Débil, culpógena, torturadora o cauterizada: los cuatro tipos de conciencia que existen y cómo afectan a las personas
Esta voz interior que nos guía en la vida y señala nuestros errores no siempre actúa de la misma manera; sin embargo, debería impulsarnos a reconocer los errores para corregirlos y alcanzar nuestra mejor versión
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Hoy te invito a reflexionar sobre la conciencia. Mucha gente expresa que su conciencia la tortura. Nuestra conciencia es una especie de linterna que ilumina y señala algo. Es un sensor, un mentor interno. Sin embargo, la conciencia de una persona puede estar sana o enferma.
Veamos a continuación cuatro tipos de conciencia:
1. Débil
Alguien con una conciencia débil vive constantemente con la hipersensibilidad a flor de piel. Dice frases como: “Qué mal que me siento”; “Te pido mil perdones”; “No sé si esto estará bien o estará mal”; “Yo no te quiero lastimar”. Siente demasiado frente a todo aquello que le sucede o que lleva a cabo.
2. Culpógena
Imaginemos una pareja. Un día, él le grita a ella. Pero, en lugar de disculparse, le trae flores o bombones. Procura tener un buen comportamiento para calmar la deuda interna de la culpa. No encara al otro para reparar su conducta, sino que busca generar buenas acciones. Muchos de los que poseen esta clase de conciencia viven “portándose bien” a modo de pago para compensar las deudas conscientes o inconscientes.

3. Torturadora
Como mencionamos al comienzo, hay personas que se torturan y se dicen a sí mismos: “¡Qué tonto que soy! ¿Cómo pude haber hecho eso?”. Por lo general, son obsesivos y demuestran una gran rigidez mental porque poseen un yo castrador, castigador. Entonces, se maltratan mucho a sí mismos y son inflexibles. Otra variante de esta misma conciencia la encontramos en aquellos que viven observando y juzgando a los demás. Comentan: “¡Qué vergüenza lo que hizo aquel!”. Buscan y condenan “la paja en el ojo ajeno”, ya que son incapaces de ver “la viga en su propio ojo”, como dijo Jesús.
4. Cauterizada
Son las personas que pueden gritar, mentir, robar y maltratar a los demás, y nada de eso los afecta. No sienten remordimiento porque tienen una especie de callo en la conciencia que los vuelve insensibles.
Nuestra conciencia debería ser una voz que nos guíe a experimentar calma y paz, a reconocer los errores para corregirlos, a crecer y avanzar en la vida hasta alcanzar nuestra mejor versión.
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