La historia del hombre que halló el diamante más grande del mundo pero que vio cómo su jefe se llevaba los aplausos
En 1905, en Sudáfrica, Frederick Wells descubrió accidentalmente la piedra preciosa; resultó ser, sin que lo supiera, un hito en la historia de la minería; conocé el rol de la corona inglesa y el operativo para evitar que se lo robaran
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El campo de la minería está repleto de hallazgos interesantes y que en diversos casos se posicionan como superlativos. Algo así sucedió con el diamante más grande del mundo, que se descubrió accidentalmente en una mina de Sudáfrica, a manos de Frederick Wells, el 26 de enero del 1905 y que en la actualidad tiene un presente que pocos imaginarían.
Al igual que el hallazgo de la pepita de oro más grande del mundo en Australia, dicho diamante cambió por completo la manera de concebir la minería y despertó el anhelo de las empresas ubicadas en el continente africano de dar con más ejemplares de similares tamaños. Esta primera piedra preciosa alcanzó el peso de 3106 quilates, según indicó el sitio oficial británico de The Royal Asscher.
Un diamante que se encontró por casualidad y un destino poco complaciente
El autor de este hallazgo se atribuyó a Wells, superintendente de la mina Premier en Sudáfrica, quien en medio de una inspección rutinaria notó que en una de las paredes sobresalía una punta de piedra extraña. Ante su interés, insistió en retirarla por completo y, como resultado, terminó por hacerse con el diamante más grande de todos los tiempos conocido hasta la fecha.
De inmediato lo tomó y se dirigió hacia la oficina de la compañía, en donde se lo presentó al presidente y dueño de la misma, Sir Thomas Cullinan. Luego de conocer su peso, se especuló que se trataba de un fragmento correspondiente a una pieza más grande, por lo que incentivó a una fiebre entre los trabajadores por detectar la otra porción.
Sobre el futuro de esta piedra de dimensiones nunca vistas, se tomó una decisión inapropiada para muchos y aceptable para otros. En primer lugar, Wells no heredó absolutamente nada de la fortuna que representaba el diamante; en segundo, Cullinan lo apodó con su apellido y, en tercero, el propietario de la mina lo envió a la familia real inglesa en calidad de obsequio para el rey Eduardo VII. Cabe recordar que en ese entonces Reino Unido ejercía dominio sobre Sudáfrica.
Según detalló el sitio oficial del Museo del Diamante de Ciudad del Cabo, su valor oscilaría el millón de dólares en la actualidad. Debido a su valor, se lo transportó a Inglaterra bajo estrictas normas de seguridad. Para ello, se informó a detectives en ese país de que llegaría un cargamento importante, a la vez que como anzuelo notificaron a la prensa sobre una réplica falsa, con el fin de distraer a los posibles ladrones.
Qué pasó con el diamante más grande del mundo
Bajo ese operativo encubierto llegó a Europa y se lo presentó como regalo de buena voluntad en el cumpleaños número 66 al rey Eduardo VII en 1907. Lo cierto es que la forma original del diamante dejó de ser la que era, ya que la empresa IJ Asscher and Co, por orden del monarca, lo dividió en diferentes piezas.
“Asscher dividió el diamante en nueve piedras principales, noventa y seis piedras más pequeñas y alrededor de 19,5 quilates de diamantes sin pulir”, señaló el sitio mencionado anteriormente. Los dos ejemplares más grandes pesaron 1977 quilates y 1040, respectivamente, y se le nombró: Cullinan I y Cullinan II. En la actualidad, también son conocidos como La Estrella de África (Cullinan I) y La Estrella Menor de África (Cullinan II).
El resto de las piedras integraron algunas de las coronas reales. Una de ellas ocupó un sitio predilecto en la tiara de la reina María y otra se incrustó en un colgante que utilizó a posteriori Isabel II. Demás ejemplares fueron parte de cojines, bandas reales y hasta simples pendientes.
Hoy en día, es posible visitar el Museo del Diamante de Ciudad del Cabo para conocer la réplica del diamante más grande del mundo que descansa allí. Si se desea ver las piezas originales, muchas de ellas son expuestas periódicamente por la Casa Real del Reino Unido, en las visitas públicas a las joyas de la corona.
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