El devastador destino del hombre que estuvo 264 horas sin dormir
Randy Gardner, de 17 años, decidió hacer un experimento para la feria de ciencias de la escuela y batió un récord, pero, la proeza le pasó factura mucho tiempo después
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Randy Gardner tenía solo 17 años en diciembre de 1963 cuando tuvo una idea insólita para cumplir con un trabajo en la feria de ciencias de su escuela. Decidió experimentar qué podría pasar si decidía romper el récord y convertirse en el hombre que más horas estaría sin dormir en la historia. Así, gracias a la ayuda de un compañero y otras personas que fiscalizaron su accionar, estuvo poco más de 11 días sin conciliar el sueño. Una verdadera locura que, con los años, le trajo efectos devastadores.
El experimento de Gardner comenzó en San Diego, California, a fines de 1963 y finalizó el 8 de enero de 1964. En total, pasó 264 horas con 25 minutos sin dormir. Es decir, 11 días con 25 minutos.
El adolescente llevó a cabo su récord con la asistencia de su compañero de escuela Bruce McAllister, que fue, en verdad a quien se le ocurrió la idea de experimentar con la falta de sueño.
En rigor, ambos jóvenes, una vez decididos a no dormir por el tiempo que fuera, lanzaron la moneda para ver quién sería el insomne y quién regularía el experimento. Y le tocó a Gardner ser el conejillo de indias.
Anteriormente, el récord de una persona sin dormir lo tenía un DJ de Honolulu, con 260 horas. “Queríamos explorar, en principio, el efecto del insomnio en la capacidad paranormal”, explicó el mismo McAllister a la BBC, en una entrevista que concedió en 2018. “Nos dimos cuenta de que no había manera de que pudiéramos hacer eso y entonces decidimos trabajar sobre el efecto de la privación del sueño en las capacidades cognitivas y el rendimiento en el juego del básquet y otras cosas que se nos ocurrirían”, añadió el amigo de Gardner.
Antes de iniciar el experimento, acudieron a otro amigo para que los asistiera, Joe Marciano, y luego se conectaron con William Dement, un investigador del sueño de la Universidad de Stanford. Se sumó también el teniente comandante médico de la marina estadounidense, John J. Ross.
Estaba todo listo para arrancar la experiencia aunque, visto en perspectiva y muchos años después, a McAllister no le pareció muy genial haber emprendido ese experimento: “Éramos idiotas, ya sabés, jóvenes idiotas. Me quedé despierto con él para vigilarlo... y después de tres noches de insomnio, me desperté apoyado contra la pared escribiendo notas en la misma pared”.
Los efectos de la experiencia
Después del segundo día sin dormir, los efectos de la falta de reposo comenzaron a aparecer. Gardner no podía decir sin tropezar con sus propios titubeos las palabras de un trabalenguas.
Luego de los tres días sin sueño, experimentó mal humor, problemas de concentración y pérdida de memoria a corto plazo. También, comenzó a sufrir paranoia y alucinaciones.
“Estaba en muy buena forma física”, dijo Dement a BBC y añadió: “Siempre podíamos ponerlo en acción jugando al básquet o yendo a practicar bowling o cosas así. Si cerraba los ojos se quedaría dormido inmediatamente”. Durante la noche, a McAllister y al especialista en sueño les costaba más mantener despierto al adolescente porque no había mucho para hacer para estirar la vigilia.
En aquellos tiempos, lo que pasaba con Gardner y su falta de sueño se había convertido en la tercera noticia más seguida por el público de los Estados Unidos, luego de las repercusiones por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y la visita de los Beatles a tierras americanas, algo que iba a suceder en febrero de 1964.
Finalmente, Gardner rompió el récord de sueño y, mientras lo monitoreaban en un hospital de la zona, durmió unas 14 horas.
Los resultados de esta y la siguiente noche de sueño del adolescente en el hospital fueron enviados a Arizona para ser estudiados. Allí, según McAllister, los científicos llegaron a la conclusión de que su cerebro “había estado durmiendo todo el tiempo”, pero por sectores.
“Partes del cerebro estaban dormidas durante la experiencia y otras, despiertas”, concluyeron los expertos.
Si bien durante los 11 días sin dormir no sufrió demasiados problemas, muchos años después de batir el récord, comenzó a padecer un insomnio que él mismo calificó como “insoportable”. Y él estaba convencido de que era la consecuencia de su experiencia. “Era horrible estar conmigo. Todo me molestaba. Era como una continuación de lo que había hecho 50 años atrás”, se quejó Gardner con la BBC.
Más allá de que este proyecto científico que iniciaron dos adolescentes de California sin saber a qué se sometían entró en la historia de la ciencia, los médicos definitivamente no recomiendan la privación del sueño, pues puede tener consecuencias devastadoras.
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