Los estudios señalan que los hombres tienen menos amigos cercanos que las mujeres; la falta de conexiones significativas fuera de la familia y la pareja podría tener consecuencias devastadoras
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Una noche, mientras organizaba los detalles de su boda, Max Dickins, comediante y autor británico, se dio cuenta de que no tenía amigos varones.
Luego de haberse tomado unas copas con una amiga, fue a casa y con lápiz y papel intentó hacer una lista de los posibles candidatos a padrino de la ceremonia.
Los nombres que llegaron a su mente, afirma el londinense, eran en su mayoría de compañeros de trabajo. Y quienes no pertenecían a este círculo, eran personas a las que “no les había hablado, en algunos casos, desde hacía uno, dos o tres años”.
Según le cuenta al programa Woman’s Hour de BBC Radio 4, Dickins decidió hacer una búsqueda rápida en Google. Fue el momento en que se dio cuenta de que no estaba solo.
“Desde que los científicos sociales comenzaron a medir estas cosas [las relaciones de amistad entre géneros], los hombres han tenido menos amigos, especialmente menos amigos cercanos que las mujeres”, dice.
“Empeora a medida que envejecen. Hasta el punto de que si nos fijamos en el duelo, si nos fijamos en el divorcio, si nos fijamos en la jubilación, los hombres sufren peores resultados de salud física y mental que las mujeres debido a ese aislamiento”, añade.
Al menos en EE.UU. y Reino Unido estudios señalan que los hombres, si bien tienen amigos, en comparación con las mujeres gozan de menos confidentes cercanos. La tendencia se acentúa con los años.
En una encuesta nacional realizada en 2019 por el Survey Center for American Life, un 15% de los hombres estadounidenses que participaron dijo no tener amigos cercanos. Esto supone una proporción cinco veces mayor que en una encuesta previa de 1990.
Mientras que en Reino Unido, la encuesta YouGov, también de 2019, reveló que uno de cada cinco hombres participantes no tenía amigos cercanos, el doble en proporción que las féminas.
Aunque es difícil encontrar estudios similares en América Latina, Niobe Way, científica experta en psicología del desarrollo, dice que el fenómeno se repite entre hombres de diversas nacionalidades.
Way, profesora titular de la Universidad de Nueva York, ha entrevistado a cientos de adolescentes a lo largo de su carrera, y ha visto cómo, a medida que crecen, van perdiendo a sus mejores amigos.
Y tanto ella como Robin Dunbar, profesor de antropología y psicología evolutiva de la Universidad de Oxford, coinciden en que las consecuencias que Dickins vio en Google están más que probadas por la ciencia: la falta de conexiones significativas fuera de la familia y la pareja tiene consecuencias devastadoras para los seres humanos.
Para remediarlo e implementar cambios, como más adelante hizo Dickins, que escribió la memoria Billy-No Mates: How I Realised Men Have a Friendship Problem (“Billy-sin amigos: cómo me di cuenta de que los hombres tienen un problema de amistad”, 2022), hace falta en principio entender por qué ocurre.
Las causas son complejas, y los expertos no necesariamente se ponen de acuerdo en relación a ellas, porque, como afirma Dunbar, “lo que los humanos manejan en su mundo social es enorme, caótico e impredecible”.
Un deseo genuino de amistad
Los hombres tienen dificultad para tender puentes de amistad tanto con mujeres como con personas de su mismo sexo, afirma el profesor Dunbar.
A las mujeres, comenta Way, los hombres tienden a posicionarlas como “cuidadoras emocionales” y las buscan para que les escuchen, asignándoles un rol cuasi “terapeútico”. No obstante, no es una relación que va en dos vías. La mujer “no lo siente mutuo”, detalla.
Pero Way por años hizo estudios en escuelas con poblaciones de bajos recursos en Nueva York, y se enfocó en tratar de entender las relaciones de amistad entre varones. Tiene su propia teoría del problema tan común que enfrenta Dickins, así como tantos otros hombres.
Los niños, señala la profesora, tienen un deseo natural de tener amigos.
