso de hacerle tortas de cumpleaños a sus muñecas con plastilina a convertirse en una referente a tan corta edad
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No hay edad para explorar y desarrollar la pasión, eso que a uno lo moviliza y le genera cosquillitas en la panza. La vida de Julieta Garay transcurre entre islas de cocina, harina, chocolate y aroma a pastel recién horneado. ¿Su uniforme? Una chaqueta confeccionada por su abuela paterna, un par de moños rosas y una sonrisa imborrable, de esas inocentes que nacen cuando uno hace eso que tanto le gusta, que, en su caso, es cocinar. Es una “mini influencer”: tiene 520.000 seguidores en Instagram, en donde enseña, a través de videos, a preparar tortas, alfajores, brownies y cookies, entre otras especialidades. De grande quiere ser pastelera, tener “una cocina color rosa pastel” y también ser veterinaria. Y es que, para ella, no hay ningún tipo de límite.
En diálogo con LA NACION, la pequeña de 7 años y su madre Micaela, recordaron desde esa primera cocinita de juguete que le regaló la abuela y de la que salían “panes recién horneados”, hasta cómo tuvieron que hacerle frente a las críticas, los prejuicios y el bullying y esa memorable receta “de la bisabuela” que emocionó a toda la familia.
“¡Soy Julieta y tengo 3 añitos! En este espacio voy a compartir lo que me gusta hacer. La cocina siempre me gustó desde pequeña, siempre ayudando a mi mamá, a mi abuela”. Con esas palabras se presentó la niña en Instagram el 26 de mayo de 2020. Hoy, con 7, la cuenta -que es administrada por sus padres Micaela y Alejandro- acumula medio millón de seguidores. Así, decidió invitar a todos a cocinar y, después de probar y darle el visto bueno a sus propias preparaciones, grabar videos donde enseña sus preparaciones.
“Cuando era más chiquita le hacía tortas de cumpleaños a las muñecas con plastilina. Su abuela materna se dio cuenta de que era siempre la comida un tema recurrente y le compraron una cocinita de juguete. Cocinaban pan casero y ella lo sacaba de su horno de plástico como diciendo ‘yo lo cociné’”, le relató Micaela a LA NACION. Como la pandemia imposibilitó que pudiera cocinar con la abuela, se las ingeniaron para hacer videollamada y preparar juntas budines y magdalenas hasta que agotaron todo el recetario.
En la casa de Alejandro y Micaela, la cocina “siempre vino de adorno”. Sin embargo, al ver el interés de su hija por las artes culinarias, le contrataron un curso para niños de su edad. Juli demostró una notoria habilidad con la decoración y la preparación de pasteles, y sorprendió, incluso, a la profesora que hasta dudó que fuera realmente ella la que ponía las “manos en la masa”. Ese fue un pensamiento que se extendió repetidas veces. Todos creían que era la madre quien cocinaba, pero Julieta, firme y segura, respondía que eso no era cierto.
Julieta decide todo, qué y cuándo va a cocinar, qué receta quiere reversionar y acompaña a sus padres a hacer las compras de los ingredientes y hasta mira los precios. “El otro día fui al supermercado y quería comprar harina y solo me podía llevar cuatro paquetes”, dijo, indignada. Si bien no cocina todos los días, le dedica bastante tiempo a su hobby, sobre todo los sábados. No vende lo que prepara, sino que muchas veces lo regala y otras, lo dona.
Entre pelotas de tenis, cucharones y timers
A pesar de tener solo siete años, la pequeña es muy exigente en la cocina. “El otro día a mi mamá se le cayó la torta y la tuve que hacer de vuelta”, le dijo a LA NACION y agregó: “Y encima algunas veces me quema las cookies”. Esto hizo que se volviera fanática de los timers: “Tengo muchos porque mamá se va a otro lado y se le queman las cosas”. “¡Me olvido!”, se defendió entre risas Micaela. “No lo tengo incorporado. Me pongo a hacer cosas de la casa y me olvido. Pero eso no pasa más ahora porque ahora suenan todos juntos”, acotó.
Lo cierto es que ni ella ni su marido, Alejandro, son cocineros, al contrario, se desenvuelven en el mundo del deporte. Él es profesor de tenis, algo que también practica su hija y si bien de más pequeña intentaron impulsarla para que siguiera por ese camino, a ella le gustó un poco más estar entre espátulas y maples de huevo que entre pelotas y raquetas.
