Dos ejercicios prácticos para aprender a hacer buen uso de nuestros pensamientos
Es clave aprender a elegir pensamientos que nos nutran y que sean el mejor alimento para construir una vida más feliz; muchos pensamientos no son ciertos y tenemos la opción de elegir qué pensar
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Muchas personas sienten que no son capaces de controlar sus pensamientos y se sienten abrumados por esas ideas negativas que rondan, a diario, en su mente. Por ello es fundamental aprender a elegir pensamientos que nos nutran, que sean el mejor alimento para construir una vida mejor.
Sin embargo, que un pensamiento resulte nutritivo no significa que sea bueno o malo; más bien se trata de que sea de utilidad para nosotros y que no nos limite a la hora de actuar. Por eso, cada vez que seamos conscientes de que estamos pensando algo negativo, lo ideal es preguntarnos: “¿Esto que estoy pensando me sirve para avanzar en la vida?”. De este modo, si nos damos cuenta de que no nos resulta útil, podremos descartarlo y elegir un pensamiento que sí nos sirva.
Suelo sugerir estos dos ejercicios prácticos que nos pueden ayudar a hacer un buen uso de lo que pensamos:
1. Poner nuestros pensamientos por escrito
En primer lugar, podemos escribir, ya sea de puño y letra o de manera virtual, todo lo que pensamos, pero sin juzgarlo. Esta simple acción nos permite ordenar nuestras ideas y verlas fuera de nosotros; lo cual nos ayuda a recordar lo siguiente: “Yo no soy lo que pienso”.
2. Cuestionar los pensamientos
Aquí propongo realizar una especie de “debate socrático” el cual nos permitimos cuestionar todo lo que creemos y pensamos. Por ejemplo, si la idea que tenemos en nuestra mente es: “La vida es dura”, podríamos preguntarnos: “¿Por qué la vida es dura? ¿Es dura para todo el mundo? ¿Por qué para muchos no es dura?”. Frente a estas ideas automáticas, o creencias generalizadas, siempre podemos cuestionarnos si son verdaderas o no, y de dónde vinieron a controlar hoy nuestra vida.
No existe ninguna verdad absoluta que no pueda ser cuestionada. Y, cuando sufrimos, por lo general se debe más a la forma en que “leemos” lo que está sucediendo, que a lo que está sucediendo en sí mismo. Pero no deberíamos luchar contra nuestros pensamientos negativos. Lo aconsejable es, en lugar de buscar apagar el interruptor, bajarles el volumen.
¿Qué quiere decir esto? Elegir hacer alguna actividad que nos saque del automatismo, tal como prepararnos un té o un café, leer un libro o mirar las redes sociales. Estas acciones, que parecen triviales, colaboran a que las ideas tóxicas que nos atosigan vayan perdiendo fuerza.
Y, para concluir, tengamos siempre presente que muchos de nuestros pensamientos no son ciertos y que tenemos la opción de elegir qué pensar. Te animo a procurar cada día que tus pensamientos te nutran, a vos y a quienes te rodean.
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