"Noche de mujeres. Empanadas, vino y amigas", decía el flyer que tímidamente se había animado a armar y difundir entre sus contactos. Cerró los ojos, apretó el botón de enviar y jamás imaginó la repercusión que su "loca idea" tendría. Esa misma semana, Belén de la Cruz recibió una reserva para tres grupos de diez mujeres cada uno. "¡Definitivamente era algo que iba a funcionar! Pero sentía que no podía aparecer sin algo pensado, tenía que ofrecer una experiencia más allá de una clase, romper el hielo cultural y del idioma". Compró unos delantales divertidos, pitos y matracas y llegó a su primer encuentro con todo el miedo a lo desconocido pero con una certeza sobre sus conocimientos. "Como dice el refrán, en el mundo de los ciegos, el tuerto es rey. ¿Cuán mal me podría ir? De empanadas no podían saber más que yo. Eso era un hecho".
Todo había empezado unos meses atrás. Recién llegada a Atlanta, en los Estados Unidos, y para evitar que sus tres hijos comieran conservantes en exceso, recordó una vieja tradición familiar y empezó a cocinar. Fue entonces cuando una amiga le propuso que le diera unas clases de cocina para aprender recetas saludables, rápidas y fáciles de preparar. "Me parecio una ridiculez pero no tenía nada que perder. Probamos una clase y sentí que lo había hecho toda mi vida. Lo mío no era una gran sofisticación pero sabía mucho mas que muchos de los que me rodeaban. Sobre todo cocina fácil, práctica y rica".
Criada en el barrio de Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires, y más adelante también en San Isidro, en la familia de Belén comer siempre había sido una ceremonia: no solo por la calidad de los alimentos y la variedad que consumían, sino porque su mamá ponía especial reparo en la presentación de la mesa. "Velas , flores, cubiertos de todo tipo. Aunque de chicos odiábamos el despliegue que mi mamá nos ponía en escena, creo que fue un capital que pude aprovechar recién en mis años de adultez".
Diseño de modas fue la primera formación académica que exploró. No conforme, decidió viajar a los Estados Unidos para especializarse en Fashion Merchandising y obtener un certificado de Marketing de Negocios en Santa Bárbara, California. Además, hizo un curso de sous chef en Gato Dumas, varios en el Instituto Argentino de Gastronomía y decoración de tortas con la legendaria Marta Ballina. "Diría que mi mejor universidad fue la calle misma. Trabajé mucho más de lo que estudié y en diferentes lugares del mundo. Desde los 17 años que ando dando vueltas por el mundo, me anoté en cuanto curso existía, algo andaba buscando".
Romper barreras
Quizás fueron todos esos años de explorar diferentes rubros los que le dieron las herramientas para lanzarse a lo desconocido, aunque segura de lo que estaba por ofrecer. Esa primera clase fue un éxito. Los delantales que cuidadosamente había elegido y que tenían figuras graciosas rompieron todas las barreras. "Todos nos reímos de una imagen, sin importar el idioma o cuántos nos conocemos. Todos comemos y, si es rico, mucho mejor y si le agregamos vino lo hacemos más divertido. Me sentía como una argentina atrevida que ofrecía, además de la clase y mis conocimientos, delantales del David, la mujer maravilla voluptuosa o la enfermera pícara a una comunidad que parecía distante pero que me recibió con los brazos abiertos".
Una recomendación dio lugar a otra. Así, Belén comenzó a dar desde clases privadas para parejas o grupos de madres e hijas hasta otros, del mundo del tenis, y de 20 mujeres. Tuvo más de 400 alumnas en menos de dos años. Además, comenzó con un servicio de catering dulce y repostería para eventos. Hasta que una tarde, mientras su hermano se encontraba de visita en Atlanta le dijo que necesitaba hablar con ella.
- Belén, es momento de llevar este negocio a la calle, sentenció con absoluta seguridad. Y le propuso asociarse para abrir un local.
No tuvo que pensarlo demasiado. Alquilaron un local, montaron una cocina comercial y el 8 de febrero del 2020 inauguraron en Johns Creek, una ciudad ubicada en el condado de Fulton en el estado de Georgia, Belén de la Cruz, su tienda de empanadas y repostería. "Esta etapa fue un desafío enorme. Tuve que aprender muchísimo durante la obra, durante la operación y hasta el día de hoy porque seguimos ajustando nuestros procesos constantemente".
Abrir un negocio comercial no es sencillo, menos en Estados Unidos. El primer paso, explica Belén, es saber que hay que respetar cada punto y coma de los protocolos. "Hay que armarse de paciencia, pero el sistema ayuda mucho al emprendedor. Te guían para obtener los permisos, las licencias, solicitar las inspecciones. Y si uno es prolijo, no hay sorpresas ni letra chica. Está todo escrito. Si se respetan los requerimientos, lo podés hacer rápido y sin contratiempos. En nuestro caso, desde que presentamos los planos y construimos de cero una cocina comercial y local, hasta que abrimos pasaron cinco meses. Incluidas dos semanas en Navidad totalmente perdidas porque acá nadie trabaja en esas fechas. ¡Tuve que aprender muchísimo!".
Empanadas y compañía
Cuatro semanas más tarde, las primeras noticias sobre la pandemia conmovían al mundo y, en medio de una revolución personal, Belén tuvo que aprender, también a manejar un negocio mientras lidiaba con la crisis mundial. "Tuvimos días súper duros, como todo el mundo, pero con la gran suerte de tener el apoyo de una comunidad increíble que alentó nuestro pequeño negocio desde el primer día. Definitivamente mis clases, la venta de repostería y el producto estrella, que son las empanadas, estaban dando batalla".
Belén aclara que, más allá de la variedad de empanadas en su local ofrece una experiencia de compra diferente. Con esa idea en mente y durante cuatro meses entrenó a su jefe de cocina en cada paso de cada empanada. Se tomó el tiempo necesario para que entendiera el cómo y el motivo detrás de cada proceso para mantener el sabor en cada empanada, todos los días. Seis variedades de carne, seis opciones de empanadas vegetarianas y y cinco gluten free conforman la propuesta de la casa.
Por otro lado, las tortas típicas argentinas están tomando cada vez más vuelo y ella sigue siendo convocada para clases privadas. "Realmente fue un desafío encontrarle la vuelta para llamar la atención de los lugareños. Atlanta no es turístico y la gran mayoría no conoce las empanadas o el dulce de leche". Sin embargo, Belén y su familia se sintieron como en casa desde el primer momento. "Nos encanta. Es súper verde, un bosque. Nadie es de Atlanta por lo tanto no te sentís extranjero. Nadie es de acá. Es un lugar con poquísimo turismo lo que la hace una ciudad súper tranquila orientada a la familia. Somos el primer lugar argentino en todo Atlanta. No hay nada parecido a excepción de dos lugares uruguayos. Por eso el trabajo es doble. Realmente fue empezar desde cero".
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