El guerrero vikingo que resultó ser mujer: el error científico que evitó reconocer el sexo de la mayor luchadora nórdica
Por más de 100 años se esquivó la idea de que una fémina pudiera dirigir el ejército del pueblo escandinavo hacia el 800 d.C; sin embargo, las sucesivas investigaciones confirmaron una equivocación que señalaron como discriminatoria
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La historia es subjetiva -en la mayoría de los casos- por quienes la escriben. Con el paso de los años se refutaron, gracias a la ciencia, antiguas creencias devenidas de la religión o de los ideales morales de una sociedad en constante cambio. Hace más de un siglo, el arqueólogo Hjalmar Stolpe descubrió la tumba vikinga más importante e imponente de Birka, un pueblo de Suecia. Al desenterrar los restos, se topó con un esqueleto humano junto a un ajuar funerario de alto rango. De inmediato, señaló que se trataba de un guerrero y así se creyó hasta hace 10 años, cuando se comprobó que se trataba en realidad de una mujer.
En torno a los vikingos se creó una imagen superior de guerreros indelebles, capaces de abatir cualquier obstrucción en su camino. Con características físicas de hombres fuertes, rudos y sin temor a nada, llegó a la literatura y a la ficción una creencia un tanto desfasada de lo que aseguran los hechos históricos y que la ciencia -esta vez sin errores- logró confirmar.
Hombres y mujeres: la imagen de los vikingos más certera
La serie Vikings alimentó ese pensamiento contemporáneo de lo que era ser vikingo. Sin embargo, como todo, siempre se guarda ficción en las tiras basadas en hechos reales y/o históricos.
En primer lugar, estar bajo esa definición no pertenecía a un pueblo, sino que correspondía a un estilo de vida. Así lo explicó el historiador y experto en la sociedad escandinava Fritz Askeberg, que aseguró que la palabra vikingo se vincula con el verbo vijka, es decir, estar fuera de lo común. Esta gente elegía la guerra y los saqueos como parte de su lema identitario.
En el libro The Viking: Mith and Misconceptions, su autor Brian McMahon, se refirió a que “hacer el vikingo” devenía de las prácticas de los hombres que iniciaban en su juventud para ganar honores y riqueza. Además, solo lo practicaban por un determinado tiempo y no hasta la vejez. Algunos de los motivos se basaban en la búsqueda de tierras y alimento.
Otro mito falso es su aspecto. No todos eran altos, rubios y de ojos celestes. Un estudio del 2020 probó que los escandinavos también se mezclaron con otros europeos del sur y euroasiáticos, por lo que su fisonomía también incluía a personas de pelo castaño y ojos color marrón.
La historia de la guerrera de Birka y el ocultamiento de la verdad
Hjalmar Stolpe descubrió el entierro del presunto guerrero, en 1878, en Birka, un asentamiento vikingo que floreció en el 750 y el 950 d.C en las tierras suecas. Durante esa época, el paisaje se modificó con varias tumbas en forma de colinas que en el siglo XIX develaron parte de los entierros funerarios.
Uno de los que más llamó la atención fue la del glorioso guerrero. Su esqueleto yacía junto a diferentes elementos bélicos como “una espada envainada, un hacha, un cuchillo de combate, dos lanzas, dos escudos, una aljaba con 25 flechas perforantes y un pequeño cuchillo de hierro”, según señaló la revista de divulgación científica Livescience. Además, enterraron un caballo y un semental en los pies de la persona, lo que elevó su carácter de grandeza.
Hace más de un siglo atrás, Stolpe creyó que podría tratarse de un hombre, no solo porque los mandatos históricos se basaban en personajes masculinos, sino por todos los objetos que indicaban su fuerza.
La tumba era la más occidental de Birka y en la superficie tenía una piedra que identificaba al sujeto que estaba debajo. “La bolsa con tres dados de asta y 28 piezas de juego, incluida una pieza de rey marcada con un clavo de hierro, se encontraba en el regazo del difunto”, aclaró la investigación que se llevó a cabo hacia finales del 1800. A partir de allí científicamente se lo marcó como Bj 581.
Por casi un siglo se consideró que habían hallado los restos del mayor guerrero vikingo, hasta que en 1970 un análisis anatómico de los huesos sugirió que se trataba de una mujer. Esto causó un gran revuelo en la comunidad y esto se desmintió.
En 2014, la bioarqueóloga Anna Kjellström realizó un análisis osteológico de los huesos pélvicos y la mandíbula del esqueleto bajo la teoría de que era una mujer y no un hombre. Tras los resultados de esos estudios, los datos coincidieron con la información brindada cuarenta años antes. Sin embargo, esto desafió nuevamente la percepción masculina de la historia y por ello se negó esta posibilidad.
Con el fin de terminar con este ida y vuelta que mantuvo en vilo a diferentes mujeres científicas que querían resaltar la imagen de las guerreras vikingas de ese país, en 2017, Charlotte Hedenstierna-Jonson, arqueóloga de la Universidad de Uppsala en Suecia, publicó en el American Journal of Physical Anthropology.
Las expertas realizaron un análisis genético en el que no hallaron cromosoma masculino, sino femenino -XX- por lo que con ello se terminó con la idea sobre el presunto gran guerrero vikingo. Se estima que murió cuando tenía entre 30 a 40 años y el lugar funerario “refuerza una interpretación guerrera: está situada fuera de la puerta del fuerte de la colina Birka y adyacente a dos otros entierros que contienen numerosas armas”. Además, en el estudio concluyeron: “En nuestra opinión, Bj.581 era la tumba de una mujer que vivió como guerrera profesional y fue enterrada en un ambiente marcial como un individuo de rango”.
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