Por qué no deberías dormir con la calefacción al máximo en invierno
Las jornadas de frío intenso provocan que dejemos la estufa o la calefacción al máximo, incluso mientras dormimos: una mala costumbre que afecta directamente la calidad del sueño
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Durante el invierno, especialmente aquellos días en los que la temperatura no sube a más de diez grados, no se nos ocurre la posibilidad de apagar la estufa o la calefacción cuando nos vamos a dormir. Un ambiente cálido, al que solemos agregarle mantas, frazadas y acolchados, se nos presenta como la escena ideal para disfrutar de un buen descanso. Sin embargo, según el medio británico LadBible, la comunidad científica experta en sueño sugiere lo contrario. Es que si bien no deberíamos congelarnos mientras dormimos, tampoco es aconsejable acostarnos arropados y con la calefacción al máximo.
Existen numerosas razones que explican por qué es mejor bajar la temperatura de la habitación cuando vamos a descansar. Desde cuestiones relacionadas con la salud hasta temas que afectan el espacio material, pasando también por el temido insomnio, el nivel de calor de la habitación cumple una función clave en el sueño. A continuación, diez motivos por los que debemos evitar dormir con la estufa o la calefacción encendida.
Provoca que se seque la piel. El aire caliente del dormitorio es capaz de eliminar los aceites naturales de la piel y, como consecuencia, generar un resecamiento que, además, produce picazón en ambientes cálidos.
- Puede generar sequedad en los ojos. Un espacio demasiado cálido también puede afectar los ojos. En la revista británica Women and Home, la doctora Elizabeth Hawkes, cirujana especialista en oftalmología, aseguró: “Si estás en interiores, la calefacción central puede resecar mucho los ojos porque el calor del aire evapora el agua que contiene y crea una atmósfera seca”.
- Afecta la respiración. El aire seco de la habitación puede provocar sequedad en la garganta, que, a su vez, deriva en una desagradable tos que interrumpirá el sueño.
- Aumenta la transpiración. Inevitablemente, acurrucados bajo dos frazadas en un espacio caliente, el cuerpo generará mayor sudor. Despertarnos mojados, además de ser una sensación desagradable, puede generar diferencias de temperaturas que suelen derivar en gripes o resfríos.
- Incrementa la secreción nasal. Las estufas suelen acumular gran cantidad de polvo. Estas partículas se esparcen con el calor y pueden provocar estornudos constantes y un aumento de mucosidad al despertar.
- Genera hinchazón en los pies. Una señal para darnos cuenta de que debemos apagar la calefacción cuando dormimos es encontrarnos a la mañana con los pies hinchados. Este fenómeno sucede porque estas extremidades tienden a inflamarse cuando el cuerpo intenta enfriarse.
- Atrae a los insectos. Los espacios con temperaturas altas son los preferidos de insectos como pulgas, moscas y chinches, donde encuentran el ambiente ideal para reproducirse. Dejar la calefacción encendida durante la noche aumenta el riesgo de que se instalen en la habitación.
- Impacta hasta en las paredes. Cuando el aire cálido atrapado en una habitación con poca humedad adicional entra en contacto con el frío que proviene de las ventanas, puede provocar una condensación diaria que suele terminar con la aparición de moho en las paredes.
- Deteriora la economía. La ecuación es clara: dejar la calefacción encendida solo aumentará las cuentas de los servicios. Se trata de la razón más práctica y más evidente para regular el uso de las estufas en casa. Una bolsa de agua caliente o un pijama abrigado pueden evitar la sensación de frío que experimentarnos antes de dormirnos.
- Dificulta conciliar el sueño. El cuerpo necesita llegar a una temperatura más fresca para lograr dormirse. “La temperatura central de nuestro cuerpo necesita bajar para iniciar el sueño. Así que una temperatura más fría te acerca a la temperatura de sueño objetivo de tu cuerpo, por lo que te duermes mucho más rápido. Las temperaturas más cálidas significan que tu cerebro y tu cuerpo están más activos tratando de enfriarlo. Este aumento de la actividad cerebral limita la cantidad de sueño y de ondas lentas que su cuerpo necesita para recargarse”, explicó el doctor Karan Rajan, un médico divulgador de salud reconocido en las redes sociales, al diario Birmingham Live.
Los especialistas en sueño aconsejan que la temperatura ideal de la habitación para dormir en invierno debe oscilar entre los 18 y los 22 grados. Incluso, aseguran que si se utiliza un pijama abrigado y una frazada, alcanzaría con que el cuarto estuviera a 16 grados para sentirnos cómodos.
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