Se fue a vivir con su familia a Europa y ni en el peor de sus sueños se imaginó la pesadilla que iba a vivir. Sin embargo, el tiempo le dio una sorpresa muy gratificante.
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“Me cargaban porque era gordita, hablaba con otro acento y por no poder hacer algunos ejercicios de gimnasia ya que desde mi nacimiento tuve problemas en los pies que me impedían tener un buen desempeño deportivo. Siempre en las carreras llegaba caminando. Recuerdo que me llamaban Perica, que era un cómic o dibujo animado espantoso, y cuando organizaban salidas nunca me incluían”.
Érica Arcani nació en Córdoba, en una familia de clase media trabajadora conformada por sus padres y su hermano mellizo. A los seis años, cuenta, se mudó a Lima (Perú) por una oportunidad de trabajo que le habían ofrecido a su papá y cuatro años más tarde se fueron a Madrid (España), ciudad en la que ella y su hermano finalizaron el colegio primario y cursaron toda la secundaria.
“Como obesa, no pertenecía al grupo”
Ni en el peor de los sueños Érica imaginó que sus compañeros españoles podrían ser tan crueles, palabra que ella misma utiliza para describir el hostigamiento y la persecución que recibía a diario.
Ella se sentía aislada. Incluso, intentó entrar al coro del colegio y el profesor le dijo que no había más cupos disponibles. Sin embargo, para su estupor a los pocos días ingresaron 50 chicos más.
“Como obesa, no pertenecía al grupo, era muy raro que me invitaran a los cumpleaños o a las primeras salidas a boliches. Fui durante toda la secundaria la rara, la solitaria. Yo me aislaba, me cubría con un caparazón. Incluso, me sentí atacada y hostigada por algunos profesores, que se reían de la manera en que corría y hacía gimnasia. En los festivales de fin de año, al bailar sevillanas, siempre quedaba atrás. Cuando nos dividían en grupos era siempre la última en ser elegida”, se lamenta.
“Uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años le tiene miedo a alguno de sus compañeros”
El bullying es un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresión física de un/os niño/s hacia otro, que se convierte en blanco de reiterados ataques. Es sinónimo de hostigar, es una conducta agresiva deliberada, debido a la diferencia de poder, al menor acosado le resulta difícil o imposible defenderse. Este acoso escolar se repite una y otra vez en el transcurso del tiempo y el dolor del hostigado es sostenido, no se limita al momento del ataque. Adopta características diferentes según la edad (el mayor despliegue de esta dinámica oscila entre los 10 y 15 años) y el contexto, pero incluye siempre agresiones verbales, físicas y psicológicas.
Uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años le tiene miedo a alguno de sus compañeros, según una encuesta realizada por el Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina (UCA). Del mismo estudio se desprende que el 32% de esos alumnos dice sufrir a veces agresiones físicas y el 62% agresiones verbales.
El contacto con los caballos, un aire de sanación
Érica cuenta que una de las cosas que la ayudaron a sanar esas heridas que la marcaron durante su adolescencia fue el contacto con los caballos. “Amo a estos animales creo que de antes de nacer. Son increíbles, leales, fieles, dan paz. Al lado del colegio había un club hípico por lo que comencé clases de equitación desde los nueve años. Aprendí a ensillarlos, a bañarlos, los paseaba largos ratos y formaba una linda relación. Había un caballo que me gustaba montar y fui la única en el club que logré hacerlo saltar. Es una relación de total confianza. Lo importante es pasar tiempo con ellos”, se emociona. Y agrega: “Una vez, había un concurso interno del club y hacía unos meses que venía practicando porque quería saltar. Mis profesores no me dejaban entrar a las clases de salto ya que creían que no era capaz. Sin embargo, elegí el caballo que mejor conocía y les cerré la boca en ese concurso”.
La contención de sus padres, de su hermano y de sus “verdaderos” amigos constituyeron sostenes emocionales donde Érica pudo apoyarse y afirmar a la hora de enfrentarse a diario con el temor y la angustia que sentía en la escuela. “Con el tiempo aprendí a quererme. Me preocupé por mi amor propio y por quienes me ayudaron”.
20 años no es nada y el perdón por el maltrato
El tiempo fue pasando a la par de que Érica iba curando esas viejas heridas con personas positivas que comenzaron a formar parte de su entorno, con estudios que le fueron dando títulos y más trabajos y viajes que la ayudaron a conocer otras culturas y diferentes formas de vida.
Lejos del odio y del rencor, comenzó a ser parte de la página de Facebook que habían creado ex compañeros de su camada del colegio en España. Coincidiendo con una visita a Madrid, asistió a un encuentro de ex compañeros y, no bien la vio, uno de ellos le pidió perdón en nombre de todo el curso por el maltrato que le habían propinado. “Fue un momento muy gratificante. Este muchacho me abrazó y con lágrimas en los ojos me pidió perdón ya que habían sido muy capullos, cómo dicen los españoles, conmigo. La verdad no recuerdo si era uno de los que más me cargaba. Sin lugar a dudas fue un momento de emoción muy grande. Imagino que sus hijos pueden haber estado pasando por algo parecido. Yo ya había perdonado. Y hasta ahora, tenemos todos una linda relación de ex compañeros”.
“Todo lo que viví me hizo más fuerte”
Érica, primero, estudió Marketing y luego realizó un master en Administración. Pero su formación personal no se detuvo ahí: cuando regresó a la Argentina estudió Medicina y luego se especializó en hipertensión arterial.
Y como coach ayuda a muchas personas, entre ellas a quienes fueron víctimas del bullying, a encontrar su lugar en el mundo y el sentido a la vida.
“Todo lo que viví me hizo más fuerte en todo sentido. Si uno logra quererse, logra quitar la angustia y vencer el miedo y la vergüenza. Jamás iba a dejar de ir a la playa por ser gorda. El hecho de poder brindarle herramientas a otra gente que está sufriendo me da felicidad y orgullo. El brindarse al otro con el fin de que esa persona se sienta mejor, que sepa quererse y que logre sus objetivos te lleva a una felicidad maravillosa”.
Si tenés una historia de superación personal, de transformaciones o de cambios a partir de un suceso en particular mandanos un resumen y tus datos a historiasdevidalanacion@gmail.com
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