El placer de ser un motivador y cuatro maneras de lograrlo
Aunque la palabra placer se haya desvirtuado y tenga mala prensa, en su justa medida y forma es algo que nunca debería faltar en nuestra vida; cuatro formas prácticas de motivar a alguien
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El placer es algo subjetivo. Por esta razón, lo que puede resultar placentero para una persona, tal vez no lo sea para otra. Es por ello que, cuando hablamos del tema, usamos expresiones tales como: “Me encantó”, o “No me gustó para nada”. Como dice el famoso refrán: “Sobre gustos, no hay nada escrito”.
Todos los seres humanos, desde pequeños, necesitamos esta emoción positiva que nos nutre y nos permite sentirnos plenos, vivos, satisfechos. Alguien que no suele experimentar el placer sano en su vida, ya sea que se trate del amor de pareja, de la amistad o del conocimiento, sentirá dolor, el cual es precisamente lo opuesto al placer.
Aunque la palabra placer se haya desvirtuado y tenga mala prensa, en su justa medida y forma es algo que nunca debería faltar en nuestra vida. Pues, quien siente placer a menudo, disfruta, en consecuencia, de buena salud física, emocional y espiritual.
¿Te cuesta divertirte, disfrutar e incluso, aun siendo adulto, jugar? ¿Describirías tu vida como emocionante, o aburrida y monótona? Si eliges la segunda opción, probablemente estés necesitando un poco de actividades placenteras en tu vida. Una de ellas y que puede llegar a nutrirnos grandemente consiste en motivar a los demás.
Hay gente que posee una personalidad motivadora por naturaleza; sin embargo, todos podemos entrenarnos para convertirnos en motivadores. Te invito a analizar algunas formas prácticas de motivación.
1. Hacer una pregunta directa
Cuando vemos a alguien sin motivación, podemos preguntarle directamente: “Te noto desanimado, desanimada, ¿qué te pasa?”. Y luego brindarle ayuda de acuerdo con lo que responda. Si la persona no desea contarnos lo que le sucede, por supuesto, debemos respetar su silencio.
2. Emitir el siguiente mensaje: “Tu tarea es valiosa”
Cuando le hacemos saber al otro (conocido o no) que lo que hace, ya sea una tarea pequeña o grande, es importante, lo motivamos porque le permitimos sentirse valorado y apreciado.
3. Conducir al lugar adecuado
Motivamos al otro (llámese pareja, hijo, amigo, o empleado) cuando le brindamos el espacio para que se dedique a hacer lo que ama. Por eso, tenemos que preguntarle a menudo a la gente que nos rodea: “¿Qué cosas te interesan y te dan placer llevar a cabo?”. No hay nada más motivador que hacer lo que a uno le gusta.
4. Reconocer una necesidad
Y, por último, somos motivadores cuando tenemos en cuenta lo que el otro está necesitando, y se lo brindamos. Tocar el deseo de alguien es comprometernos con esa persona y animarla a perseguir y alcanzar sus metas.
Motivar a los demás es una de las mayores fuentes de placer y, sin duda, una manera de construir puentes y de hacer de este mundo un lugar donde es grato vivir.
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