La cuarta temporada de la serie protagonizada por Lilly Collins inesperadamente cambia el escenario; París no pierde protagonismo, pero emerge un nuevo destino que pone en jaque el futuro de la protagonista
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Como ya ocurrió con Sex and the City, las producciones de Darren Star invitan a sumar las locaciones a la trama, con tanto protagonismo como los actores mismos. En Emily in Paris, la Ciudad Luz te enamoró como nunca antes. Te anotaste cada calle y reducto con la ilusión de recorrerlos en ese soñado viaje. La nueva temporada no defrauda, de hecho te abre las preguntas de rigor cuando el festejo navideño de la Agence Grateau se produce en una pista artificial de patinaje sobre hielo en un rincón lujoso secreto y exclusivo de toldos rojos. ¿Es que dónde se guarda ese misterio? Nada menos que en el corazón del Hôtel Plaza Athénée en la prestigiosa avenida Montaigne, el bulevar arbolado de la moda francesa, la llamada dirección de la alta costura de la ciudad.
Pero el camino de esta temporada se entreteje también con locaciones fuera de París. Una visita a la casa de Monet y sus estanque de Nenúfares, un paseo en la nieve por Megève, un lujoso pueblo de montaña en Alta Saboya, y la gran sorpresa: Italia, que emerge, sobre todo en la segunda mitad de esta nueva parte de la saga. Roma se luce como nunca en recónditos pasajes donde el hotel The Eden que ofrece una calma de buen vivir en la colina Pincian y entre jardines, es un oasis de lujo resguardado de las calles más ajetreadas de la ciudad, casi rozando el parque Villa Borghese y la vista más hermosa desde lo alto de uno de sus caminos.
Pero si hay algo que deja sin aire al espectador acostumbrado a todo el glamour propio de París, es la sofisticación pueblerina de Solitano, un “piccolo paese”. Una pequeña localidad con todo el encanto de la tierra adentro italiana: la gastronomía gloriosa, la arquitectura antigua conservada como si no importara su presencia, la vida sosegada pero activa, pensada para el disfrute de todos los sentidos.
Allí llega Emily siguiendo los pasos de Marcelo (el personaje a cargo del actor Eugenio Franceschini), quien parece convertirse en una nueva conquista personal y laboral.
¿Por qué no aparece en el mapa?
Cuando explorás con la idea de saber más sobre Solitano, te encontrás con ausencia. Es que la locación real no lleva ese nombre, sino que fue una puesta en escena, cuyas acciones se filmaron Ostia Antica, localizada a 35 kilómetros de Roma, en la desembocadura del río Tíber.
En la época del Imperio Roma reunía más de un millón de habitantes que precisaban desde alimentos hasta animales salvajes para sus eventos en el Coliseo. Para ello la ciudad poseía un puerto en la desembocadura del Tíber, junto a la antigua colonia de Ostia. Primero limitada en su dragado, pero luego con un puerto construido por Trajano, la localidad devino en una urbe bulliciosa, repleta de empleados del puerto, trabajadores de la construcción o comerciantes de los productos que llegaban de ultramar. Su desarrollo para el año 42 de nuestra era fue tan floreciente que llegaron a construirse edificios de hasta cinco pisos de altura (insulae), que permitían alquilar pequeños espacios para vivir. Llegó a tener 50.000 habitantes en el siglo II. Algunos de ellos aún quedan en pie.
Ese es el paisaje que ambienta el capítulo 10 de la cuarta temporada. Cuando Emily ingresa al pequeño pueblo, el arco por el que pasea es una parte icónica de Ostia Antica. En tanto, durante el almuerzo de cumpleaños de la madre de Marcello, dónde éste y Emily se reúnen, se puede ver en el fondo el Castillo de Julio que sirvió originalmente como fortaleza para proteger el muelle del cauce del río Tíber. Todas las escenas fueron tomadas en la zona arqueológica, donde se montaron escenarios ficticios simulando la existencia de un pueblo bucólico, encantador y típicamente italiano.
Accesible con transporte público, el parque arqueológico tiene más de un millón y medio de metros cuadrados. Incluye un cementerio, termas con mosaicos que datan del año 50 d.C. y que fueron parte de los baños más antiguos de la región. Las termas de Neptuno son de los sitios imperdibles, con un mosaico de hipocampos que es la admiración de los especialistas. El teatro, construido por Agripa, el mismo emperador responsable de la construcción del Panteón en Roma, llegó a tener capacidad para 4000 espectadores. Piazzale delle Corporazioni (la plaza de los gremios) reservaba un espacio para el encuentro de cada grupo de trabajadores.
Finalmente Termopolio della Via Diana era un local de comida rápida. Ubicado en pleno centro de la ciudad, ofrecía platos calientes y bebida al mostrador. Para sus clientes tenía una zona de terraza y un patio. En sus paredes aún pueden verse frescos con representaciones de los productos que se consumían en el lugar.
La zona a recorrer es gigantesca, por lo cual es recomendable preparar un itinerario previo. El parque arqueológico abre a diario a las 8.30, pero el horario de cierre varía de acuerdo a la temporada. El primer domingo de cada mes el ingreso es libre y gratuito.
Las antiguas ruinas de Ostia Antica, combinadas con el diseño montaje, crean la ilusión de un pequeño pueblo italiano que se ha quedado en el tiempo. Los elementos históricos reales se entretejen a la perfección para dar vida a la ficticia Solitano.
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