La colectividad coreana está asentada en Argentina hace más de 50 años y entre las asiáticas, es una de las más importantes junto con la china y la japonesa. "Los primeros inmigrantes coreanos se instalaron en lo que hoy se conoce como Bajo Flores alrededor de 1965", cuenta David Paik, presidente de la Asociación Civil de Coreanos en Argentina. Hay unos 25 mil coreanos en el país y la mayoría trabaja en el rubro textil, según datos de la Embajada de la República de Corea en la Argentina. "La zona comercial sobre la avenida Avellaneda es el único polo textil mayorista en Argentina y el más grande de Sudamérica. Actualmente, tiene unos 4000 comercios y los de origen coreano ocupan aproximadamente el 50% de los negocios más concurridos y transitados", declara un representante de la Cámara de Empresarios Coreanos en la Argentina. Justamente por eso, ante la gran concentración de coreanos en la zona, la comida se volvió un tema importante y así empezaron a proliferar restaurantes de comida típica ocultos de los ojos de los distraídos porteños.
Los restaurantes coreanos están distribuidos sobre las calles Morón, Felipe Vallese, Argerich, Concordia, Bogotá, Campana y Páez, entre otras. Muchos se asemejan a un comedor de barrio donde ofrecen platos tradicionales como sopas, fideos, banchan o carne asada, entre otros. Algunos funcionan a puertas cerradas o hacen solo delivery para los comerciantes de la zona. Pero en los últimos tiempos, la juventud de la colectividad tomó los remos y muchos decidieron abrir lugares con una propuesta diferente: más cálidos, llamativos y con deco moderna. Los bares y restaurantes cambiaron la imagen y se amplió el consumo hacia los vecinos de la zona. "La idea de armar un polo gastronómico coreano siempre estuvo en mente –cuenta Paik–. Queremos armar algo lindo, como Palermo Soho, pero coreano, y estamos trabajando en eso para que además de comida haya cultura coreana. Pensamos en la creación de un Corea Soho con locales, con un paseo para toda la familia". El pasaje Ruperto Godoy fue el lugar elegido para este proyecto.
Madam Corea
En el pasaje, hay unos siete restaurantes y la señora Young Mi Kim (le dicen Lina) es la reina de Ruperto Godoy. Porque en los escasos cien metros que tiene el pasaje, es propietaria de tres reductos: Azit Chicken Bar, Maum y Bab. "Me enamoré del pasaje desde la primera vez que lo conocí –cuenta con ojos rasgados sonrientes–. Así que aposté y ahora somos cada vez más".
La Señora Kim, oriunda de Anyang, una ciudad muy cerca de Seúl, vive hace 11 años en Argentina. Habla poco español, y vive en el barrio desde que llegó. De familia gastronómica, su primer emprendimiento en Flores fue una casa de pollo frito. "Yo quería diseñar algo propio, algo que muestre nuestra cultura a través de la comida y de la decoración". Así nació Azit Chicken Bar, su primer local sobre Ruperto Godoy, una casa especializada en pollo frito que es furor entre locales y extranjeros. "Utilizo solo pollo de 900 gramos, así lo preparaba en Corea, con una fritura de nueve minutos y una cocción de seis, a 160°C".
Precisa y meticulosa, aclara: "Las piezas son maceradas por 24 horas con salsa de soja, picante coreano e ingredientes secretos". Ofrece más de 15 variedades de pollo frito, cada plato pesa alrededor de un kilo y es para compartir. Se puede empezar con un Chicken Apanado Simple o animarse a probar el Chicken Antiguo, con salsa picante, o el Chicken con salsa de soja hot. En la carta hay otros platos clásicos de esta gastronomía, como la Oden Tang (sopa con fritura de masa de pescado), el My Ramyon (que viene con las instrucciones y el paso a paso para hacer tu propio ramen) y el Jeyuk Dopbab (muy abundante, de arroz con cerdo marinado con salsa picante especial de la casa). Al frente de este amplio, cómodo y con una estética de bar o cervecería está su hijo Jonathan. Azit tiene un salón en el piso superior apto para festejos. Para acompañar, vale la pena probar la cerveza con soju (destilado coreano), una forma de consumo típica entre los jóvenes en Corea.
Maum es el segundo restaurante de la Señora Kim y significa corazón en coreano. En esta casa, toda la decoración tiene un especial significado para Lina. "Siempre quise tener un lugar así, donde puedo cocinar con conocimiento e intuición, rodeada de las cosas que me gustan", cuenta Kim a través de un intérprete. Ella eligió personalmente la vajilla, los muebles, las plantas y las tazas que habitan el lugar. Su hija Johanna está a cargo de Maum, donde la especialidad es el Udon (fideo con caldo) y el Kimbab (roll de arroz estilo coreano, similar al sushi japonés); ambos son muy abundantes y con precios súper accesibles. El Kimbab de Bulgogui (con carne salteada condimentada) y el de Odeng Picante (con pasta de pescado) son los más pedidos. En la carta hay dos platos especiales, el Teokbokki (pasta de arroz glutinoso y pescado en salsa picante) y el Udon Picante (que puede ser con langostino frito, carne marinada o solo con caldo).