Sin perder lo lúdico, la pequeña, que vive en San Justo, pasó a ser conocida en las redes como Juli Cocina. Más allá de tener medio millón de seguidores, no toma dimensión de lo que genera. Sus padres administran la cuenta, le leen los comentarios y se limitan a subir los videos de la niña en la cocina. “Al principio decían ‘los padres la utilizan’. Si hubiera querido sacar beneficio la hubiese mostrado cuando empezó, que era furor y no lo hice”, reconoció su madre.
Incluso a pesar de su corta edad, Julieta es consciente de los cuestionamientos. “A veces hago los videos y me cambio la ropa y el peinado para que los chicos no me digan ‘tu mamá te obliga’”, comentó.
La lucha contra el bullying y los prejuicios
Desarrollar una pasión no siempre es gratis. Con solo cinco años, Julieta sufrió bullying en el jardín por querer cocinar en lugar de “bailar y cantar”. Su madre contó que sus compañeros la trataban mal, le sacaban la silla y le tiraban el pelo, así que decidieron cambiarla de Institución: “Fue muy fea la situación, porque ella decía que no quería cocinar más y todos la veíamos triste. Entonces dijimos ‘hasta acá’”. En ese sentido, reflexionó: “No es culpa de los chicos, ellos son inocentes. Los adultos son los partícipes de que actúen de esa forma. Es increíble que todavía, en este siglo, tengamos que explicarles que los chicos tienen que hacer lo que ellos quieran y como papás darles las herramientas y apoyarlos. Juli hoy recibe mensajes de niños que les dicen ‘yo quiero cocinar, pero se burlan de mí porque soy nene’ y ella les dice ‘si te gusta, tenés que cocinar’”,
Hoy la niña está en primer grado y su materia favorita es matemáticas. Sin embargo, su vida no es solo cocinar: le encanta jugar con sus muñecas, cuidar sus plantas, dibujar y pasar tiempo con todas sus mascotas: dos perros, dos tortugas, una de agua y una de tierra, y una gatita.
“Si no sale, lo vuelvo a intentar”
Actualmente, Juli se prepara para dos eventos importantes. Por un lado, el Día de la madre, para el cual ya tiene organizadas todas las recetas que quiere enseñar en Instagram, y por el otro, la Expo Eventos Creativos, organizada por sus profesores, Florencia Menescaldi y Pablo Galván. La misma tendrá lugar entre el 10 y el 12 de noviembre en Avellaneda.
Ella será la primera niña en estar a cargo de todos los chicos. Llevará sus cookies y cupcakes y enseñará cómo decorarlos. Pero, no lo hará sola, sino que la acompañarán Catherine Comba y Luciana Belen Cortiñas, dos pasteleras emprendedoras que siempre la ayudan en la cocina.
Esta no será la primera vez que Garay participe de un evento como este. Hace un par de semanas estuvo en el Mundial del Alfajor, con su padre como asistente, donde preparó el “alfajor de la bisabuela”, el cual tiene una historia muy especial.
Un día su abuelo encontró libros y recetas que eran de su propia madre, donde estaba la galletita “blandita” que Juli transformó en un alfajor de chocolate y lo expuso ante cientos de personas.
“Fue muy emocionante. Mi papá lloraba y yo decía ‘dejen de llorar porque Juli en cualquier momento se emociona’. Ella es muy sensible. La moviliza todo lo que percibe y no puede ver a nadie triste. Siempre digo que es un adulto en un cuerpo chiquitito”, precisó Micaela.
Si bien no entienden mucho de cocina, Alejandro y Micaela están orgullosos de su hija y de todo lo que consiguió sola. Para ellos la educación es lo prioritario y no quieren que se saltee etapas. Al verla tan decidida, apasionada y enfocada, la acompañan y alimentan ese sueño. “No se distrae, puede estar horas decorando, pero no es una nena que se va a poner a llorar si no le sale, dice ‘bueno mami, lo dejo, me pongo a jugar y lo vuelvo a intentar’. Ese es su mensaje, nació de ella: ‘si no sale, lo vuelvo a hacer’”.
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