Irse de Argentina era tan solo un sueño, hasta que una mañana decidió actualizar su CV y tener una conversación crucial con el padre de sus hijos…
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A simple vista, la historia de Verónica Rodríguez es como la de tantos otros. Cierta mañana, ella despertó con la certeza de que era tiempo de concretar aquella idea de irse a vivir a otras tierras para tener un verdadero volver a empezar en la vida.
Sin embargo, esto apenas sería quedarnos en la superficie de un testimonio que alberga una serie de conflictos no siempre fáciles de superar y donde, para Verónica, una problemática se antepuso ante cualquier otra : ¿Es posible emigrar separada, sola, y con dos hijos adolescentes?
Un sueño lejano y un suceso que lo cambió todo: “Mi hijo de 15 años casi no salía solo, mi hija de 12, nunca”
En otros tiempos, la idea de irse era tan solo eso, una idea, casi una fantasía. Para Verónica, su casa, familia, amigos y vida en general conformaban una burbuja agradable de la que no deseaba escapar. Cruzar fronteras y aventurarse a un cambio era algo que surgía cada tanto en su mente y en ciertas conversaciones, pero pronto la idea se desvanecía para dar paso a la cotidianidad, junto a sus avatares y alegrías.
A pesar de sentir que aquello de irse jamás sucedería, años atrás, Verónica había tramitado la ciudadanía española para ella y sus hijos. Emigrar era un sueño lejano, pero aquel gesto lo transformó en un sueño lejano posible: “Aunque, en serio, nunca pensé que tendría que usar la ciudadanía”, asegura hoy, al rememorar su historia.
La vida transcurrió con las fantasías y los pensamientos allí, estables, hasta que un suceso mundial vino a sacudir la aparente calma de Verónica y del mundo entero. La pandemia arribó casi sin previo aviso, el aislamiento se instaló con sabor a eterno y el corazón de la mujer comenzó a apagarse lentamente: “Empecé a tener la sensación de ver todo gris”, confiesa. “Empecé a sentir como nunca antes que el país se venía abajo”.
¿Por qué irse a esta altura de la vida? ¿Cómo lo tomarían los chicos? ¿Cómo lo tomaría su padre? Estas y otras preguntas acosaban a Verónica, quien contaba con un buen trabajo, un digno pasar económico, tenía casa propia, pagaba un colegio privado para sus hijos y estaba rodeada de familia y buenos amigos.
“Pero lo que veía no me gustaba, mucho menos pensando a futuro. Mi hijo de 15 años casi no salía solo, mi hija de 12, nunca”, cuenta. “Vivíamos en Almagro, plena capital y muy céntrico. Pero también inseguro”.
Gestos cruciales, constancia y paciencia para lograr el objetivo: “Sin el ok de mi expareja no hubiera podido”
“La suerte es amiga de la acción”, rezan Los Cafres y aquella fue la actitud que tomó Verónica a través de gestos significativos. La ciudadanía ya la tenía, ahora era tiempo de actualizar el CV en LinkedIn. Pero antes de iniciar este camino, abordó una conversación crucial: anunciarle al padre de sus hijos la intención de emigrar. Necesitaba su consentimiento, de lo contrario, cruzar las fronteras no sería posible, ella lo sabía.
La conversación llegó y fluyó. Él estuvo de acuerdo y, con aquel visto bueno, Verónica comenzó su campaña laboral sin imaginar el desenlace. Corría octubre de 2020, cuando empezó a buscar ofertas de trabajo en España, con constancia y paciencia. Noviembre llegó, las fiestas extrañas pandémicas pasaron, un año nuevo comenzó, el verano finalizó y el otoño siguió su paso hasta ese día, en julio de 2021, que recibió un llamado telefónico para anunciarle que había sido seleccionada para el puesto y que “empiezas el 2 de agosto”.
“Se me vino el mundo encima, ¡era ya!”, revela Verónica, quien había comentado la idea en su entorno, sin imaginar realmente en toda su dimensión que podría volverse realidad: “Mis amigos se sorprendieron bastante, pero todos me super apoyaron y entendían el porqué de esta decisión. Mi familia lo tomó bien, con tristeza, pero entendimiento. Y, por supuesto, sin el ok de mi expareja no hubiera podido”.
Ante la repentina novedad, Verónica decidió en un principio emigrar sola. No quería provocar un cambio tan abrupto en la vida de sus hijos, ellos viajaría a fin de ese año para poder culminar sus respectivos ciclos lectivos con sus amigos, y despedirse del entorno que los había visto crecer.