El tercer y último restaurante –al menos, por ahora– es Bab, que significa arroz o comida de arroz en coreano, y está atendido por la mismísima Kim. "Por ahora sigo supervisando Azit y Maum, pero la idea es que mis hijos puedan hacerse cargo de esos lugares y yo me quede cocinando en Bab", explica. Este restaurante ya sufrió dos mudanzas: nació sobre la calle Morón, donde ofrecía carne asada al estilo coreano, sopas y Bibimpab (arroz revuelto con vegetales, carne y huevo), luego cerró para volver a abrir en Felipe Vallese, donde solo ofrecía carne asada, hasta que decidió que el pasaje fuese su destino definitivo. "Argentina es un país maravilloso, con productos muy buenos –afirma Lina–. Las verduras son muy buenas, toda la materia prima es buena. Por ejemplo, la sal en Corea es amarga y hay que dejarla en reposo durante tres años para que pierda ese sabor desagradable. Acá, la sal es distinta, es dulce y muy buena para cocinar". Las mesas de Bab fueron diseñadas por Kim, allí van empotradas las parrillas de 80 centímetros donde los comensales podrán cocinar las lonjas de carne al mejor estilo BBQ coreano; también, las fetas de panceta marinada y otros cortes. Una de las especialidades de la casa son los sabrosos bocados de arroz con láminas de entraña, un símil al nigiri japonés de carne.
Juntos somos más
Sobre el mismo pasaje también está Chung, un restaurante chino-coreano que sirve uno de los platos más clásicos de la fusión asiática, el Jajangmyeon, los fideos en salsa negra de porotos, un plato que aman los coreanos y que en China no se consume tanto. A pocos metros están: Pan Moa, con muy buena repostería oriental y panes, que ofrece también todo tipo de bebidas asiáticas, como el Bubble Tea; Barcode, un restaurante de cocina tradicional y popular coreana, y el recientemente inaugurado Barthalé, de Teo Cho, quien ya había tenido un bar en el pasaje, que vendió hace un año para volver a trabajar en el rubro textil.Pero como le encanta la gastronomía, abrió este espacio junto con su socio Maxi Choe. Barthalé es uno de los pocos que no ofrecen comida coreana. Con estética palermitana, el lugar es amplio, luminoso y cuidado. Allí ofrecen deli y confort food, mucha ensalada, mucho verde, rico y saludable. En el piso superior hay una terraza que es un must para los días de sol y los jugos naturales, en especial el de sandía.
Muy cerca se encuentra la panadería París, que funciona desde hace más de cinco años, pero que se mudó hace poco a media cuadra del pasaje. "Queremos estar más cerca de este nuevo polo gastronómico", cuenta Araceli Lee, la millennial de la familia propietaria. Junto con sus padres y su hermano llegaron desde Corea hace siete años (su tía ya vivía aquí) y están felices con el local. "Siempre fue nuestro sueño tener una panadería así y pudimos cumplirlo en Argentina", cuenta. La casa, especializada en pastelería coreana con servicio de cafetería, ofrece opciones asiáticas como: donuts de poroto, pan con salchicha (tipo paleta, con una salchicha entera; es dulce y salado a la vez); torta de batata (una torta típica coreana con masa de bizcochuelo); pan soboro (muy parecida a las conchas mexicanas); Kwabegi (pan trenzado y frito), y Haddok (pan con azúcar negro y maní).
Pegado a ella está Makario, una parrilla argen-coreana que combina kimchi con asado. Simón Kim vive en Argentina hace 40 años y abrió este lugar junto con su esposa hace dos, tras dejar el rubro textil. El nombre del reducto es bíblico; significa afortunado, bendecido. La carne que ofrece tiene un mínimo de 2 horas de cocción a fuego lento con leña y carbón. El menú, con asado libre, es el preferido de los comensales, viene con chinchulín, riñón, chorizo, morcilla, ensalada, arroz blanco, kimchi y una sopa picante de kimchi.
I’m Barista es una cafetería de especialidad que trabaja con granos provenientes de Colombia y Costa Rica. Tienen público local y de la colectividad que suele elegir las bebidas saborizadas en base a café. A media cuadra, los primos Enzo Yoo e Iván Jun, que vivieron en La Rioja y Tucumán, abrieron Norte Pulpería, donde se combina la cocina regional con los sabores de Corea. La pizza con kimchi es muy original y las empanadas de carne llevan picante coreano. Pegado al local hay una casa de color rosa que es un restaurante que prácticamente trabaja solo con la colectividad. La Casa Rosa (su traducción del coreano) ofrece fideos con mariscos, pollo frito en versión tradicional y picante. Lo interesante es que se puede pedir medio de cada uno y lo presentan en un plato especial.
DIRECCIONARIO
Azit Chicken Bar. Ruperto Godoy 713 / Bab. Ruperto Godoy 758 / Barthalé. Ruperto Godoy 712 / Casa Rosa. Felipe Vallese 3119 / Chung. Ruperto Godoy 731. / I’m Barista. Felipe Vallese 3193. / Makario. Felipe Vallese 3128. / Maum. Ruperto Godoy 733. / Norte Pulpería. Felipe Vallese 3123. / Pan Moa. Ruperto Godoy 763. / Panadería París. Felipe Vallese 3130.