Diego Jaime, ex jugador de Laferrere, fundó Morfi Burguer en el frente de su casa, en plena pandemia, y a partir de un sistema de franquicias ya abrió cinco locales. “Solo hay que animarse”, dice
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Bien al Oeste de la Capital Federal, donde el conurbano comienza a entremezclarse con los primeros campos, un ex futbolista rompe el mercado de las hamburgueserías. Se trata de Diego Jaime, un trotamundos que jugó a la pelota en distintos clubes del ascenso, emigró joven a Europa y hoy desafía a Mc Donald’s, Burguer King y Mostaza, los grandes de la categoría.
Nació en Laferrere. Cursó primaria y secundaria en el colegio José María Plaza. Se formó como futbolista en las inferiores de Almirante Brown. Tenía 13 años cuando San Lorenzo, uno de los clubes grandes de nuestro país, compró su pase. Lo pagó 20 pelotas. Sin embargo, nunca llegó a jugar en primera división. Debutó en el ascenso, donde hizo gran parte de su carrera, y cumplió el sueño de todo futbolista: “jugar en Europa”. Sin embargo, a Diego Jaime le tocó un destino más exótico que a Lionel Messi ó Paulo Dybala: Bosnia y Herzegovina. Su ficha llegó a valer 600 mil euros, según señala el sitio Transfermarkt.
Pero la pelota “apenas” lo ayudó a asegurar su bienestar financiero. En 2019, a sus 33 años, jaqueado por las lesiones, quedó relegado en la consideración del entrenador de su último club, “El Villero” [por Deportivo Laferrere]. Intentó recuperarse, pero llegó la pandemia y se resignó. Para sostenerse económicamente, abrió un local de hamburguesas en el frente de su casa, en González Catán. Lo bautizó con un nombre fácil de retener, inconfundible: Morfi Burger. El éxito fue inmediato. Rápido de reflejos, sin ningún conocimiento sobre “administración de empresas” ó “economía”, armó un sistema de puntos de venta. Hasta el día de hoy, nunca imaginó que una plancha prestada lo ayudaría a pelear por la clientela de un shopping, mano a mano, con Mostaza y Burger King.
“El furor llegó en pandemia: el celular explotaba de pedidos”
En 2019 tuvo cinco desgarros. Pocos jugadores se sobreponen ante eso. “Había llegado con mucha expectativa. Estaba bien físicamente y había hecho pretemporada. Pero antes de empezar el torneo me desgarré... Después me recuperé y fui al banco. Con el tiempo agarré confianza y empecé a jugar. Llegué a hacer un par de goles en la pretemporada, pero me volvió a afectar una lesión. Estuve mucho tiempo parado, eso me ayudó para que la decisión de retirarme no fuera tan dura”, cuenta Diego.
Finalmente, Deportivo Laferrere no le renovó el contrato.
-¿Fue ahí que comenzaste a buscar alternativas para tu vida “después del fútbol”?
-Sí. En ese momento mi viejo me dio una planchita para hacer hamburguesas. Yo vivía acá, detrás de donde está el primer local. Entonces, en pandemia, recibía pedidos. “Bueno, dale, dame 25 minutos que te lo preparo y te lo llevo”, les decía a los clientes. Todo muy artesanal. Habíamos conseguido una identidad, pero nunca creímos que sería así. Nos fue llevando la gente... El furor llegó en la pandemia, el celular explotaba de pedidos.
La hamburguesería de Diego comenzó en la calle López May, en González Catán, y se expandió con mucha velocidad. Pasaron solo dos años desde su creación, y ya cuenta con cinco locales. Cuatro de ellos están en Dorrego y Laferrere. Y el más reciente, el de Catán Shopping, se inauguró hace quince días. Todos, además de atender al público ahí mismo, hacen delivery.
“El fútbol es el único trabajo en el que no te pagan”
-¿Pudiste asegurar tu futuro jugando al fútbol?
-No. Uno cree que todos los que juegan al fútbol ganan mucha plata, pero no es así. Cuando me fui al exterior pude hacer una diferencia mínima, como para comprarme un auto. Es un trabajo difícil: tanto en Argentina como en el exterior, me tocó jugar en clubes donde no me pagaban. Así es difícil.
-Debe ser uno de los pocos trabajos del mundo en el que se repite esa inconsistencia: que no te paguen a tiempo.
