En el corazón de Exaltación de la Cruz, el coche histórico ofrece todos los servicios de un hotel; “Me vine con la idea de vivir y armar este proyecto”, cuenta, en diálogo con LA NACION, su dueño
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Para el emprendedor Germán Crimi, los colectivos siempre han sido un objeto fetiche y con fuertes resonancias afectivas. Aquella semilla sembrada por su abuelo -chofer de la línea 88- germinó rápido, al punto tal de que se compró un Mercedes Benz 911 -modelo 1968- y lo instaló en el parque de su hermosa residencia ubicada en Exaltación de la Cruz, un pintoresco pueblo ubicado 80 kilómetros al norte de Buenos Aires.
Si ya la idea de estacionar un ómnibus a metros de la cocina de su casa fue una osadía algo excéntrica, que lo haya convertido en una pomposa suite abierta al público es toda una curiosidad.
“Tengo esta idea dándome vueltas desde siempre, pero no contaba ni con el espacio ni con el colectivo”, explica este hombre de 41 años, padre de mellizos y que siempre contó con el apoyo de su mujer para concretar el proyecto: “Si ella no me hubiera alentado, no lo podría haber hecho”. Hasta sus pequeños hijos naturalizaron la idea de tener un colectivo adentro de su propia casa.
Hace ocho años comenzó una búsqueda intensa, esas que valen la pena. “Me tomó mucho tiempo, porque quería que fuera un modelo antiguo, ya que mi idea siempre fue armar un hospedaje atractivo visualmente”, explica Crimi, quien se ha dedicado a la confección de ropa.
Aquel sueño hoy se llama Bondiglamp y es nada menos que la posibilidad de hospedarse en un antiguo colectivo de la línea 60, ese ícono omnipresente que, según indica el letrero original, iba de Constitución al Tigre Hotel.
Si el extenso predio está parquizado con muy buen gusto, el interior de ese coche que tuviera veinte asientos es de una elegancia y confort que invitan a pernoctar varios días sin moverse de allí. Como síntesis, y para explicar de qué va la cosa, el nombre del lugar es una combinación perfecta, ya que juega con la argentinidad del “bondi” y con la idea del “glamping”, la impuesta modalidad de acampe con ciertos lujos.
Cinco estrellas
El interior del colectivo, que cuenta con aire acondicionado y calefacción, fue totalmente acondicionado, convirtiéndolo en una amplia suite que está pensada para la estadía de dos “pasajeros”. El somier King size está ubicado en la parte trasera, con la luneta como espaldar. El servicio ofrecido incluye la ropa de cama para invierno y verano.
Las ventanas son originales, al igual que las herraduras y el techo. Si bien el vehículo fue refaccionado, no ha perdido su esencia: claramente se está dentro de un colectivo. En la mitad del vehículo aparece un plasma inteligente de buenas dimensiones y un refrigerador vintage muy simpático.
Un sillón de varios cuerpos remata el estar de esta suite a la que más de un hotel le envidiaría sus metros. La iluminación está pensada de manera tal que ambiente el espacio generando contraluces y climas. “Es un hotel arriba del bondi”, explica el creativo diseñador.
Indudablemente, la parte delantera es la vedette. Allí está el volante original con su tablero y palanca de cambios, y ese asiento tan característico del “bondi” del tiempo ayer. Los nostálgicos deben subir prevenidos, alguna lágrima se puede piantar ante el monedero, la boletera y la “ramalera” original que anuncia el final del recorrido en Constitución.
La fachada exterior del “trompudo”, como se denominaba cariñosamente a este modelo, respeta el diseño original y hasta aparece por ahí el porteñísimo fileteado que no se priva de homenajear a las Islas Malvinas y a Diego Armando Maradona.
A un costado del vehículo se encuentra el baño completo, especialmente construido, y sumamente confortable. Dada la disposición del predio, el huésped no toma contacto con los dueños de casa. La privacidad es total.
Al aire libre
Si el interior es sumamente confortable y bello, el inmenso parque no se queda atrás. En un entorno definido por el paisajismo, se emplaza una pileta de varios metros de largo y un quincho muy confortable que cuenta con una barra libre para ser utilizada por los huéspedes. Las reposeras invitan a descansar observando a la naturaleza.
A un costado se emplaza la parrilla. “Si viene alguien que desea comer asado y no sabe hacerlo, yo se lo preparo”, anticipa el anfitrión. Objetos telúricos y de época enmarcan cada rincón del predio, incluido un letrero de colectivo que anuncia que el recorrido termina en Cabildo y Congreso.
También el quincho puede ser utilizado para tomar el desayuno de campo que está incluido en el valor de la estadía. Como Bondiglamp no ofrece servicio de comidas, hay varios comercios cercanos que ofrecen desde pizza a sushi y cuentan con delivery.
Querer es poder
“Miré muchos vehículos, pero la mayoría se encontraba en un estado de deterioro total”, reconoce Germán Crimi, quien, con buen olfato, logró dar con el propietario del colectivo que andaba buscando y que, según las fotos donde se ofrecía su venta, lo mostraba en buenas condiciones. “Estaba estacionado en la zona de Ranelagh y, ni bien lo vi, supe que era lo que necesitaba. No me interesaba si arrancaba, porque me lo llevaba igual, pero, por suerte, arrancó”.
El Mercedes Benz 911 tenía las ruedas hundidas en el pasto, lo cual complejizó movilizarlo. Finalmente, fue llevado en grúa a un taller de la localidad de Tigre, donde permaneció un par de años sometido a un exhaustivo trabajo de puesta en valor. Para que su motor siga activo y los neumáticos no se empantanen, con cierta periodicidad, es movido algunos metros.
Crimi y su familia son vecinos de Exaltación de la Cruz desde hace cinco años. “Me vine con la idea de vivir y armar este proyecto. De hecho, el colectivo lo compré antes de venirme a este lugar”, recuerda este audaz emprendedor que nació en La Paternal y transcurrió gran parte de su vida en Floresta.
Hace poco tiempo, un grupo de 15 choferes de la línea 53 visitaron el lugar y se emocionaron ante la presencia del coloso petiso pintado de amarillo con la leyenda “Micro Ómnibus Norte S.A.”. ¿Quién no reconoce la frase? Algunos lloraron, como cuando Crimi escaló, por primera vez, los escalones de ese coche manejado por su abuelo, que iba de Once hasta Cañuelas: “Sentía que me estaba metiendo adentro de un monstruo, me impactó”, rememora. Acaso por eso, a los nueve años había decidido ser colectivero. “Era lo único que tenía en la cabeza”. En cierta forma, el objetivo fue cumplido.
“Para mí, el colectivo tiene una magia especial”, finaliza, mientras invita con una picada con pan de campo deliciosa, mientras recuerda que varias parejas han venido de “trampa” a pasar un fin de semana, pero esa es otra historia.
Bondiglamp invita a disfrutar de sus comodidades. Como en un hotel cinco estrellas, pero arriba de un colectivo y con la ventaja que nadie gritará “corriéndose al interior”.
¿Dónde está y qué ofrece?
La estadía para dos personas incluye desayuno de campo completo, ropa de cama y toallas, piscina privada, quincho, barra de tragos libre, parrilla y servicio de WI FI. Permanencia: desde el mediodía hasta el atardecer del día siguiente.
Acceso directo por autopista Panamericana.
Contacto: @bondiglamp
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