Su simpática apariencia esconde una capacidad de supervivencia inigualable; habitan la Tierra por lo menos desde hace 600 millones de años
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De apariencia rechoncha -y surreal- los tardígrados han intrigado a los investigadores desde hace años. Y es que este animal de ocho patas, cuya extensión no supera el milímetro, y que puede encontrarse en casi todos los hábitats del mundo, tiene la insuperable capacidad de sobrevivir en las situaciones más extremas.
Ni la falta de oxígeno o agua, ni las temperaturas más abrasadoras o heladas, ni la radiación del espacio exterior hacen mella en los llamados “osos de agua”, que sobreviven a estas condiciones ingresando en un estado profundo de animación suspendida. Esta aptitud les ha permitido habitar la Tierra por lo menos desde hace 600 millones de años, y superar con éxito los cinco eventos de extinción masiva del planeta.
Según descubrió un equipo de investigadores, el mecanismo clave que contribuye a su resiliencia es una suerte de interruptor molecular que da inicio al estado de animación suspendida. Este sensor molecular detecta las condiciones dañinas en el entorno, y le dice al invertebrado cuándo entrar en estado latente y cuándo puede volver a retomar la vida normal.
El estudio –liderado por los investigadores Derrick R. J. Kolling de la Universidad Marshall y Leslie M. Hicks de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, Estados Unidos- fue publicado en la revista PLOS ONE.
Experimento
Para entender el mecanismo, los investigadores expusieron a los tardígrados -también conocidos popularmente con el entrañable apodo de “lechones de musgo”- a temperaturas heladas, altos niveles de agua oxigenada, sal y azúcar. En respuesta a estas condiciones extremas, las células de los animales produjeron moléculas dañinas altamente reactivas llamadas radicales libres.
Los radicales libres luego reaccionaron con otras moléculas, según le explicó Hicks a la revista New Scientist. Así, descubrieron que los radicales libres oxidan un aminoácido llamado cisteína, uno de los componentes básicos de las proteínas del cuerpo. Estas reacciones hacen que las proteínas cambien su estructura y función, y esto envía una señal para que se inicie al estado latente.
En cambio, en los experimentos en los que los investigadores utilizaron sustancias químicas para bloquear la cisteína, los osos de agua no lograron detectar los radicales libres y por ende no pudieron ingresar en el estado de latencia. “La cisteína actúa como una especie de sensor regulador”, señala Hicks. “Permite a los tardígrados sentir su entorno y reaccionar ante el estrés”.
Cuando las condiciones externas mejoraron, descubrieron que la cisteína ya no se encontraba oxidada, y eso les daba a los tardígrados la indicación de despertar de su estado de animación suspendida. El resultado de la investigación muestra que la oxidación de la cisteína es un mecanismo regulador vital que contribuye a la notable resiliencia de los osos de agua y los ayuda a sobrevivir en los ambientes en cambio constante.
Los investigadores esperan que, en el largo plazo, su trabajo ayude a entender mejor el proceso de envejecimiento, así como el impacto en el cuerpo de los viajes espaciales, dado que ambos se ven influidos por el daño que provocan los radicales libres en la maquinaria celular vital como el ADN y las proteínas.
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