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Si bien el tema del romanticismo y los detalles tan cariñosos y puntuales en relación al sueño de contraer matrimonio están más asociados a las mujeres, muchos hombres también tienen ese tipo de anhelos, especialmente a la hora de ingeniárselas para pedirle la mano a su prometida.
Arriba de un avión y ante la presencia de cientos de desconocidos; a través de emotivos pasacalles; sumergidos en el agua y acompañados con corales y peces de colores; viajando en un globo aerostático; cantando en medio de un karaoke; a través de los altoparlantes de un estadio de fútbol o tirándose de un parapente son algunas de las originales maneras que ellos eligen para sorprenderlas, esperando ese “sí, quiero” que cambiará sus vidas para siempre.
Christian Liden es un joven nacido en Washington que desde los tiempos en que estudiaba en la escuela secundaria tenía la fantasía de poder encontrar un diamante en bruto para crear un anillo de compromiso único para sorprender a su futura esposa.
Encontró el amor de su vida
Pasaron los años hasta que conoció a Desirae, una mujer que lo cautivó desde un primer momento. Tras las primeras salidas y una vez que se pusieron de novios, él se dio cuenta que se trataba del amor de su vida. Y no pasó mucho tiempo hasta que recordó aquel sueño de adolescente que aun retumbaba en sus oídos.
El amor fue creciendo, a la par de su romántica ilusión de poder encontrar esas gemas tan especiales para poder mandar a confeccionar ese original anillo de compromiso. Sin embargo, no tenía idea de cómo, cuándo ni dónde podría hallarlas.
Cuando cumplieron dos años de novios, la ansiedad de Christian se fue acrecentando y fue en esos días que recordó que un amigo suyo, Josh, había trabajado en el Parque Estatal Cráter de Diamantes de Arkansas. Sin demasiada información a la vista, pensó que en ese lugar podía encontrar aquello que buscaba hacía años.
Un viaje en busca de ese sueño
A partir de ese momento, Christian solo comenzó a pensar en ese posible viaje. Para eso, investigó sobre el mundo de los diamantes y observó algunos videos de personas que habían tenido éxito en ese parque.
En relación a esas personas, él contaba con una ventaja muy importante: Josh conocía el sitio y desde el principio sabía de su sueño por lo que decidió sumarse a la aventura.
El viaje cada vez parecía más cercano y mucho más aún la concreción de su sueño. Con paciencia, construyó su propio equipo de minería durante varios días aprovechando las horas en que su novia se encontraba en el trabajo. La idea era no sembrar sospechas que arruinaran algo que llevaba planificando durante tanto tiempo.
De esa manera, el pasado 1 de mayo, Liden y Josh salieron desde la capital de EE.UU. y tras una primera excavación exitosa y un día en Yellowstone, llegaron a Arkansas el 7 de mayo.
“Ella sabía que me iba de viaje por carretera, pero no sabía qué íbamos a hacer. Le dije que íbamos a visitar algunos parques estatales y algunos parques nacionales, pero aparte de eso, no sabía que íbamos a buscar piedras preciosas”, dijo Christian a cnn en español.
Sorpresa y estado de shock
Durante los primeros días Liden se sintió frustrado porque el trabajo de excavación no había dado resultados. Sin embargo, no estaba dispuesto a bajar los brazos y en su ADN no figuraba la palabra rendirse. El amor que sentía por Desirae le daba fuerzas para seguir buscando. Para él, casi que no había tiempo de descanso más allá de que su amigo le sugería que necesitaba descansar para poder estar con más energía y con mayor predisposición para afrontar los siguientes días de búsqueda.
Potenciado por su perseverancia y por su persistencia, Liden siguió buscando hasta que el anochecer de uno de esos días se encontró con una gran sorpresa. Algo que había superado sus expectativas y que ni siquiera aparecía en sus sueños de adolescencia.
Liden comenzó a temblar. Estaba en estado de shock. Segundos atrás había hallado un diamante amarillo de más de dos quilates. En ese estado lo único que atinó fue a llamar a su amigo. De hecho, fue Josh el que lo extrajo y lo colocó en una bolsa ziplock porque Liden, prácticamente, estaba duro.
Tanto sacrificio había valido la pena para un enamorado Liden que solamente pensaba en regresar a casa para reencontrarse con el amor y realizar la declaración más importante de su vida. Estaba contento, satisfecho, pero a la vez ansioso y nervioso. No era para menos. Le costó mucho descansar durante el viaje de vuelta. Aunque su amigo lo aconsejaba sobre la relajación para Liden, esas palabras no entraban en su vocabulario. No era su momento para meditar ni para hacer respiraciones conscientes. Su cabeza iba a mil. Le faltaba lo más importante: planear minuciosamente el momento en que le daría el diamante a su prometida. Aunque ya lo había imaginado tanto, durante los últimos años, que entendió que ese instante debería ser más natural. Así, aprovechó el momento en el que fueron a recolectar unos hongos y sin tanto preludio le entregó el diamante a Desirae. No esperaba otra respuesta que no fuera “sí”. Y ella estuvo a la altura de las circunstancias. Él no se puso de rodillas, pero recibió el abrazo y los besos tan dulces que siempre había soñado.
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