Qué significa caminar con las manos unidas detrás de la espalda, según un experto
Colocar las extremidades detrás del cuerpo puede mostrar aspectos clave sobre la personalidad y las emociones; cómo influye este gesto en la percepción que tienen los demás de nosotros
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La forma en que se colocan las manos puede ofrecer una ventana a la comprensión de las emociones y actitudes de una persona. Uno de los gestos más intrigantes y comunes en diversas situaciones es unir las manos detrás de la espalda. Este movimiento, aparentemente desapercibido, puede manifestar significados profundos que van desde la seguridad personal hasta la necesidad de control.
El lenguaje corporal, a menudo considerado un aspecto menos visible de la comunicación humana, actúa como un espejo de nuestras emociones. Este se desarrolla de manera involuntaria y puede ser más revelador que las palabras mismas. Las expresiones faciales y los movimientos del cuerpo transmiten información que a veces no se puede articular verbalmente. Por lo tanto, la postura de las manos detrás de la espalda no es meramente una elección estética; encierra significados que pueden variar según el contexto y la personalidad del individuo.
Cuando una persona coloca las manos en la parte posterior, esta posición puede interpretarse como un signo de autoconfianza. Se cree que el comportamiento de mostrar las palmas de las manos, o incluso mantenerlas ocultas, puede reflejar la percepción de vulnerabilidad. La exposición del pecho y el abdomen, áreas consideradas más vulnerables, sugiere que la persona confía en su entorno y en sí misma. Sin embargo, esto no es una regla universal. Un estudio de la Universidad de Groningen en Países Bajos reveló que este gesto podría estar relacionado también con la necesidad de ocultar inseguridades. En contextos donde prevalece el miedo o la ansiedad, la postura puede servir como un mecanismo de defensa para proteger la vulnerabilidad del individuo.
El especialista en oratoria, Nacho Tellez, se inscribe en la primera hipótesis ya que sostiene que la posición de las manos detrás de la espalda puede ser un símbolo de autoridad. Este gesto es común entre figuras de poder, como líderes empresariales o autoridades académicas, quienes lo utilizan para proyectar confianza y control en su entorno. El experto observa que esta postura no solo comunica seguridad, sino que también establece una distancia psicológica que puede generar respeto o temor en el interlocutor. La clave radica en el equilibrio ya que una postura excesivamente dominante puede resultar en percepciones de arrogancia, especialmente en contextos donde se busca la empatía y la conexión interpersonal.
Además, Tellez presentó un análisis del gesto desde la perspectiva de la psicología evolutiva, en el cual sugiere que la tendencia a cruzar las manos detrás de la espalda puede provenir de antiguas costumbres humanas. En tiempos primitivos, la exhibición de las palmas era un signo de paz y honestidad, mientras que ocultarlas podía despertar sospechas de amenaza. Esta relación histórica puede explicar por qué ciertas personas sienten incomodidad al ver a alguien con las manos en la espalda, ya que lo interpretan como una falta de transparencia.
¿Importa el contexto para entender qué dicen las manos detrás de la espalda?
El contexto en el que se adopta esta postura es crucial para su correcta interpretación. En el ámbito académico, por ejemplo, un profesor que camina con las manos atrás puede transmitir confianza y dominio del contenido que imparte. Sin embargo, un análisis del lenguaje corporal de este mismo profesor en un ambiente más informal puede dar lugar a percepciones de rigidez o desinterés.
Las manos detrás de la espalda también pueden estar asociadas a emociones contradictorias. En ciertas circunstancias, la posición puede delatar inseguridades. Si una persona sujeta su muñeca o antebrazo con firmeza, esto puede indicar ansiedad o frustración. La tensión en las extremidades superiores suele correlacionarse con estados emocionales negativos. La interpretación de este gesto, por lo tanto, depende de un conjunto de factores, que incluyen la cultura, el ambiente social y la personalidad del individuo. En esta última, podría incidir también el estado emocional de la persona y, por eso, es importante observar otros signos no verbales, como la expresión facial y el tono de voz.
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