Es escultora, encontró el camino para inspirarse con los animales y a cada cliente le entrega una pieza única
Belén Sanfeliú se dedica a la escultura de perros y gatos; en diálogo con LA NACION explicó cómo es el proceso al que le dio forma en la pandemia y exportará, en los próximos meses, a Inglaterra
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Desde muy pequeña, María Belén Sanfeliú entendió que su camino estaba orientado al arte. Su familia, dividida entre arquitectos, diseñadores gráficos e ilustradores, le dieron un ambiente propicio para que fluya la inspiración y la creatividad, dos puntos importantes a la hora de ser escultora.
Con la curiosidad como bandera, Belén, en sus primeros años de vida, empezó a observar cómo la porcelana fría podía recrear objetos que luego eran colocados como adornos en las tortas de cumpleaños. “Quería estar todo el tiempo haciendo eso”, le contó a LA NACION la protagonista de esta historia que, al crecer y capacitarse, encontró un nicho para conectarse con las mascotas, a quienes las considera como hijos.
Reconocida en sus redes sociales como escultora de animales, Belén atravesó un largo camino hasta encontrar su verdadera pasión. “En su momento no me lo imaginaba como una profesión o trabajo. Yo arranqué estudiando diseño de indumentaria en la UBA, donde me recibí, pero no había algún trabajo relacionado que me terminara de atraer”, explicó, quien luego incursionó como auxiliar docente en un taller creativo de inglés, donde mezclaba el idioma y también afloraba su costado artístico para que los pequeños pudieran conectarse con las manualidades y artesanías.
Sin avizorar un futuro próspero al moldear con porcelana, Belén entendió que debía evolucionar en su método para en algún momento poder vivir de sus manualidades. “Sentí que toqué techo con eso y ahí me metí en un taller de escultura, donde me enamoré de otras técnicas. Ahí conecté también con los animales porque moldeaba personajes de películas animadas como Dory de Buscando a Nemo, la ardilla de la Era del hielo, entre otros”, aseguró al detallar cómo fue su camino, en el cual se cruzó a Moro, el perro de su hermano, otro de los indicios que la encarriló y la hizo repensar que debía crear su proyecto impulsado por las redes.
El empujón que le brindó la pandemia para poder despegar
Con la capacitación recibida en el taller de escultura, donde conoció a Leonel, quien hoy es su esposo, Belén continuó con su trabajo en el colegio, lo que le daba recursos económicos para solventar sus materiales y, a su vez, exprimía al máximo el tiempo que le quedaba libre para hacer sus trabajos, los cuales llevan varias semanas de dedicación al ser piezas únicas.
“En 2019 trabajaba todo el día en el colegio, hasta que en diciembre, previo a la pandemia, renuncié al turno tarde para poder dedicarle tiempo a lo que realmente quería. Una vez que se decretó la cuarentena, daba clases por Zoom a la mañana y luego tenía el día libre y eso me sirvió un montonazo. La pandemia me dio el último empujón que necesitaba para dedicarme full time a esto, fue como una catapulta”, manifestó Belu Sanfe, como se hace reconocer por sus redes sociales, las cuales fueron otra pata importante de la mesa para explotar.
Perros y gatos invaden su feed de Instagram. Sus publicaciones, con videos interactivos, muestran el paso a paso de esculturas que le dan vida a los animales, quienes, según su óptica, son considerados como hijos para quienes aún no formaron una familia. A raíz de esta inventiva, la aceptación de sus seguidores fue total y, por ende, los pedidos comenzaron a llegar. En ese preciso momento, Belén entendió que era momento de ser selectiva para poder brindar una atención personalizada y acorde a la necesidad de sus clientes.
“Los clientes me cuentan sobre el animal, sus características generales, cuál sería la pose que les gustaría retratar. Otro detalle son las fotos, no me sirve que me manden una sola, sino varias y de diferente calidad para observar de distintos ángulos sus comportamientos”, relató la creadora de este contenido, que en la actualidad tiene 36 mil seguidores y una agenda cerrada debido a los compromisos que tomó durante este año.
En esa misma línea, agregó sobre la exclusividad que le brinda a cada escultura, lo que la convierte en un “objeto de lujo” para quien la recibe: “Cada escultura me lleva mucho tiempo y también hay que tener en cuenta que no hay tanta gente que se dedique a hacer esculturas de animales. Trato de ser realista, exigente, detallista, es por eso que tengo un cupo acotado. Lo que hago es entregar una pieza única al cliente”.
Dentro de una amplia gama de pedidos, Belén aclaró que en una ocasión un cliente le pidió la escultura de su perro fallecido, con una urna a su costado para poner las cenizas, aunque ella declinó la propuesta debido a que solo se encarga de confeccionar solamente bustos de animales.
Con un taller equipado para recrear estas figuras tan adoradas por sus dueños, la escultora explicó cuál es el método que emplea para darle vida a perros y gatos: “Los hago con plasticera que es una mezcla de tres productos como la parafina, plastilina y cera de abeja. Lo bueno de este proceso es que no se endurece nunca, entonces puedo trabajar la escultura el tiempo que crea necesario. Luego pasa a una etapa de molde con caucho de silicona y un contramolde con yeso. Una vez que termino eso, hago la copia final en resina para que en caso de que se caiga, accidentalmente, la figura no se rompa. Es un proceso largo y costoso”, manifestó, orgullosa de su evolución y el feedback que recibió de las personas que constantemente le envían mensajes para poder retratar a sus animales.
En busca de su sueño de poder vivir íntegramente de las esculturas, Belén dará un volantazo más a su vida al viajar a Inglaterra en los próximos meses, donde acompañará a su esposo, con quien comparte el camino de ser artista. “Se dio todo a los ponchazos por una oferta de trabajo que tuvo él. Ahora estoy esperando la Visa de acompañante para ir allá junto a Dali, mi perro. Allá tenemos muchos conocidos y sabemos que es otra historia, están más preparados para el mundo artístico”, explicó, quien seguirá en búsqueda de perfeccionarse lejos de la Argentina, pero con el corazón puesto en las personas que le dieron la confianza necesaria para tomar una drástica decisión en su vida, donde, a partir de ahora, le quedará cosechar los frutos de su esfuerzo.
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