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El amor por las plantas está en en el ADN de Paquita Romano y, frescas en su memoria, las imágenes de su madre, feliz con las manos en la tierra. “Siento que la jardinería comparte aspectos con la maternidad: aprendés que las cosas no siempre suceden cuando querés, a adaptarte a condiciones que no son ideales, a crear el mejor ambiente para que la vida se desarrolle. Y lo más importante: que si no cuidás con constancia, nada prospera “, cuenta esta mujer, madre de tres varones y artífice de la casa-vivero La Flor Azul.
Su prolífico parque está en sintonía con su hogar: una construcción que había sido la sala de un jardín de infantes, comenzó con un ambiente y se fue expandiendo sin mucha planificación a medida que se agrandaba la familia, con un estilo rústico-industrial de estructuras de demolición, materiales nobles y antigüedades encontradas o compradas en remates.
"Necesito que el lugar en que vivo me defina. A través de mi casa veo quién soy". Y es así, nomás.
Puse la araña con cristales porque contrasta con la rusticidad de la mesa al natural y le da un aire romántico a la galería
A continuación de la galería, la cocina con mesa de patas de hierro y tapa de madera. Las lámparas están hechas con boyas de pesca y las ollas heredadas se colgaron de una zaranda. La ventana se hizo con vidrio repartid es de demolición, como casi todos los elementos de la casa.
En el living, reflector de cine restaurado, puerta de demolición con vidrios de colores y pisos de pino tea recuperada. Mesa baja hecha con una zorra de tren. Lámpara, cueritos, sofá, sillón de hierro y mueble de madera (Die Ecke).
Arriba, a la derecha, banquetas (Die Ecke), lámpara de pie comprada en Uruguay y restaurada, mesa rescatada de un taller abandonado, hormas encontradas en una fábrica de zapatos y cortinas grises de lino (Die Ecke).
"Tenía dos carteles: uno decía ‘herramientas y el otro, ‘máquina’. Como no entraban en ningún lado los desarmé y formé otras dos palabras: ‘Amarte’ y ‘Ríe’".
En el dormitorio principal domina el blanco, pero la ventana pintada de verde y la alfombra fucsia heredada le dan una vibrante nota de color. Cabezal de cama y lámpara colgante (todo de Die Ecke); pie de cama traído de un viaje.
Una de las ventajas de esta casa es que siempre se puede hacer cambios porque no hay una estética definida ni una línea que seguir. Eso sí: como es un poco recargada, si algo entra, otra cosa se va.
La decoración del baño transporta a otras épocas. Las paredes están revestidas en madera de embalaje. Tiene bañera antigua de demolición con cortina vaporosa (Die Ecke) y regadera traída de Holanda.
El jardín es libre, lo dejo avanzar. Ninguna planta tiene un lugar fijo o elegido. Necesito experimentar, saber cómo se desarrollan
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