¿Por qué se recomienda seguir jugando cuando ya somos grandes?
Las actividades lúdicas tienen la capacidad de producir endorfinas (las hormonas del placer), de hacernos disfrutar y sentir buen humor e, incluso, de ayudarnos a relajar
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En nuestra cultura se suele asociar al juego con el hecho de ser irresponsables. “¿Jugar? Eso es una pérdida de tiempo”, dicen algunos. Lo cierto es que, como explico en mi nuevo libro Vida nutritiva, los adultos podemos (y deberíamos) combinar responsabilidades con juego, risas y diversión.
¿Y por qué se recomienda seguir jugando cuando ya somos grandes? Porque las actividades lúdicas tienen la capacidad de producir endorfinas (las hormonas del placer), de hacernos disfrutar y sentir buen humor e, incluso, de ayudarnos a relajar, lo cual no es poca cosa en la época tan desafiante en la que vivimos.
Todas las personas necesitamos al menos una dosis diaria de juego. Nuestra psiquis, sin duda, nos lo agradecerá. Pero no todos nos divertimos de la misma manera. Hay quienes aman realizar actividad física o practicar algún deporte. Mientras que para otros divertirse es sinónimo de escuchar música, tocar un instrumento, leer o navegar en la computadora o el celular.
Y si tenemos miedo de ser objetos de crítica o de burla, podemos imitar a los niños. ¡A ellos nos les cuesta jugar en absoluto y pasan muchas horas haciéndolo de forma espontánea! Es fundamental, sin importar la edad que tengamos, conectarnos con aquello que nos genera bienestar, que nos hace sentir bien. Todos conservamos en nuestro ser interior la habilidad de jugar, aunque tengamos 50, 60, 70 años… ¡o más!
Muchas veces, en la etapa de la adultez, cuando faltan los recursos materiales (que podríamos comparar con los juguetes de la infancia), si decidimos adoptar una actitud positiva frente a la vida, se ponen en funcionamiento nuestros recursos internos, como la creatividad y la imaginación.
Es muy bueno tener la oportunidad de estudiar y/o trabajar. Nadie discute eso, pero los seres humanos fuimos diseñados para jugar a lo largo de toda nuestra vida. Es por ello que, sin ningún sentimiento de culpa, deberíamos procurarnos un espacio lúdico a diario, pues esta es la base de nuestra salud física, mental y emocional.
Te animo a separar tiempo cada día para jugar, para divertirte, para encontrarte con vos mismo, con vos misma. Aunque la actividad sea breve, son muchos los beneficios que podemos obtener de ello. Pues, cuando jugamos, cuando la pasamos bien (aunque las circunstancias externas no sean perfectas), vivimos en plenitud y nos nutrimos a nosotros mismos y a los demás.
¿Ya jugaste hoy?
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