¿Cuál es la diferencia entre aceptación y resignación?
La resignación nunca resulta útil porque nos conduce a la victimización; en cambio, la aceptación nos ayuda a admitir que estamos mal, pero podemos hacer algo al respecto
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¿Cuál es la diferencia entre aceptación y resignación? La distancia entre ambas actitudes vendría a ser como la de un charco y el océano.
Resignación es cuando frente a una situación negativa, como que me echen del trabajo, que me enferme o que me deje mi pareja, yo diga: “Ya está. ¿Qué voy a hacer?”. Es una declaración de derrota. Es el cierre de un momento doloroso que no nos permite ver nada bueno hacia adelante. Mientras que la aceptación me hace decir: “Me fue mal en esto, es verdad, pero puedo hacer algo al respecto”. Es elegir qué vamos a hacer con las batallas que vienen a nuestra vida.
Viktor Frankl, el gran creador de la logoterapia, decía: “Si no puedes cambiar el mundo externo, es el momento de cambiar tu mundo interno”.
Es importante saber que no siempre somos responsables de aquello que nos sucede, pero sí lo somos de aquello que vamos a hacer frente a eso.
La resignación nunca resulta útil porque nos conduce a la victimización; en cambio, la aceptación nos ayuda a admitir que estamos mal, pero podemos hacer algo al respecto. Y ese algo siempre es de menor a mayor: un pequeño cambio que, al igual que una bola de nieve, empieza a rodar desde la cima de la montaña y produce una catarata de cambios extraordinarios.
No es lo mismo el optimista inteligente que el optimista necio. Frente a la adversidad, este último expresa: “Estoy bien, no pasa nada”. Pero el primero afirma: “Tengo problemas, estoy mal, pero puedo hacer algo para construirme un mañana mejor”.
Seguramente has atravesado más de una crisis en tu vida y ninguna te destruyó. ¿Por qué? Porque utilizaste la “caja de recursos” que todos los seres humanos poseemos. ¡Y podrás seguir utilizándola en el futuro!
En este tiempo especial de encuentro con nuestros seres queridos, sobre todo si te has resignado a estar mal, te animo a cambiar tu actitud y adoptar una mirada de agradecimiento por todo lo bueno vivido durante este año (que muy probablemente es mucho más de lo que pensás), y de optimismo que te lleve a creer que todo lo que hagas te saldrá bien.
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