Ubicado en un idílico destino turístico junto al mar, este refugio de 60m2 tiene muchísimas ideas para llevarse a casa.
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Reorganizar, flexibilizar y aprovechar al máximo los metros fue el encargo que recibió el arquitecto napolitano Giuliano Andrea dell’Uva para reformar este departamento en Capri. Con el fin de preservar su impronta local, unió fuerzas con la arquitecta Marcella Canfora, nacida en la isla y conocedora de los infinitos matices del azul y el blanco. “Queríamos máxima funcionalidad y que todo se viera más grande de lo que es”, resume Dell’Uva.
En el living-comedor se recuperaron las ventanas con arco originales. Geométricas y con marco profundo, el resto de las carpinterías se hacen cargo de su modernidad, como la puerta-ventana hermética y pivotante. Tener la máxima calidad y prestaciones posibles es condición excluyente cuando se reforman espacios reducidos en los que la luz y la ventilación dependen de pocas aberturas.
La vivienda tenía un solo dormitorio y la cocina integrada al living, cuyo sofá se convertía en cama de invitados. El pedido de los dueños fue transformar esa situación en una casa de vacaciones “expansible”.
"Nos gusta trabajar con piedra pintada a la cal porque remite a las construcciones campesinas de la isla. Trabajamos preservando la doble altura y las paredes texturadas, tan típicas."
Arq. Giuliano Andrea dell’Uva, a cargo de la reforma
Verdaderos íconos, las sillas ‘Livia’ son una creación de Giò Ponti, gran impulsor del renacimiento del diseño italiano en la Posguerra. Simples y azules, son el alma de este living.
Terraza en continuado
Como un lujo adicional a la vista, los arquitectos diseñaron una pequeña pileta y la revistieron con la misma resina que cubre los pisos de adentro y de afuera, una síntesis de colores y materiales que ayuda a que todo se vea más amplio y claro.
Cocina des-integrada
Antes libre, en el vano se hizo una columna para dirigir los pasos al dormitorio (a la izquierda) o a la cocina (a la derecha). En realidad, no se tata tanto de dar directivas como de desdibujar la presencia de ambos desde el estar y de ocultar la escalera caracol y el nuevo entrepiso.
Proyectada para esconderse totalmente, la cocina tiene una alzada azul y alacenas modulares que crean una cuadrícula al mejor estilo Mondrian. Entre el cuarto y la cocina ahora hay una escalera de caracol, que pasa casi inadvertida gracias a su ligereza y al acabado -el mismo que los muebles- que la mimetizan con el entorno.
La reforma ganó luz y espacialidad con divisiones traslúcidas, como el muro de cristal que separa de la cocina el dormitorio principal, reubicado.
Arriba está la incorporación más espectacular: el entrepiso vidriado que aloja un vestidor y un baño, lo que preservó tanto paso de la luz como la altura de la planta baja.
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