Jesús Fajardo, el “hombre lobo” que ganó un récord Guinness en el 2000 y estuvo en el living de Susana Giménez
Causó revuelo alrededor del mundo por tener un excesivo vello corporal, a raíz de una condición llamada hipertricosis congénita; cómo enfrentó la discriminación a lo largo de los años y qué hace ahora
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En el 2000, Jesús Manuel Fajardo Aceves y sus hijos, oriundos de México, causaron furor tras ganar el Récord Guinness por ser “la familia peluda más grande” de todo el mundo, al poseer una extraña condición genética llamada hipertricosis congénita o síndrome del “hombre lobo”. La misma se destaca por el crecimiento de un exceso de vello, algo que el hombre presentaba con más frecuencia en la zona del rostro y motivo por el cual lo tildaron de “fenómeno” y “bestia” durante muchos años. Con el objetivo de ponerle fin a las críticas, el protagonista luchó contra la desinformación, expuso públicamente su historia y difundió un mensaje concientizador.
Desde el momento en el que se dio particularmente a conocer en la Argentina y habló sobre su día a día con esta enfermedad de la piel en diálogo con Susana Giménez, todas las miradas se enfocaron sobre él. “En sí las mujeres son las que pueden tener hijos con estas características, pero los hombres se los dan a sus hijas”, le explicó a la conductora en la entrevista que le dio en 2011.
Victoria, la esposa de Jesús, quien no tiene el síndrome pero sí los hijos que tienen en común, reveló cómo fue el momento en el que lo vio por primera vez. “Me asustó, pero lo fui conociendo poco a poco y me ganó con un beso. Vamos a cumplir 10 años juntos y esperemos cumplir más”, expresó.
Tras dar diversos detalles sobre su vida amorosa, Fajardo habló del bullying que vivió a lo largo de su vida y se mostró preocupado por los comentarios ofensivos que recibía su hija más chica, Chely: “Quisiéramos prevenirlo para que no sufra, para una niña como ella es mucho más difícil. Yo tuve muchos problemas siendo hombre durante la niñez, son crueles porque te dicen las palabras más hirientes”.
Para que no sufra lo mismo, Victoria aseguró que tomó cartas en el asunto y se dirigió hacia el colegio de la niña para poner al tanto a las autoridades sobre los comentarios que recibía por parte de otros compañeros. Afortunadamente, desde la institución la ayudaron desde el primer momento. “Al principio era difícil por la discriminación. Llegó un momento que dije ‘basta’, empecé a charlar con ella y me dijo lo que le decían. Fuimos con el director y nos apoyó bastante”, precisó.
A medida que realizaban su descargo, que terminó a los pocos minutos, muchas personas comenzaron a interesarse en la historia de Jesús y su familia desde una mirada más empática y poco a poco el hombre, que era presentado en cada estudio de televisión como un “fenómeno extraño”, abrió su corazón e hizo foco en cómo logró salir adelante y no esconderse de la sociedad.
Primeros años
Oriundo de Loreto, Zacatecas, Jesús es el noveno integrante de su familia que nació con el síndrome y lo heredó de su padre. Desde que tiene recuerdos, sabe que pasó de una clínica a otra para realizarse análisis, pruebas de sangre y de orina. Pese a eso, durante los primeros años de su infancia, nunca obtuvo un diagnóstico certero sobre por qué le crecía el pelo con mayor cantidad que las otras personas.
“Al principio, nunca nos decían de dónde venía o cómo combatirla. Desde muy pequeño me comenzó a salir vello, muy poco, pero eso alcanzó para causar extrañeza entre los demás niños”, sostuvo en otra entrevista que dio en El Informador de México. Lamentablemente, y acostumbrados a una sociedad que busca adaptarse a los cánones de belleza, lejos de darle información sobre lo que pasaba, a Fajardo únicamente le ofrecían pasar por una depilación definitiva, algo que resultaba muy doloroso para él.
“Lo único que sé es que con rayos láser me lo podían quitar, pero sabemos que es muy fuerte para nosotros en la cara. Lo digo porque vi a una niña a la que sus padres intentaron quitárselo y se le empeoró. Yo me rasuré dos veces, para la televisión. Me pagaron por hacerlo y lo hice. En lo personal no me gustó cómo me vi, como morado… o azul… todo raro y la cara se me hinchó por la irritación. No me gustó la experiencia y dije ‘nunca más’”, recordó en el medio citado.
En paralelo a los tratamientos estéticos que le nombraban, y cuando empezó en la etapa escolar, Jesús se sentía marginado por la sociedad. Sin embargo, sobrepasó un sinfín de obstáculos y nunca permitió que lo maltraten: “Muchos de mis compañeros me rechazaban hasta el punto de la humillación, pocos me aceptaban. Los más buena onda me invitaban a jugar, se daban cuenta de que no les hacía daño. Me gustaba cuando llegaban los bailes. Me daba pena porque no quería que me vieran, aunque fue bonito porque conviví con muchos compañeros y compañeras. En una ocasión, me vistieron de jinete, tenía que usar sombrero. Siento que me veía gracioso. Me atreví y dejé de aislarme”. ‘Chuy’, como lo llaman sus seres queridos, se convirtió en el primer integrante de su familia en terminar la escuela primaria y secundaria.
