Buscaban la tumba de Alejandro Magno y hallaron un sarcófago bajo el agua: al abrirlo se quedaron sin palabras
El Ministerio de Antigüedades de Egipto anunció el descubrimiento de un sarcófago milenario bajo aguas residuales; lo que vieron en su interior los descolocó; por qué la operación histórica es tan complicada
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Esta semana se dio a conocer un importante hallazgo en el barrio de Sidi Gaber, en Alejandría, que descolocó a los arqueólogos y por un momento los acercó hasta la mítica tumba de Alejandro Magno, desaparecida hace milenios en el reino de Macedonia. En la expedición de salvamento, desde el Ministerio de Antigüedades de Egipto anunciaron que se retiró un sarcófago de las profundidades de un lago de agua estancada y que, en su interior, todos se llevaron una sorpresa desalentadora.
El sepulcro de granito de dos metros de largo data de hace 2000 años y por su esplendoroso tamaño generó expectativa en los expertos e historiadores que hace varios siglos intentan hallar la verdadera tumba del emperador Alejandro Magno. Este resabio de una era dorada imperial perteneció a la época ptolemaica, es decir, entre el 323 y el 30 a.C.
Una vez que se abrió la caja de piedra, en su interior aparecieron restos de agua residual que se filtró por las viejas hendiduras. Tras una hora de ventilación debido al olor putrefacto, se encontraron tres esqueletos en una misma posición, por lo que de inmediato se descartó que se tratara de la tumba de Alejandro Magno.
Estos cuerpos se identificaron como soldados, según explicaron desde el Ministerio egipcio, en especial, uno de ellos presentó una fractura en una de sus costillas, posiblemente por una herida de flecha. Estos restos óseos se trasladarán al Museo Nacional de Alejandría en donde estudiarán a fondo su origen, su muerte y a qué edad fallecieron.
El paradero desconocido de la tumba de Alejandro Magno
Luego de la muerte del conquistador de Macedonia en Babilonia, se estipuló que levantarían en Jerusalén un mausoleo en su honor, pero el Ptolomeo I, el general de mayor confianza de Alejandro Magno, retiró el cuerpo de allí y lo trasladó a Memfis, antigua capital imperial de Egipto.
Si bien su objetivo fue enviarlo hacia Macedonia, su tierra natal, lo retuvo en el país africano para demostrar poder y ejercer allí un dominio en lo que sería un nuevo imperio. Según revelan los hechos históricos, el cuerpo se depositó en la necrópolis Saqqar, en el templo del dios Serapis.
Allí permaneció hasta el reinado de Ptolomeo II, hijo del primer nuevo emperador egipcio, que entre los años 290 y 280 a.C cambió la ubicación del sarcófago hacia Alejandría, ciudad que fundó Magno. El edificio en su honor se transformó en un lugar de culto en el que residían sus propios sacerdotes.
Con el paso del tiempo, Ptolomeo IV construyó en el barrio de Brucheion el templo en cuestión, donde colocó los restos mortales de Alejandro junto a sus familiares. Sin embargo, ese icónico edificio, majestuoso y digno de ser considerado una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, sufrió varios terremotos, maremotos, oleadas de saqueos, revueltas entre cristianos y hasta en el 625 d.C, con el arribo de los musulmanes, toda referencia al pasado imperial se destruyó o modificó su significado.
De este modo, a pesar de que en un momento se pensó que el cuerpo de Magno se perdió en el Mediterráneo, en una oportunidad de salvarlo de los nuevos escenarios políticos y sociales que surgieron en los siglos posteriores en Egipto, tanto los restos como el templo en su honor desaparecieron por completo y hasta la actualidad es todo un misterio.
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