El el día de la Diversidad Cultural nos trae inmediatamente el recuerdo de nuestro viaje a Cartagena que fue el principal puerto y bastión de la colonia española. En cada uno de sus rincones, magníficamente restaurados y conservados late con fuerza eso que llamamos multiculturalismo: la mezcla de lo criollo y lo colonial, la influencia afroamericana e indígena que se hace sentir con orgullo y también la alegría y las tradiciones. Aquí comienza un recorrido por para arañar un poco la superficie de lo que, sin duda alguna, es el realismo mágico.
Hotel Santa Clara
Fundado en 1621, la historia del convento de clausura de las monjas clarisas en Cartagena de Indias incluye ataques de piratas, luchas de poder con la iglesia, gloria y ocaso, pero, sobre todo, magia y misterio. Su restauración en 1995 lo convirtió en el emblemático hotel Santa Clara, y lo volvió a convertir en el centro de la ciudad amurallada.
"El precioso artesonado de maderas nobles, que se repetía en los cielos de todo el convento, había sido construido por un artesano español que le dedicó media vida por el derecho de ser sepultado en una hornacina del altar mayor". Gabriel García Márquez,
En todo el mundo, solo cinco hoteles Sofitel llevan el título de "Legend". Los requisitos para integrar este grupo tan exclusivo son estar emplazados en un edificio antiguo fuertemente vinculado con la historia del lugar, que a su vez mantenga y transmita ese espíritu del pasado. Y acá, las paredes hablan, sin duda ayudadas por una sutil y constante recreación de su mística tan particular, de capas y capas de vivencias absorbidas por la porosa piedra coralina de sus columnas.
El color ladrillo de la fachada y el lobby continúa su influencia intimista en las galerías. El cuadrilátero de pisos de ladrillón y gruesos muros está punteado por la entrada a la iglesia original.
De la vida de las monjas clarisas, que tanta curiosidad despierta, a ciencia cierta se sabe poco. Muchos asociarán el convento con Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez , que sitúa la historia de amor de Sierva María y Cayetano Delaura en estos mismos claustros, inspirado en una crónica que le tocó cubrir en sus primeros años como periodista en Cartagena: la exhumación de las abadesas, entre las que apareció, dice, el cuerpo de una niña con una melena de veintidós metros de largo.
Pronto nos dimos cuenta de que el realismo mágico es muchísimo más que una categoría literaria, es experiencia en la que inexorablemente se sume cualquier visitante a Cartagena.
Por las calles de Cartagena
La restauración de Cartagena comenzó en los 60 con los edificios públicos; en los 70 siguieron las casas particulares que funcionan como vivienda de vacaciones de muchos colombianos del interior y se aceleró a partir del 84, cuando la declaran Patrimonio Universal de la Humanidad.
Color y más color en las fachadas de una ciudad donde la arquitectura envuelve por su cercanía y nos pone frente a sus detalles coloniales más deliciosos sin otro esfuerzo que salir a caminarla lentamente. Las intervenciones se hacen con las técnicas de la época: cal para preparar el mortero y para pintar también, mezclada con polvos minerales. Las obras nuevas se hacen con material nuevo, para no engañar.
Ancha, majestuosa, resistente a los piratas, al clima y al tiempo, la emblemática muralla que envuelve el "corralito de piedra" nos recuerda permanentemente que Cartagena de Indias fue el principal puerto y bastión de la colonia española. Con siglos de una singular historia de perseverancia y lucha, irradia una energía conmovedora. Y más allá, no tan lejos, el empuje de lo nuevo.
Las técnicas antiguas que se transmiten de padres a hijos se mantienen. Por eso, siempre ha habido muy buenos albañiles y carpinteros. Desde hace 20 años hay una escuela de oficios que incorpora los nuevos avances con lo artesanal que es lo que mejor funciona.
Hoy las casas del casco amurallado tienen un valor histórico y simbólico, se consideran obras de arte.
La gracia que tiene Cartagena es la balconada corrida, los portales; las ventanas de panza (sobresalientes), de repisa o de copa, dependiendo de lo que las sostenga, ya que están en las aceras. La evolución es válida, porque ningún lugar se congela en el pasado, pero con respeto.
Los "nuevos" colores, como los violetas o los verdes, están en contra de la norma. Lo que está permitido aquí es la pintura de cal con pigmentos minerales, jamás al aceite.
Usina tropical de diseño
Debajo de la serenidad colonial de Cartagena, bulle un espíritu innovador que busca ofrecer los mejores productos y llevarlos más allá de sus fronteras. Un ejemplo es Loto del Sur, la tienda de fragancias fundada por la colombiana Johana Sanint, arquitecta y bisnieta de su bisabuelo, perfumista de un gran emporio holandés.
Lo que hay que traer de Cartagena
Aquí una lista de productos clave que no hay que olvidar a la hora de traer algo de recuerdo.
- Sombreros Aguadeños (los mal llamados ‘Panamá’) así conocidos porque se hacen en el municipio de Aguadas. Entre más fino y flexible el tejido de palma de iraca, más fino el sombrero. Desde siempre unisex, hacerlos en colores café o azul es lo nuevo.
- Canastos Werregue, antiguamente usados para transportar agua y ahora también disponibles en menor tamaño y distintas tinturas naturales.
- El sombrero tradicional Vueltiaohecho de cañaflecha, un gran favorito para llevar de recuerdo.
- Máscaras del carnaval de Barranquilla, ciudad vecina de Cartagena.
- Canastos, carteras y bolsos de playa de caña de iraca.
- Mochilas Wayúu. Lo que distingue la auténtica de la copia es lo fino del hilo y lo cerrado del tejido; los artesanos de Wayúu demoran una semana en hacer cada una.
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