Sol se anotó en un gimnasio pese a que nunca había hecho ejercicios físicos y se produjo un quiebre en su vida que, como psicóloga, la hizo incentivar a sus pacientes a comprometerse con los hábitos
- 9 minutos de lectura'
A los 28 Sol Esteves había caído en un pozo emocional. Se suponía, cuenta, que tenía que ser un momento de expansión en su vida, donde uno se asienta en las bases de la vida adulta y constituye su familia y su carrera, entre otras cosas. Pero ella venía de una separación, no sabía qué quería hacer de su vida y se sentía sola y perdida. “Tenía tantas ganas de hacer mil cosas, me apasionaban mil tareas, sabía que tenía mil talentos, pero no sabía para dónde arrancar ni por dónde comenzar”, dice, a la distancia.
Después de largos meses de oscuridad y tristeza, como ella lo denomina, se dio cuenta que para sentirse mejor debía hacer algo con ese vacío que sentía. Entonces, se anotó en un gimnasio, se compró zapatillas y tímidamente se asomó un día lunes. Hasta ese momento jamás había hecho ejercicio en su vida. Sin embargo, por aquellos días no se imaginó que esa actitud iba a cambiar 180 grados su vida.
“Como no pensaba unirme a una clase, me subí a la caminadora, como el ´patito feo´ entre todos los asiduos concurrentes del gimnasio del barrio. Me puse música y empecé a caminar. Fueron unos 20 minutos donde yo tenía una tarea que realizar: caminar. Y la cumplí. Como por arte de magia, regresando a mi casa noté que estaba mejor. Sí, ¡claro! Me había propuesto algo para mí y lo había logrado. Estaba mejor. Tal vez esta era una punta desde la que yo podía tirar”.
“Cómo tomar pequeñas decisiones pueden cambiar nuestra vida”
Sol volvió al gimnasio al día siguiente y al siguiente y de esa forma esa actividad se fue transformando en un hábito que empezó a construir desde los cimientos y el gimnasio empezó a convertirse en un lugar de pertenencia.
A partir de ese entusiasmo Sol se anotó para ser parte de un equipo de running que salía a correr tres veces por semana. “Cómo tomar pequeñas decisiones pueden cambiar nuestra vida, me impresiona. Esa primera salida fue increíble, no me la voy a olvidar nunca en mi vida. Un pequeño paso, pero que se convirtió en un gran quiebre, un punto de inflexión en mi vida. Puede parecer una pavada, pero fue un antes y un después. Fue el momento donde empecé mi cambio interior”.
“Era Rocky corriendo en invierno con cero grados y debajo de la lluvia”
Si bien como principiante la primera vez le costó correr esos dos minutos inaugurales, para su sorpresa lo pude hacer. Como ella misma no se cansa de decir: “Podía correr y no morir en el intento”. Esa primera vez, cuenta, se sintió genial ya que nunca hubiese imaginado que podía correr y encima disfrutarlo.
“Cuando corría tenía la mirada fija hacia adelante, a lo alto, y allí visualizaba la vida que quería, el trabajo que quería, la familia que quería. A veces, me costaba, por supuesto, me cansaba o me dolía. Con el correr diario se me empezaban a lastimar los dedos de los pies y me dolían los músculos. Pero me había prometido hacerlo todos los días. Entonces, tenía un mantra: ´Con música, sin música, con ganas, sin ganas, con dolor, sin dolor, con frío, sin frío, con lluvia, sin lluvia: ¡yo corro! Y así salí todos los días por varios años como una alumna con asistencia perfecta. Me empecé a llamar a mí misma ´Rocky´. Sí, Rocky Balboa. Era Rocky corriendo en invierno con cero grados y debajo de la lluvia. Me sentía invencible. Empecé a sentir que podía hacer cualquier cosa”.
La importancia del poder que tiene la mente
Con mucha constancia, perseverancia y esfuerzo, una mañana Sol se encontró con que había finalizado una carrera de 21K, es decir, una media maratón. Y lloró de la emoción en el momento preciso en que cruzaba la meta, una meta que iba más allá de la cantidad de kilómetros que había recorrido.
“Independientemente de correr una hora o dos, que era lo que menos me importaba, lo que me asombraba era el poder de mi mente. Me fui dando cuenta de a poco, al constatar esta premisa con otras situaciones de mi vida que uno “llega” hasta donde le da la mente, hasta donde uno se anima a imaginar, hasta donde uno se compromete”, expresa.
Desde ese primer día en que Sol se animó a ir al gimnasio empezó a construir un hábito y como licenciada en Psicología es uno de los temas que más trabaja con sus pacientes. También comparte este y otros pensamientos en su cuenta de Instagram.
¿Qué son los hábitos?
El ser humano viene programado para desarrollar hábitos. Una vez que una conducta se repite se forma un patrón. Algunas conductas precisan tan sólo de dos repeticiones para convertirse en aprendizajes automáticos. Otras precisan de varias repeticiones que pueden llevar unas semanas o, incluso, meses. Al fin y al cabo, cualquier conducta se puede convertir en un hábito.
¿Qué tipo de hábitos existen?
