Es campeón argentino de patinaje y brinda shows en el subte para solventar sus gastos deportivos
Lucas Benitez tiene 34 años y desde hace más de una década es competidor de patín; además, es la estrella de la línea B de subte y, en diálogo con LA NACION, reveló cómo logra recaudar dinero para cumplir su sueño
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La voz que anuncia cada parada de la línea B del subterráneo porteño se pierde entre la gente al momento en que un joven le pone play a su parlante. En ese entonces, las blancas luces del vagón se mezclan con coloridas que salen desde sus patines. El ambiente en el transporte público cambia por completo de la mano de Lucas Benitez. Alertas a lo que verán, los viajeros retiran su mirada del celular para posar su atención en el artista, mientras la música suena y la alegría despoja el espacio del cansancio que se respira. En diálogo con LA NACION, el patinador del seleccionado argentino cuenta el detrás de su trabajo diario.
“Lo que es para vos, te encuentra”, reza una popular frase, que puede sonar trillada y con poco sentido en aquellas personas que se están esforzando para lograr algo y el resultado que quieren no llega. Pero para otras, es el resumen de un trayecto de su vida. Y para Lucas puede encajar perfectamente, desde el momento en el que pudo reencontrarse y conectarse con el deporte que le demostró el verdadero significado de la pasión: el patinaje.
Cada tarde, este hombre de 34 años convierte el pasillo de un subte o tren que recorre la Ciudad de Buenos Aires en su pista de patinaje y brilla. Pese a ser un deportista profesional, la falta de recursos lo llevó a encontrar en el transporte público su escenario y su otro lugar de trabajo, que le permite recaudar fondos para sus gastos deportivos.
Un sueño pospuesto
Cuando era apenas un niño, en la localidad de Villa Bosch, Lucas comenzó a tomar clases de patinaje después de asistir a su jornada escolar. “Iba, pero la enseñanza no era buena. La profesora no tenía paciencia”, recuerda sobre aquel momento, que junto con la falta de dinero para comprar los elementos deportivos necesario, se convirtió en la razón que lo llevó a tener que interrumpir su educación deportiva. Desde ese momento, supo que tenía un asunto pendiente.
Su vida continuó entre sus estudios escolares y una adolescencia acompañada por sus padres y hermana. No fue hasta los 22 años que volvió a calzarse los patines para ponerle fin a ese deseo que imaginaba en su cabeza. En ese entonces, encontró en la Asociación de Fomento José Manuel Estrada, en el partido de Tres de febrero, el equipo de profesores que lo acompañaron en su nuevo acercamiento con este deporte. “Mis papás me inculcaron el estudio y después el deporte”, recuerda sobre los lineamientos que siguió para reencontrarse con la disciplina.
A fuerza de entrenamiento y dedicación, a tan solo un año de desempeñarse arriba de los patines, comenzó a competir en ligas zonales, y aquellos giros que tanto practicó salían perfectos. Pero el camino recién comenzaba. Para 2016, recibió la propuesta de ser parte de la competencia nacional. “En 2017 salí campeón nacional por primera vez. Después, durante cuatro años seguí ganando”, recuerda. Hoy forma parte del seleccionado argentino de patinadores y en su preparación profesional encontró algo más que la satisfacción de lograr objetivos, y son esos seres queridos que se transformaron en su familia, tras el fallecimiento de sus padres. Son su gran apoyo emocional, dentro y fuera de la pista.
Pero al igual que cuando era niño, el patinaje continua siendo un deporte que requiere de altos gastos económicos. Sus primeros patines profesionales fueron un obsequio, luego de una presentación en un encuentro en Mar del Plata. Pero el costo del atuendo, el mantenimiento, las competencias y las clases, son todos gastos necesarios para continuar en este camino.
No obstante, cumplir metas es un desafío motivador para este patinador, y buscó la solución para ese obstáculo, que no fue el primero que se le presentó. Desde muy pequeño tuvo en claro que nada frenaría sus sueños. Lucas tiene un angioma -se trata de un tumor benigno- en el costado izquierdo de su cara, que pese a que le reduce la visibilidad en el ojo izquierdo, no le impide tener autonomía en la pista, ni en la vida diaria.
Actualmente, tiene el certificado de discapacidad, por la patología que presenta, pero para él se trata solo de un trámite, por lo que decidió no ser competidor en categoría de personas con discapacidad, ya que considera -y fue aprobado por un comité- que no tiene impedimentos físicos.
El transporte público, su gran escenario
Es una imagen común que durante un viaje en tren, subte o hasta colectivo se pueda disfrutar del talento que diversos artistas que se presentan en espacios públicos. Aquellos escenarios, se convierten en un espacio libre en el que muestran sus distintas facetas y talentos, pero también en donde se desempeñan laboralmente. El método de recaudación de dinero, en estos casos, es el llamado coloquialmente a la gorra, donde los espectadores pagan con un monto a voluntad por el espectáculo que vieron.
