En la mente del creador de Mad Men
Una exhibición en Nueva York permite adentrarse en el imaginario de Matthew Weiner, el autor detrás de Don Draper que fue influido por el cine de Alfred Hitchcock y pagó fortunas por temas de Bowie y los Stones para la serie
NUEVA YORK
Me dicen que ahora puedo hacer lo que quiera, pero todas las ofertas que recibo sólo quieren que haga lo mismo." La frase de Matthew Weiner suena lógica tras el éxito de su criatura televisiva. Millones de personas se quedaron con ganas de más Mad Men. Ahora, el Museum of the Moving Image de Nueva York invita a ingresar en su mente creativa para saber cómo surgió y se desarrolló una de las mejores series de los últimos años. La exhibición Matthew Weiner's Mad Men es una oportunidad única –ineludible si uno visita esta ciudad hasta el 6 de septiembre– para tratar de entender la fusión entre las preocupaciones existenciales de su creador y las cuestiones específicas de la época que retrató. Sin una o la otra, la serie no hubiera tenido la misma potencia.
La conexión personal del creador con su obra puede verse primero en una selección de fotos de la familia de Weiner tomadas durante su infancia, a fines de los 60. "Es extraño –dijo Weiner a Variety, sobre abrir sus archivos personales–. Es como bajarte los pantalones en público."
El creador de Mad Men nació en 1965, en Baltimore. Cuando tenía 9 años se mudó junto con su familia a Los Ángeles por el trabajo de su padre, uno de los neurólogos más importantes de los Estados Unidos y médico personal de Ronald Reagan. Después de graduarse de la escuela de cine de la Universidad del Sur de California (USC) a Weiner le costó encontrar su lugar hasta que empezó a trabajar como guionista en programas de televisión.
Aburrido de su trabajo en la comedia Becker, Weiner empezó a escribir un proyecto personal sobre un publicista de la década del 60. Dos años más tarde, David Chase leyó ese guión para el piloto de una posible serie y lo contrató para formar parte del equipo de guionistas de Los Soprano.
Las primeras notas sobre ideas para historias y descripciones de personajes de Mad Men, escritas en birome sobre hojas sueltas de anotadores, están expuestas en el museo. Incluso, algunas hojas tienen el membrete de Los Soprano, ya que Weiner seguía trabajando en su propio proyecto cuando aún escribía para la que él considera "la mejor serie de la historia".
Cerca del sector en el que se exhiben las primeras anotaciones de Weiner hay una pared dedicada a la literatura y el cine que influyeron en la estética y temática de Mad Men. En esa pila de libros se cuentan un volumen con los cuentos de John Cheever, centrados en los problemas de los habitantes de los suburbios estadounidenses de las décadas del 50 y 60; Ogilvy on Advertising, de David Ogilvy, y Sex and the Single Girl, de Helen Gurley Brown, entre otros.
También en ese sector, un televisor permite ver fragmentos de Piso de soltero, de Billy Wilder; Intriga internacional, de Alfred Hitchcock, y otras películas que el creador de la serie obligaba a ver a quienes trabajaban con él.
Además de esas notas sueltas que muestran el origen de la serie se expone un guión completo de un episodio, con anotaciones en los márgenes, que permite seguir el proceso creativo de Weiner en la construcción del universo de la serie que finalizó este año.
Parte esencial de ese proceso fue el equipo de guionistas y uno de los elementos fundamentales de la exhibición es una recreación detallada de la sala donde trabajaban. Parecida a una sala de reunión de cualquier oficina, con una gran mesa en el centro, se destaca un panel sobre el que hay fichas de colores con anotaciones y un gran pizarrón blanco, en el que se pueden leer notas sobre tramas de un capítulo de la última temporada.
Si bien las instancias de guión, preproducción y rodaje implican un trabajo de colaboración, Weiner es famoso por haber controlado personalmente cada detalle de la serie. Él no sólo creó la historia, sino que como showrunner (puesto que combina tareas propias de un guionista y de un productor ejecutivo) tenía la última palabra sobre el producto final. Tanto por su puesto como por sus características personales, Weiner se acerca a una idea de autor trasladada a la televisión.
Algunos de los aspectos más comentados de Mad Men fueron el vestuario, la escenografía y la utilería, que ayudaron a que el público se sumergiera en la Nueva York de los 60. Por eso el plato fuerte de la exhibición está en el sector en el que se exponen algunos de estos elementos.
A través de 33 piezas de vestuario, que incluyen el vestido de Joan ensangrentado por el accidente con la podadora y el vestido negro de Megan cuando le canta Zou Bisou Bisou a Don en su cumpleaños, se pueden recordar momentos de la serie. Pero también los trajes de Don, un blazer escocés de Pete, la ropa de oficina de Peggy y una bata rosa de Betty son testimonio de una época y de las diferencias entre los personajes que tan bien se expresaron a través del vestuario creado por Janie Bryant.
Para apreciar el cuidado de la escenografía se puede entrar en la cocina de la casa feliz de Don y Betty, recreada en una sala del museo por la encargada de utilería de la serie, Ellen Freund. Impresiona ver cómo cada mínimo objeto ubicado en esta cocina, con muebles de madera y empapelado escocés, está puesto para que el espectador crea en la realidad de esa casa y de esa época.
La medida de la obsesión de Weiner por el detalle, ampliamente comentada por sus colaboradores, se puede terminar de entender al ingresar en el decorado de la oficina de Don en SC&P y observar los útiles y el mobiliario de la época, las fotos de Megan y de los hijos de Don, y el carrito con las bebidas alcohólicas que los personajes consumían en exceso y a cualquier hora.
La exhibición también presenta otros objetos de utilería, como la caja de recuerdos de Dick Withman. En otro sector se muestran las diferencias entre dos de las mujeres Draper que, a través de las fiestas de las que son anfitrionas, representan dos estilos de vida de los 60: una más conservadora, en la mansión suburbana de Betty y su marido Henry Francis; la otra en la casa rústica de Los Ángeles de Megan, más hippie y con un pie puesto en la década siguiente.
Al final del recorrido hay un par de auriculares para escuchar algunas de las canciones usadas en la serie, con una explicación de Weiner sobre la elección de cada una. Desde los Rolling Stones hasta David Bowie, el creador no dudó en gastar mucho dinero en los derechos de temas famosísimos.
La pasión por el detalle orientado a darle fuerza a una narración que planteaba temas filosóficos, envueltos en el glamour de época, convirtió a Weiner en una figura relevante de la TV. Por ahora, su intento de dirigir cine, en 2013, con Are you Here, protagonizada por Owen Wilson, Zach Galifianakis y Amy Poehler, no tuvo el impacto esperado y su futuro en la pantalla grande es incierto.
Después del episodio final en mayo último, el ciclo de Mad Men se completará en septiembre cuando compita por última vez en los premios Emmy.
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