Científicos revisaron los restos de una mujer del Imperio Romano y lo que hallaron los dejó atónitos
En un principio, la “dama principal”, como se la conocía, fue considerada parte de una familia pudiente de la época; un nuevo hallazgo tiró abajo más de una creencia
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La historia del descubrimiento del sarcófago de plomo de una mujer romana, realizado en la ciudad neerlandesa de Nijmegen en 2001, acaba de dar un giro inesperado. De acuerdo con un reporte del medio Dutch News, al parecer, nuevas investigaciones demuestran que la “dama principal”, tal como fue llamada en un primer momento, no pertenecía a una clase acomodada de la sociedad de la época, sino que se trataba de una mujer trabajadora. Además, habría muerto cien años antes de lo que se creía.
El ataúd fue encontrado durante las obras de alcantarillado de la calle Burchstraat, en el centro de Nijmegen, la antigua ciudad ubicada en la frontera norte del Imperio Romano. Se trata del primer sarcófago de plomo encontrado en Países Bajos y, más de veinte años después, sigue siendo el único.
De acuerdo con las nuevas conclusiones, la mujer de aproximadamente 1,60 metros de altura tenía unos 50 años cuando murió a principios del siglo III, alrededor del año 200 d.C. y no en el siglo IV, como se había establecido en 2001. Si bien el ataúd había sido saqueado en la antigüedad, se hallaron fragmentos de hilo de oro, lo que sugería que fue enterrada con prendas caras. Junto a ella, dentro del ataúd, había una caja de madera que contenía botellas de vidrio con restos de perfume, pequeñas espátulas, un espejo y agujas para sujetar el pelo largo. En el suelo, fuera del sarcófago, la excavación descubrió partes de ánforas de un costoso vino importado.
Un hallazgo dentro del hallazgo
Debido a que los ataúdes de plomo eran tan raros y caros y a que había sido enterrada con textiles lujosos, aceites perfumados y cristalería fina, los arqueólogos concluyeron en 2001 que la mujer pertenecía a un estatus social alto. Tenía los dientes un poco destrozados (faltaban varios y había varias caries en los supervivientes), pero eso se atribuyó a su afición por los dulces y el vino, ambos vicios costosos que afligían a quienes podían permitírselo.
Sin embargo, recientemente, nuevos métodos de investigación permitieron a los expertos reexaminar a la protagonista. El propio ataúd, el ajuar funerario, los rastros de oro y textiles y los restos óseos se analizaron utilizando tecnologías y enfoques que no estaban disponibles en 2001. Ahora se han publicado los resultados preliminares, que modifican las conclusiones extraídas en el estudio inicial.
En primer lugar, además de la fecha del entierro, se descubrió que el ataúd de plomo fue reciclado. La ornamentación de estas cajas siempre estuvo en el exterior, pero, en este caso, estaba en el interior porque el plomo maleable fue dado vuelta antes de que la mujer fuera colocada allí. También le falta la tapa de plomo original y en su lugar estaba cubierta con azulejos. A su vez, era demasiado grande para su ocupante. Los sarcófagos de plomo se hacían por encargo en la época e incluso las familias pudientes no pagarían de más unos treinta centímetros debido a lo costosos que eran. Lo que lleva a determinar que el ataúd fue fabricado para otra persona.
El examen del esqueleto encontró evidencia de que la “dama principal” no era una mujer ociosa, sino que tenía las vértebras desgastadas y osteoartritis, indicios de que había pasado años realizando trabajos físicos intensos. Le faltaban dientes y hay patrones de desgaste que muestran que los usó como herramientas para realizar acciones repetitivas como procesar pieles de animales y plantas.
Entonces, ¿cómo terminó esta gran trabajadora en un ataúd que, usado o no, era muy costoso? Pudo haber sido una sirvienta querida, alguien con una relación cercana con una familia adinerada para la que trabajaba. El arqueólogo Joep Hendriks, del municipio de Nijmegen, cree que pudo haber sido la peluquera y esteticista personal de una de las damas de una familia rica.
“Ella era cercana al jefe de familia. No pertenecía a la elite superior, pero estaba muy cerca. Así que puedes imaginar que cuando una persona así moría, su patrona ayudaba a pagar el funeral”, explicó Hendriks a la emisora de radio neerlandesa NOS.
Hendriks prefirió no sacar conclusiones determinantes. “Por supuesto, también son posibles otras interpretaciones, como una artesana que se enriqueció gracias al trabajo duro o las propias madres de familia de ambientes mejores: en la Nijmegen romana también era muy especial un ataúd de plomo de segunda mano”.
La investigación sobre la intrigante dama del ataúd de plomo aún continúa. El equipo espera extraer ADN para determinar sus orígenes étnicos y el análisis de sus dientes determinará dónde creció y cuál era su dieta.
“Nijmegen era entonces un crisol de culturas. Allí vivía principalmente gente de origen local, pero la ciudad fue fundada por gente de la Galia, soldados de España, gente de todos los rincones del Imperio Romano, desde el Mediterráneo oriental hasta Inglaterra. Podrías conocerlos a todos. Queremos darle a la protagonista un lugar en esa sociedad mixta”.
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