En 2016, Lucas se unió a los artistas callejeros del transporte público, ofreciendo su canto a los viajantes. Pero tras un año decidió cambiar su performance, para trasladar su talento de la pista a los pasillos de los trenes o subtes que recorren la Ciudad de Buenos Aires. “Quería probar con algo nuevo. Y vi que la gente siempre estaba con los teléfonos (mientras viajaban) y cuando hago un paso o un giro, la gente deja el teléfono. Agradezco eso. El que lo ve le gusta, es algo nuevo e innovador”, explicó sobre la metamorfosis de sus presentaciones.
Para él, la jornada laboral comienza en su Villa Bosch natal. Cerca del mediodía, después de entrenar, con la línea del tren Urquiza o Mitre, donde hace el primer tramo de sus presentaciones diarias. Luego, toma el subte de la línea B, y patina hasta llegar a la última estación, Leandro N. Alem; lo repite en viceversa. El recorrido se extiende durante la tarde, idea y vuelta, todos los días. Usualmente, luego de las 17 horas, emprende camino de regreso a su hogar y continúa trabajando brindando clases de patín. Pero, en ocasiones, su labor en el transporte público puede extenderse hasta que el último servicio termine.
Durante esas horas, los pasajeros escuchan -y rememoran infancias- con el repertorio que Lucas eligió: en su mayoría, los clásicos de las ficciones de Disney. Aunque el tema “Libre soy”, del film Frozen, es su favorito, ya que con ese armó coreografías de competición y ganó premios. “Me gusta que sean canciones movidas, con un mensaje”, afirmó al respecto. El ritmo de la música le permite hacer diversas acrobacias, siendo las manijas del vagón sus sostenes para “volar” entre el angosto espacio. Volteretas y trucos no faltan en aquel diminuto pasillo. “Si no le ponés adrenalina, la gente no presta atención”, justificó con humor sobre sus arriesgados movimientos.
“A mí la gente siempre me ayuda, este es mi trabajo”, aseguró en agradecimiento a quienes colaboran luego de ver su show, como así también destaca a aquellos que lo graban y comparten en redes sociales, donde siempre se viraliza. Pero estas exitosas presentaciones lo llevaron a encontrar otra faceta; por ello, en la temporada de verano se traslada a la localidad balnearia de San Bernardo, donde la peatonal de la costa se convierte en su pista transitoria. Allí, los locales y turistas disfrutan de sus presentaciones por las noches en la vía pública y la temporada se convierte en un gran sustento para solventar sus gastos. “Lo que junto acá, me permite pagar los gastos administrativos de la Confederación, mando a confeccionar la malla y organizo la plata para el trabajo del año”, contó y dejó en claro que en cada etapa de competición debe hacer “trabajo de hormiga”, que todo lleva su tiempo y esfuerzo.
Hoy, a sus 34 años, Lucas tiene muchos sueños por cumplir. A corto plazo, ser parte del Mundial de Patinaje, que se realizará este 2024 en Italia; por cuestiones económicas no pudo viajar a la presentación del selectivo de los patinadores, sin embargo, la posibilidad de ser parte de los competidores está intacta. Para ello, deberá conseguir los primeros puestos en las próximas competiciones, lo que cree que es posible de lograr.
¿A largo plazo? Un deseo es poder continuar con su formación educativa y estudiar el profesorado de Educación física. Pero si de metas se habla, Lucas tiene una gran lista: “Quiero estar en la televisión, estar con Marcelo Tinelli. Quiero tener un lugar en un teatro para un show, tener un local para hacer espectáculos y tener una pista de patinaje para que muchos puedan andar. Patinar en el show de Disney On ice, es un sueño”.
Su esfuerzo, día a día, vale la pena, y sus logros personales y profesionales lo demuestran. En la pista o en el pasillo de un subte festeja poder sentir satisfacción por hacer lo que más lo apasiona. “Hago lo que me gusta, los problemas no existen adentro de la pista. Me gusta ver como le puedo cambiar el día a un pasajero, con alegría. Esa también es la retribución”, aseguró al subrayar que lo que comenzó como una necesidad personal se convirtió en un cambio para el otro.
Actualmente, debe tener múltiples labores para continuar asistiendo a las competencias y, por supuesto, solventar los gastos necesarios del día a día, como todo ciudadano. Además de trabajar duro por ello, apela a la ayuda del otro que quiere colaborar con su situación a través del alias de Mercado Pago lucasmartinbenitez.
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