El truco infalible para cortar la cebolla sin llorar
Se trata de un método casero antiguo ideal para prevenir el lagrimeo que producen estas verduras al ser cortadas
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Unas de las actividades que más cuestan a la hora de cocinar, sin dudas, es picar la cebolla para distintas preparaciones. Y todo esto se debe al lagrimeo que se produce en los ojos, producto de un efecto químico que genera que la persona llore.
La explicación de por qué el cocinero llora a la hora de cortar o picar una cebolla es debido a que las células de esta hortaliza contienen azufre y enzimas que, juntas, producen sulfato de alilo. Esto es algo muy similar al gas lacrimógeno; entonces, cuando este gas se eleva, la persona lo respira y entra en contacto con los ojos, que intentan protegerse con lágrimas.
Sin embargo, estas solo empeoran la situación, ya que el sulfato en contacto con el agua se transforma en ácido sulfúrico, por lo que los ojos llorosos se irritan aún más y generan más y más lágrimas.
La situación se pone difícil, porque hay que hacer una pausa o intentar cortar todo rápido, pero existe un antiguo truco para sortear este obstáculo de la mejor manera posible y sin tener algo extraordinario.
El truco para no lagrimear mientras se corta la cebolla es dejarla en la heladera, más precisamente, en el freezer entre 15 y 30 minutos antes de utilizarla. El tiempo será de acuerdo a qué tan grande sea. Cabe destacar que las cebollas blancas, dulces y moradas generan menos lágrimas que las amarillas.
Por último, basta con tener un cuchillo bien afilado para cortarla recién salida de la heladera. Un segundo tip es que entre más fino y limpio sea el corte, menos reacciones enzimáticas va a generar, por lo que los cuchillos normales, como los de sierra, no son convenientes para este trabajo.
Cómo elegir una buena tabla para cortar
De madera o de plástico, planas o con canaleta en los bordes. Las tablas de corte son un elemento básico de cualquier cocina. En muchos hogares se usan para muchas más cosas que cortar alimentos y en pocos se conocen las reglas básicas para cuidarlas. No se trata únicamente de mantenerlas en buen estado, es necesario tomar algunos recaudos para evitar que este mal uso se convierta en un riesgo para la salud.
“Cuando hablamos de contaminación cruzada, nos referimos a la transmisión de microorganismos de un alimento ya contaminado, como por ejemplo carne cruda, a otro alimento que ya se encuentra cocinado (un guiso) o desinfectado”, explica María Laura Villanueva en un artículo publicado en el Portal de Inocuidad. Esta contaminación puede ser directa, de un alimento a otro, o indirecta, a través de la utilización de utensilios, superficies o intermediarios contaminados.
La primera pregunta es: ¿plástico o madera? En las cocinas profesionales los utensilios de madera no están permitidos, porque se trata de una superficie porosa que puede acumular restos de alimento y desarrollar bacterias en su interior. Por eso se utilizan las de plástico, que además se distinguen por color. La recomendación es tener dos, como mínimo. Una para carnes y pescados crudos, y otra para verduras, frutas, quesos y panificados.
Para cuidar la limpieza, el primer paso es lavarlas inmediatamente después de cada uso. Desde Bromatología en casa recomiendan además sumergirlas durante cinco minutos en una solución con cinco gotas de lavandina por litro de agua. Después secarlas y no guardarlas en cajones o lugares cerrados, un entorno que facilita la proliferación de bacterias.
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