En sus entrevistas, mayormente con jóvenes puertorriqueños, dominicanos, negros y asiáticos, en sus primeros años de adolescencia solía escucharles decir sobre sus amigos varones cosas como “no puedo vivir sin él” o “le cuento mis secretos más profundos”.
A medida que maduraban, alrededor de los 15 años en adelante, los niños perdían a sus amigos, se sentían solos y aislados.
Las razones de este cambio, según la autora del célebre libro Deep Secrets: Boys Friendship and the Crisis of Connection (2011), es que a los hombres se les inculca mientras crecen una idea hegemónica sobre la masculinidad, en su mayoría ideada por la cultura estadounidense.
A los varones, explica en entrevista con BBC Mundo, se les enseña que ser vulnerable se aleja de la razón y, además, se asocia con la feminidad o la diversidad sexual. Y esto, continúa, les dificulta relacionarse.
“La idea estadounidense de la masculinidad, que es una blanca, rica y heteronormativa se ha introducido (con sus variantes) en medio de las amistades entre hombres alrededor del mundo”, sostiene.
Pero hay a quienes la sociedad les permite desafiar esas normas, agrega Way.
Sobre todo a los hombres involucrados en actividades muy relacionadas con la idea de lo “masculino”, como el deporte.
“Los atletas no sienten que su masculinidad esté siendo cuestionada, por eso pueden darse palmadas en el trasero”, comenta.
Otros, sin embargo, tienen “terror” de no cumplir con esas normas, porque “serás arrojado a un armario, te van a golpear y van a hacerte bullying. Es un miedo real a las consecuencias físicas, no está basado en una fantasía”.
La herencia psicológica
Dunbar tiene otra opinión. Desde su mirada de científico evolutivo, afirma que los seres humanos hemos “heredado los mecanismos psicológicos” de nuestros antepasados.
Según él, contrario a las mujeres, las relaciones de amistad de los hombres son más “casuales, funcionan alrededor de grupos y usualmente se basan en actividades”.
“Esa actividad puede ser una cerveza alrededor de una mesa, ver un partido o escalar una montaña”, menciona el investigador de Oxford.
“Las mujeres tienden a mantener relaciones de amistad hablando entre sí, intercambiando su intimidad”, agrega.
Y la raíz de todo, afirma, está en “los problemas que enfrentaba cada sexo en las sociedades primitivas”.
“Probablemente, las relaciones de los hombres son más físicas, y a la misma vez más casuales, porque [antiguamente] tenían la necesidad de funcionar juntos para proteger a la comunidad”, explica.
“Los varones solían ser los guerreros y protectores en estas sociedades. Y para lograr esto con éxito, básicamente tenían que tener buenos lazos los unos con los otros.
“Pero por otro lado, no podían tomarlo muy en serio por si uno de sus compañeros se lastimaba o moría, porque si no, todo se derrumbaría. Deben tener flexibilidad y resiliencia en la manera en que funcionan sus relaciones”, le dice a BBC Mundo.
Las mujeres en estas sociedades, continúa Dunbar, se dedicaban a otros trabajos y, además, gran parte de sus vidas giraba en torno a la procreación.
“Se tenían que mover de acuerdo a la comunidad de su esposo, estaban solas y en ese contexto necesitaban otro tipo de soporte emocional (no físico), y personas que les ayudaran en la crianza.
“Ves lo mismo en muchas sociedades del mundo”.
Las consecuencias
El aislamiento social en general ha sido vinculado con problemas serios de salud, como detalla un informe de la Oficina del Cirujano General de EE.UU., que se encarga de la previsión de enfermedades en el país.
La entidad, en el documento publicado en 2023, indica que “la falta de conexiones provoca un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, demencia, accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad y muertes prematuras”.
Y el problema, como apuntó la Organización Mundial de la Salud también el pasado año, es de una escala global: 1 de cada 4 adultos mayores experimentan aislamiento social y entre un 5 y un 15% de los adolescentes sufre de soledad en el mundo.
Pero en el caso de los hombres, el sufrir la falta de vínculos significativos, así como la desconexión consigo mismos y su vulnerabilidad, les ha llevado a niveles de violencia insospechados, destaca la profesora Way.
