Cada vez más la decoración incide al momento de elegir un hotel, posada o casa de alquiler. Es que, si buscamos entornos únicos para nuestros días de descanso, es lógico que queramos extender la experiencia y, desde que nos despertarnos, estar en un espacio que nos hable en el lenguaje local. Estas vacaciones de invierno no son excepción.
Para disfrutar de distintos –pero siempre imponentes– paisajes andinos, recorremos dos hoteles con diseño.
Hotel Huacalera, Jujuy
Inmerso en la Quebrada de Humahuaca y a escasos kilómetros de Tilcara, el hotel Huacalera se transformó en un inesperado ámbito de diseño.
Si da gusto divisar su silueta impecablemente blanca y de estilo neocolonial en medio de los cerros, poco prepara para el impacto de los interiores pensados por Carlos Gronda y Arturo de Tezanos Pinto (salvo el violeta, fucsia o verde de los maceteros de la entrada o alguna reposera en los balcones privados). Pero, no hay que olvidarlo, estamos muy cerca de la Quebrada de Humahuaca, donde el color está impreso en la tierra y en las manifestaciones de los hombres.
En el pasillo, en vez de colocar una alfombra larguísima, pintamos los varejones del techo para sorprender en un acceso que plantea todo un paseo
En el techo o en el suelo, los colores se eligieron para contagiarle entusiasmo a la discreta base neutra de materiales modernos (el alisado de cemento) o tradicionales (el techo de cañas sostenido por troncos pintados).
"La premisa era desestructurar, quitar rigidez, actualizar, y recurrimos a los colores del Norte para jugar en estos espacios tan amplios".
Lo que se logró en el reacondicionamiento de este viejo hotel de 1948, abandonado durante décadas, es notable: modernidad y confort sin rupturas. Ni con el edificio, ni con la cultura ancestral, ni con los habitantes del pequeñísimo pueblo de Huacalera.
La visión de los nuevos dueños era osada. Un entorno como éste no grita precisamente "hotel de diseño". Las elección del Estudio Usos, de los arquitectos Carlos Gronda y Arturo de Tezanos Pinto, fue la indicada para lograr un equilibrio interesante entre vanguardia y tradición.
Otra cosa con la que el hotel no rompió fue con su propia historia. Hoy, como hace 70 años, funciona como hospedaje –sería más preciso decir como oasis– y también como centro de la vida social. Hasta allí se llega desde San Salvador para disfrutar tanto de una reunión al atardecer como de una fiesta de casamiento inolvidable.
Son pocas las paredes con cuadros o adornos: para eso están las ventanas, que enmarcan el espectáculo de un paisaje que cambia con la luz de las horas
Con lógica y sensibilidad, el paisajismo propuesto por Cecilia Nocera –profesional de larga trayectoria en la zona- se basa en especies autóctonas: una elección sustentable por el bajo requerimiento de las plantas y de natural fluir estético.
Texto: Inés Marini.
Posada Paso de Los Patos, San Juan
"Si lo hubiésemos pensado dos veces, no lo hacíamos", dicen Chester Gowland y Aurelio Martín cuando empiezan a contarnos su aventura cordillerana. Con hijos ya grandes, estaban acostumbrados a viajar de a cuatro porque están casados con dos hermanas: "La Gorda" (hace demasiado que no usa su nombre de pila) y Claudia Parenti. "Íbamos siempre donde recomendaba la revista Lugares", nos cuentan.
En uno de esos viajes, que empezó en Mendoza, llegaron a Barreal, Valle de Calingasta, un pueblo en San Juan del que nunca habían oído hablar.
Visitamos muchísimos destinos del mundo y del país, pero Barreal nos impactó como nada en la vida. Tomamos la decisión de hacer la posada en una noche
"Carlos [Gómez Centurión] nos llevó a recorrer iglesias y casas típicas para definir la arquitectura. Pero fue en una ruta solitaria entre Rodeo y Tudcum que vimos una casona antigua de estilo bien cuyano que nos fascinó: ahí supimos cómo iba a ser Posada de Los Patos".
"El Ejército de los Andes al mando del Gral. San Martín, cruzó la cordillera por el Paso de los Patos para liberar Chile y Perú. Nombramos la posada en tributo a esa travesía."
Aurelio dice que los huéspedes llegan tensos, pero que al segundo día la montaña ya hace su magia.
"Acá llegan huéspedes y se van amigos".
Texto: Silvina Bidabehere.
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