El viñedo está sobre una terraza construida con 3,5 millones de toneladas de granito. Ofrecen diferentes varietales y la posibilidad de participar en una visita guiada
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CÓRDOBA.- El nombre de los vinos que se producen a unos 1.300 metros de altura en el Valle de Calamuchita cordobés da una referencia de la historia de la bodega y de la familia dueña: Alma minera. Nació como un desprendimiento de una empresa que lleva unos 35 años realizando extracción y trituración de fluorita y serpentinita, minerales estratégicos en la producción de acero, electrodos y cemento. Los dueños querían “devolverle” a la tierra algo de lo que les daba y armaron un suelo artificial para vides. No hay nada igual en el mundo, según comprobó la Organización Internacional de Vitivinicultura. Los mismos mineros que trabajan en el yacimiento son los que hacen el vino.
Cerros Negros es el yacimiento a unos 40 kilómetros de la localidad Río de Los Sauces, en la zona sur del Valle de Calamuchita (a unas dos horas de la ciudad de Córdoba). Había sigo explotado hasta los años ‘60 y la familia Martínez se hizo cargo en los ‘90 con la empresa Fluorita Córdoba y la que está convencida de que debía “devolverle” a la naturaleza más de lo que les da. Todo el emprendimiento busca la sustentabilidad. Por caso, el 45% de la energía se produce con paneles solares (cuentan con un parque solar de 1200 MW), y hacen recirculación de agua para el proceso minero (no para el riego del viñedo).
Gonzalo Martínez, ingeniero agrónomo y tercera generación de la familia, se hizo cargo de la parte de la parte operativa y hace 18 años comenzó con un plan de remediación que desembocó en Alma Minera; la “terraza” de los viñedos la construyó con el granito que sobraba de la fluorita con unos 3.500.000 toneladas y 20 metros de altura. “El pasivo ambiental pasó a ser un activo”, dice a LA NACION. La primera vendimia la lograron en 2018, cinco años después de la plantación. Fueron 1000 kilos de uva Malbec.
En la actualidad cuentan con tres hectáreas de plantación en las que producen ocho variedades de uvas (malbec, sancelota, cabernet franc, syrah, tempranillo, tannat, chardonnay, sauvignon blanc). La media de producción de la cosecha es de 17.000 kilos por hectárea, muy por encima de los 4.500 a 5.000 kilos por hectárea que tiene Córdoba.
La zona cuenta con vientos suaves y constantes preponderantes del sur, y una amplitud térmica marcada en todas las épocas del año, lo que colabora con que las uvas logren una “óptima madurez”. Al costado del viñedo serpentea el arroyo Los Vallecitos, es el que enmarca a la terraza construida. Los mineros, cuenta Gonzalo Martínez, fueron capacitados; es una opción que se les da; son supervisados por un enólogo y por él mismo.
Producen un Malbec joven (100% Malbec); un blend de Malbec, tanat y tempranillo; un roble (100% Malbec); un rosado (Malbec con tempranillo) y un blanco (Sauvignon blanc y Chardoney). Actualmente, además, están realizando un reserva que será de edición limitado (1000 botellas anuales) que será “un ensamble de lo mejor de cada uno de nuestros vinos de tres años seguidos”. Producen entre 13.000 y 16.000 botellas anuales y la expectativa es llegar a 45.000 a medida que las vides vayan madurando.
Paisaje único
En el lugar hace 400 millones de años, surgió el batolito de Cerro Áspero, una extensión de granito de 440 kilómetros cuadrados; 300 millones de años después, instruyó el plutón El Talita, fruto de una irrupción magmática a 800 grados de temperatura. Las dos formaciones geológicas dan un paisaje único.
“Se conjugan características mineralógicas exclusivas, un suelo granítico ligado a minerales propios de la zona, que no se encuentran en otros ambientes, que se combinan armónicamente con las particularidades climáticas y topográficas del entorno óptimas para el crecimiento y desarrollo de la vid -explica-. La cantidad de materia orgánica que tenemos, nuestro suelo tiene fósforo, mucho nitrógeno y componentes que ayudan a la planta a estar saludable”.
Desde Fluorita Córdoba tuvieron la visión de convertir el viñedo en un proyecto autosustentable y siguen trabajando a pulmón para lograrlo, brindando empleo a personas de localidades aledañas y creando un producto que cumple con todas las condiciones, además de remediar las marcas que la actividad minera deja en el entorno natural.
Al tratarse de una bodega inserta en la explotación minera, por una cuestión de seguridad se programa una visita mensual para un grupo de unas 20 personas. María Celeste Martínez, hermana de Gonzalo y responsable del emprendimiento turístico, explica que durante la recorrida se visita todo el lugar, incluido el viñedo y se hace una degustación: “Se hace un almuerzo en el comedor que los mineros usan toda la semana y la propuesta la realiza el mismo cocinero que los atiende a ellos; se usan productos locales, involucramos a toda la comunidad de Río Los Sauces. Tenemos un compromiso de sustentabilidad no solo en lo ambiental, sino también en lo social”.
La bodega funciona en un galpón donde estaban los grupos electrógenos que quedó vacío cuando empezó la generación solar: “El vino es lo más visible pero aprovechamos para contar todo el proceso. La idea es que los visitantes se queden a pasar el día. La recorrida y el almuerzo se extienden hasta las 16, pero después pueden ir al río o hacer caminatas”. En el almuerzo, por ejemplo, la entrada es de empanadas de osobuco al Malbec; cordero de la zona con verduras y peras al Malbec. Por supuesto, la propuesta irá variando.
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