“Las consecuencias de la crisis de conexión son la depresión, la ansiedad y la violencia. Y cuando hablo de violencia, incluyo la violencia masiva, como los tiroteos y la violencia sexual [en el contexto de EE.UU]. Las investigaciones vinculan la soledad con la violencia”, comenta.
Way reitera que los varones, visto desde su teoría, viven en una sociedad que les reprime, y no les “permite expresar su propia humanidad”.
“Son las consecuencias de una cultura que no valora nuestra naturaleza, que no nos permite nutrir nuestra humanidad a plenitud”.
Aprender de las mujeres
Dickins, en su búsqueda de romper con el ciclo que condena a los hombres a la soledad y sus consecuencias, decidió sumergirse en las razones y, precisamente, habló con expertos como el profesor Dunbar.
Para él, la respuesta estuvo en entender cómo las mujeres manejan sus vínculos de amistad e imitarlas.
Entre ellas, entendió el comediante, “hay un mayor intercambio emocional y a menudo dicen que tienen un o una mejor amigo o amiga a quien conocen más de cerca que a su pareja romántica”.
Por lo que lo primero que hizo fue “abrirse a sus amigos cercanos”, en lugar de solo tratarlos como “compañeros” de algunas actividades que realizaban en conjunto.
“Solía tener todas mis amistades definidas completamente a través del prisma del humor y las bromas y eso puso un foso de agresión a mi alrededor. Entonces, traté de comunicar afecto a mis amigos, de decirles que quería un cambio con ellos. Intenté ser vulnerable”, cuenta.
Pero también reforzó las estructuras que lo unen a sus amigos, para que con los años las relaciones no decaigan.
“Una cosa realmente sencilla que hice, por ejemplo, fue comenzar a organizar una liga de fútbol de equipos de 5 integrantes y después de jugar íbamos a un pub. Fue algo realmente simple que marcó una gran diferencia”.
El escritor, además, se dio cuenta deque debía “adueñarse” más de su mundo social. Notó que de ordinario dependía de que su pareja organizara las actividades que realizaban con otras personas.
“Pienso que a menudo tratamos a las mujeres en nuestras vidas como un departamento de Recursos Humanos. Organizan a las amistades y los hombres dependen de sus grupos sociales”, comenta.
“Creo que es porque no se nos inculca hacer ese trabajo social, ese trabajo de comunicarnos con la gente, organizar reuniones, enviar postales, todos los pequeños esfuerzos que se necesitan para mantener y crear vínculos”.
Y finalmente, apunta que pese a lo ocupada que pueda ser la vida adulta, hay que hacer tiempo para los demás.
“Preséntate cuando te lo piden, toma la iniciativa y continúa, aun cuando sea difícil”.
La exploración de Dickins lo llevó a escribir su libro, pero nunca encontró un padrino para su boda con Naomi, su pareja.
Así que decidió que sus dos mejores amigas ocuparan este rol.
“Tomaron el mando e hicieron un gran trabajo”, dice.
Algunos consejos de los profesores Way y Dunbar
- Reconoce que el deseo de tener amigos es inherente a los humanos y no se relaciona con el sexo o el género. Otros hombres, igual que tú, también tienen interés en hacer amistades de su mismo sexo.
- Comienza a hacer preguntas que te muestren vulnerable. La gente camina con interrogantes que quisiera que otros le hicieran. Pero no te enfoques en tus traumas personales. Por ejemplo, puedes preguntar en tu vecindario o el gimnasio: ¿cuál es tu recuerdo favorito de la niñez?; ¿en quién confías y por qué?; ¿cuándo fue la última vez que te sentiste escuchado?
- Encuentra lugares y actividades que tengas en común con tus amigos para que puedan compartir. Tienes que buscar afinidades para que la relación se dé de forma natural.
- Y recuerda que todo esto tiene que ser en dos vías. Si alguien te hace preguntas, tú además de contestar debes hacerlas también.
En este enlace puedes tener más detalles de BBC Radio 4.
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