La etapa laboral de Jesús Fajardo y su vida circense
Tras finalizar sus estudios, Chuy comenzó a trabajar en el campo familiar, algo que hizo durante cuatro años en sectores donde estaba muy solo. “Mi madre era estricta, no nos dejaba salir. No nos dio mucha libertad. Crecí casi sin amigos, con muy poquitos. No salía a jugar, a andar en bicicleta. Me la pasaba encerrado. ‘Mejor en la casa que en la calle’ me decía ella porque tenía miedo a que la gente me trate mal”, rememoró con gran pesar.
En una de sus jornadas laborales, un desconocido se le acercó para proponerle una oferta que, según le expresó, “le daría un gran ingreso económico”. Lo único que debía hacer era asistir a ferias y atender en los puestos de atención. Y lo aceptó.
Pero, su vida daría otro giro cuando el dueño de un circo lo vio y de inmediato se acercó hacia él. “Luego de conversar un poco, me ofreció trabajo y así empecé mi vida circense. Junto con mis primos Larry y Dany y los demás miembros de mi familia nos fuimos a probar suerte en las carpas. Pasé 20 años en el circo. A ellos no les gustaba, porque nos anunciaban como fenómenos, pero a mí no me importaba porque ganaba dinero de manera decente. Te presentan como algo raro, pero no le estás robando a nadie”, explicó.
A pesar de que en un principio no se sentía incómodo, al tiempo las personas del público sobrepasaron su confianza y lo expusieron a situaciones que lo marcaron a fuego: “Me decían ‘¿es una máscara?’ ;‘¿Comés carne?’; ‘¿Puedo tocarte la cara?’. Me tiraban de los pelos para comprobar que no fuera una farsa. Luego nos pusieron a realizar malabares, a subirnos a la rueda, a la cuerda y al trampolín. De ahí nos separamos cuando yo tenía como 14 años y mis primos se fueron a un circo donde tenían muchos aparatos y les enseñaron más cosas. A mí no me gustaba que me preguntaran qué trucos sabía hacer, me comenzaba a molestar estar ahí porque me exigían y me sentía expuesto, con mucho más morbo”.
El día en que conoció a su esposa
En Santiago Tilapa, mientras realizaba una de sus tantas funciones en el circo, Fajardo vio a Victoria entre los espectadores y de inmediato se le acercó cuando terminó el “show”. “Caminé hacia ella, decidido. Al principio, reaccionó temerosa, pero con la charla vino la confianza. ‘¿Te querés ir conmigo?’ le dije, y ese fue el primer encuentro. Fueron 10 días lo que me llevó convencerla. Se fue conmigo y el circo. Vendía pochoclos. De ahí nació Chely, nuestra hija, que tiene un poquitito de vello. Ahora está en primaria y le dicen ‘niña loba’, ‘chango’ y cosas muy feas. Pero, no le importa, no les hace caso, les dice que les falta cerebro. Es muy inteligente”, dijo sobre la pequeña que, poco tiempo atrás, lo acompañó en el estudio donde grababa su programa la conductora argentina.
El fin de la función
Cuando cumplió 35 años, Jesús abandonó el circo y consiguió un trabajo como sereno en el Museo del Policía en la Ciudad de México. Mucho más que en sus días en el circo, al tener más control sobre sus propias decisiones, comenzó a ser reconocido alrededor de todo el mundo y dio un sinfín de entrevistas en la televisión. No obstante, concluyó en que nunca se sintió cómodo por cómo era presentado cada vez que aparecía en escena: “Me ponían como un hombre lobo agresivo y no, yo soy tímido”.
Un documental sobre su vida
Para ponerle fin al morbo que rodeaba su historia, por el simple hecho de formar parte de un grupo minoritario que vive con hipertricosis congénita, Fajardo y su familia decidieron expresar sus pesares en un documental del 2014 llamado Chuy, el hombre lobo, realizado por Eva Aridjis. Allí mostraron cómo era su rutina familiar y hablaron sobre las consecuencias que les trajo este síndrome, como la falta de oportunidades laborales, además de la exclusión social.
“Con el documental espero ayudar a generar conciencia, pero también a ofrecerles oportunidades. Que los mayores consigan trabajo y los niños alguna beca para estudios. Fui testigo de la discriminación que los Aceves sufren en el día a día y de los estragos de esta en su vida personal y familiar”, mencionó la directora de la producción en diálogo con BBC Mundo, cuando promocionó su estreno el el 20 de octubre de 2014.
“Lo más duro fue ver la evolución de los niños. Son como cualquier niño, divertidos, juguetones. Pero conforme van creciendo y se van dando cuenta de que son diferentes y que los ven distintos, su carácter cambia. Se vuelven más serios, más melancólicos”, agregó.
Su presente y los motivos por los cuales dejó de dar entrevistas
En la actualidad, tras varios años de terapia y bajo el mensaje de terminar con la discriminación, Jesús tomó la determinación de no mostrarse más en los medios con su familia debido a que todos los comunicadores desviaban el tema principal de su historia y lo exponían desde un lado morboso. Pese a esa decisión, se volvió muy popular en las redes sociales donde cuenta con más de miles de seguidores.
En los últimos posteos que publicó, quedó en evidencia que disfruta de la vida con sus seres queridos. Desde viajes alrededor del mundo y recorridos en importantes puntos turísticos, se los puede ver felices y dejaron en claro que continúan con la misma fuerza que siempre.
Tras visitar durante años estudios de televisión y estar en el radar de los medios, el hombre de 47 años le puso fin a su etapa pública y se encuentra muy conforme con su decisión. Con otra madurez, remarcó que nunca dejará ganarse por las críticas y luchará para que todos sus hijos vivan igual que él: libres, alegres y auténticos.
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