Literalmente, todas las conductas de nuestro cuerpo pueden transformarse en hábitos. Cuando hablamos de conducta lo decimos en el sentido amplio: una forma de pensamiento es conducta, una respuesta social, una respuesta emocional o funcional. Nuestras formas de procesar la información, de dar respuesta a los estímulos, de relacionarnos con los demás, de resolver problemas, o de tramitar las emociones se basan en patrones heredados y aprendidos que se vuelven más o menos automáticos. Por lo general, la mayoría de nuestras respuestas cotidianas (salvo algunas decisiones controladas, tomadas a consciencia y sopesando pros y contras) son automáticas, es decir, basadas en hábitos (aunque no seamos conscientes de ello). Es así como me “acostumbro” a comer más o menos sano, a estar más activo/a durante el día, a responder amablemente a los demás, a animarme a hacer cosas nuevas o a interpretar la realidad o lo que me pasa de manera más positiva o negativa.
Por supuesto, estos hábitos se basan en tendencias genéticas heredadas y se moldean en la experiencia y en el aprendizaje, ya sea provisto desde afuera (padres, madres, educadores) o propio (mi propia meta-cognición y reflexión sobre lo que me está pasando).
¿Cuáles pueden ser los beneficios de estos hábitos?
El hábito es como una “órbita” que me hace girar en automático alrededor de una conducta. Si el hábito es negativo, las consecuencias son dañinas para la persona. Si el hábito es positivo, me llevan a la expansión y la felicidad, propia y de mi entorno. ¿Cómo me doy cuenta si es un hábito positivo o negativo? Si me siento mal, seguramente esté obrando “mal” (o en contra de lo que mi cuerpo físico, mental y emocional necesita para desarrollarse). Si me siento bien, muy probablemente esté obrando a favor de la biología y de las leyes naturales. Es la forma que tiene la vida para decirnos: “por acá no es”, o “por acá sí”. Nuestras acciones actuales, de esta manera, son, en parte, el resultado de nuestras acciones pasadas, es decir, de nuestros hábitos.
Hay mucha gente que arranca un hábito y luego lo abandona. ¿A Qué se debe esto?
Algunos hábitos precisan más tiempo para instalarse y empujarnos a actuar en automático. Es por ello que al comienzo cuestan más. Allí es donde uno pone en juego la inteligencia (el saber cognitivo que eso me va a hacer bien en el mediano y largo plazo, por más que ahora me cueste) y la perseverancia, esa fuerza interior que me empuja a atravesar los obstáculos. Un hábito puede haberse instalado y que “salga de su órbita” por alguna circunstancia interna o externa: “me chocó un asteroide”. Es por ello que para tener una estructura sólida que sea “a prueba de choques y contra-tiempos” es beneficioso tener una serie de hábitos positivos que nos ayuden. Como un “arsenal”, una barrera positiva que filtra y bloquea a los estresores del ambiente. Esta barrera puede estar compuesta por buenos hábitos de pensamiento, relaciones sociales sanas, hábitos de higiene, sueño, actividad física, alimentación. Pero sobre todo “hábitos espirituales” que me permitan siempre ver “más allá” de lo que es “justo o injusto” en este mundo.
¿De qué depende que podamos seguir adelante con nuestro hábito?
¡De nuestra determinación! Y de ser conscientes constantemente de los beneficios de estos hábitos positivos. Es tan importante el hábito, como el ejercicio de felicitarnos y reconocer nuestros logros. Si constantemente “abandonamos” ese hábito que nos proponemos, tal vez debemos proponernos un hábito menor: desglosar esa conducta en conductas más pequeñas, para que esté en el nivel óptimo de que no sea demasiado grande o difícil como para que me frustre en el camino y la abandone, o demasiado pequeña para que no sea significativa y me aburra.
Para poder instalar un nuevo hábito positivo debo estar muy convencida/o de que lo quiero lograr. Y armar un plan de acción: poner recordatorios de lo que quiero lograr y por qué por todos lados. Estar muy motivado por la meta que quiero conseguir.
¿Qué relación hay entre cumplir con un hábito y alcanzar un logro u objetivo?
Todo logro u objetivo se asienta en hábitos. Desde que me levanto a la mañana (y cómo me levanto) hasta cuándo me acuesto por la noche (y cómo me acuesto), cada pequeña acción favoreció o deterioró el logro u objetivo que me haya propuesto. Si tengo un gran logro por delante, más vale llenarme de la mayor cantidad de hábitos positivos posible. Porque si tengo un muy mal hábito al relacionarme con los demás y por la mañana ya me peleé con mi vecino, tengo más probabilidades de que mi meta de bajar de peso se vaya al demonio. Por eso, debo estar muy focalizado/a en la meta, y cuando tengo un gran logro por alcanzar, minimizar al máximo los estresores o distractores. La meta debe ser realista; medible en conducta y sostenible en el tiempo.
La persona que no claudica es dueña de su destino
La persona que persevera y no claudica es dueño/a de su destino. La persona que persevera y no claudica es dueña/o de sí misma/o. Obviamente que existen los imponderables de la vida y los sucesos inesperados. Pero la persona que persevera puede lograr (casi) cualquier cosa que se proponga para sí misma y su entorno.
Si tenés una historia de superación personal, de transformaciones o de cambios a partir de un suceso en particular mandanos un resumen y tus datos a historiasdevidalanacion@gmail.com
Más notas de Todo es historia
Más leídas de Lifestyle
Horarios clave. El té que mejora la memoria y te ayuda a dormir como un bebé
Secreto natural. Las seis plantas sagradas del mundo: cuáles son, su origen y el poder que se le atribuye a cada una
Se volvió viral. Un carnicero contó la razón por la que nunca se debe pedir pechuga de pollo
Superalimento. La semilla que favorece el funcionamiento del cerebro y mejora la memoria