-El fútbol es el único trabajo en el que no te pagan, que te deben. Suponete que jugás en el ascenso, que ganás 60 mil pesos. Tenés que pagar el alquiler, la luz, el gas, el colegio de los chicos, todos los gastos... Si no te pagan un mes, ¿qué haces? ¿Cómo hacés para entrar a la cancha, ir el sábado, rendir, ganar y meter tres goles?
-¿Cuánto gana hoy en día un jugador de Laferrere?
-Si te digo, te miento, pero, cuando yo estaba [en 2019], ganaba 12 mil pesos. Era el sueldo mínimo. Era lo que pagaba Laferrere y todos los clubes. Era el básico que se planteó en el futbol argentino.
Diego Jaime debutó en primera división a los 20 años en Liga de Portoviejo, de Ecuador. Precisamente el 10 de febrero de 2007, contra Sociedad Deportiva Aucas. Ganaron 2 a 0 y fue elegido como figura del partido. No hizo goles, pero sí asistió. “Lastima que estaba solo, no lo podía festejar con nadie”, recuerda. Hoy, con perspectiva, reconoce que esa soledad que transitó en el extranjero le dio las herramientas para resolver con madurez la incertidumbre que le trajo el retiro.
Poner el ojo y arriesgar
A la pregunta de “¿Por qué una hamburguesería?”, Diego Jaime da una respuesta interesante: “Nosotros [él y su esposa] vimos que, en Argentina, la gente no alcanza a ahorrar para grandes proyectos, como una casa, por ejemplo. Y que muchas personas gastan su dinero en ‘el gustito’. Es decir que laburan toda la semana para poder salir a comer una hamburguesa y tomar una cerveza con sus amigos. Entonces apostamos por eso”.
-¿Te considerás una persona con talento para los negocios? ¿Se te dio de manera natural? ¿Hiciste algún curso?
-Sinceramente, no, no hice ningún curso. Siempre me guie mucho por la intuición, y después me fui preparando. Leí libros sobre negocios, sobre finanzas, sobre un montón de cosas que uno necesita. Eso te abre la cabeza. Hace falta estar preparado en caso de que te rodees de gente que sabe más. Hay que estar a la altura.
-¿Morfi Burger está rindiendo económicamente?
-Es muy redituable. Tenemos bastante público, bastantes ventas. La gente nos elige porque es un buen producto, a buen precio. Nosotros usamos lo mejor, servimos un plato abundante.
-¿Contabas con que en el shopping le irían a competir a Burger King y a Mostaza?
-Lo esperaba, porque nosotros en la zona somos conocidos y sabíamos que los clientes nos irían a acompañar.
"Yo hablo con los clientes y les hago preguntas. Creo que es el mejor análisis. Es una manera de saber qué podemos corregir"
“Prefiero ganar menos y que mis empleados estén felices”
Morfi Burger cuenta con 50 empleados. Todos ellos jóvenes estudiantes con un promedio de edad de 22 años. Además de realizar las tareas básicas de atención al cliente y cocina, quienes trabajan para él también participan en la creación de ideas para nuevos menús. “Los escucho siempre”, dice. La mayoría de ellos percibe un sueldo que ronda entre los 60 mil y los 120 mil pesos mensuales.
“Prefiero ganar menos y que la gente labure contenta. Tengo chicos que fueron los que arrancaron conmigo y están bien, contentos, motivados. Mejoraron su calidad de vida. Ahora no tienen que depender de sus padres y madres. La idea es generar que la gente que trabaje con nosotros se sienta valorada. El dinero es importante, pero siento que Dios me está dando tanto que yo necesito dar también. ¿Cómo no voy a ser generoso la gente que trabaja conmigo?”, explica. En González Catán, Jaime es muy querido; incluso por los hinchas de Almirante Brown, el rival de Laferrere.
Ya no extraña la vida de futbolista: “Al fútbol le di todo lo que le pude dar, y el fútbol me entregó todo lo que me podía entregar: cosas lindas, cosas feas, estar solo a los 20 años... Son experiencias que te hacen madurar sí o sí”. De la mano de las lecciones que cosechó en el extranjero (y en el ascenso), supo convertir esa plancha en un negocio redituable que proyecta llevar a otras ciudades e, incluso, al exterior.
Cierra con una reflexión: “Mucha gente no se anima. Mucha gente tiene miedo. Pero quizás invertís y hay alguien que aparece y te tiende una mano. Es eso: animarse y tener mucha perseverancia. Y tomar riesgos”, concluye.
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