Cómo soltar las creencias limitantes que nos roban calidad de vida
Trabajar internamente para saber quiénes somos es un paso importante; eso nos ayudará a crecer y avanzar
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Nuestros pensamientos no son todos de la misma clase. Algunos son rígidos, duros, pues tienen mucha estructura; mientras que otros son más móviles y podríamos considerarlos secundarios.
Los primeros son esas creencias, que todos tenemos, que se arraigan desde lo afectivo. Por ende, surgen de manera automática y sentimos que no tenemos control sobre ellos. Por ejemplo: “Soy un inútil”. Cuando los pensamientos son repetitivos, se vuelven tóxicos y llegan a echar raíces convirtiéndose en “verdades propias” que, en la mayoría de los casos, vemos cumplidas. Son como fortalezas donde quedamos atrapados.
La buena noticia es que siempre, aunque sea con esfuerzo, dedicación y tiempo, podemos modificar dichas creencias y, como resultado, lograr crecer interiormente y avanzar en la vida.
Por otro lado, un pensamiento secundario es un tipo de creencia móvil. Estos son más fáciles de identificar y pueden ser cuestionados y cambiados, o reemplazados, con facilidad por ideas que nos resulten de utilidad. Por ejemplo: “Me encanta comer pastas”. Esta idea secundaria se puede modificar sin gran esfuerzo, por el simple hecho de que yo elija comer otro tipo de alimento… ¡y también me encante!
Todos los seres humanos escogemos ciertas ideas o creencias que, si se repiten con mucha frecuencia, se instalan en nuestra mente. El problema aparece cuando, a través de los pensamientos que tenemos (sobre todo los duros) creamos una realidad que no existe. A esto Freud lo denominó “realidad psíquica”. Los filósofos griegos solían decir “que no son las cosas las que nos hacen daño, sino más bien, la imagen que tenemos de las cosas”.
Algunas de estas creencias que construyen una realidad inexistente son: “No puedo”, “No lo merezco, “Soy malo”, “No me animo”, etc.
Trabajar internamente para saber quiénes somos, en verdad puede ayudarnos a refutar esta clase de pensamientos tan negativos que llegamos a creer como ciertos. Todos somos capaces de ir más allá de nuestras raíces familiares y culturales, que suelen ser la fuente de las ideas que abrazamos.
Creer en uno mismo y darse permiso para ser feliz no significa ser narcisistas, sino más bien ser conscientes de nuestras capacidades para soltar todas las creencias limitantes que nos estancan y nos roban calidad de vida.
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