Así fue que el 24 de julio de 2021, la mujer argentina de 47 años abordó un avión rumbo a España, con destino final en Valladolid, una ciudad donde tenía familia y que eligió finalmente para vivir por su tranquilidad. Los primeros días, caracterizados por una soledad inédita, fueron duros, pero, a medida que el tiempo pasaba y se acercaba la fecha de llegada de sus hijos (12 y 15 años) y su madre, la nueva vida resultó más fácil de sobrellevar.
Nueva vida, nuevos hábitos en Valladolid: “La gente descansa, no entiende no tener días para descansar”
En aquellos primeros días, Valladolid amaneció tranquila y prolija ante los ojos de Verónica, que traía consigo los aromas y los sonidos de las calles de Almagro. Al recorrer la ciudad, quedó asombrada por las construcciones medievales, la Plaza Plaza Mayor, la Catedral de Valladolid y la Iglesia de San Pablo, pero más aún se sorprendió al ver a los transeúntes tan bien ataviados, sin importar la ocasión o el día de la semana.
“Aún hoy me sorprende cómo se arregla la gente, ya sea para ir a comprar el pan, o salir a caminar por Paseo Zorrilla, que es la avenida más céntrica; me recuerda cuando yo era chica y las personas se arreglaban para salir a pasear en Buenos Aires”, dice.
“Otra costumbre que tienen es el vermut de los domingos. Los bares se llenan de gente, familias, que pasan horas con el vermut antes del almuerzo (acá almuerzan después de las 15). Otra cosa que me cuesta aún es que los sábados a la tarde cierra casi todo menos los bares, restaurantes y locales de ocio. Las peluquerías a las 14 cierran. Los domingos está todo cerrado (menos los bares). La gente descansa, no entiende no tener días para descansar. Se vive a otro ritmo”.
La adaptación de los hijos adolescentes: “Costó mucho al principio”
Las semanas pasaron y por fin los hijos llegaron, acompañados por la abuela. Con el tiempo, Verónica pudo cambiar de trabajo dentro de su rubro (hoy es Senior Project Specialist para Pharm-Olam International) y, en el camino, mudarse a un nuevo departamento, a fin de alejarse del frío persistente en su residencia anterior.
Fue así que, en días que recuerdan intensos, se trasladaron a un barrio erigido sobre una loma, rodeado de parques que, para su sorpresa, Verónica descubrió que podían atravesar por las noches sin miedos.
En un comienzo, la adaptación de los adolescentes fue muy compleja. Lejos de sus amigos, de sus hábitos conocidos, sus calles argentinas y el resto de su familia, la clave para sobrellevar aquellos tiempos tormentosos fue observar con atención el día a día y hacerse cargo de las emociones que a cada uno de ellos les tocaba atravesar.
“A mi hija le costó mucho al principio”, asegura Verónica. “Cuando empezó el colegio era la nueva, la argentina, y se le vino todo encima de golpe. Extrañaba su vida en Buenos Aires, sus amigas del cole, fue mucho trabajo de sostenerla y hablarle, estar, hacerle ver que con el tiempo todo eso iba a pasar. Hoy está super adaptada, con su grupo de amigos y amigas y no se imagina viviendo en otro lugar”.
“Mi hijo no demuestra mucho, por lo que ahí fue más difícil porque siempre todo `está bien´, un poco por cómo es y otro poco para no preocuparme. Acá el nivel del colegio público al que van es más alto que el privado al que asistían, él en matemáticas está con un profesor de apoyo y este año se enganchó con un grupo de amigos. Hoy, puedo decir que estoy más tranquila porque los veo bien”.
“Valladolid es una ciudad hermosa, bastante fría pero linda, limpia y segura. Los colegios a los que van mis hijos cuentan con dos idiomas extranjeros y una propuesta educativa muy interesante. La salud pública es buena, lo único es que para ver especialistas hay muchísima demora, por eso en España hay tantos seguros de salud, lo cierto es que hay seguros para todo acá”, sonríe.
Aprendizajes y consejos, dos años después: “No conocemos nuestra fuerza interior hasta que no nos ponemos a prueba”
Verónica jamás olvidará aquel día de julio, casi dos años atrás, cuando le anunciaron que había sido aceptada en un empleo al otro lado del océano. Aquella idea fantasiosa de irse de Argentina, de pronto, se había transformado en una realidad que sacudió su mundo de maneras impensadas. Pero, a pesar de los miedos, la mujer decidió armarse de coraje y emprender, con sus 47, separada, y con dos hijos adolescentes, un nuevo camino.
El cambio fue sorpresivo, casi abrupto, sin embargo, hoy Verónica entiende que detrás de aquel suceso hubo intención, acción y dedicación, así como cuidado: cuidado en abordar el nuevo rumbo con la aprobación plena de la expareja, y cuidado en relación a sus hijos, donde procuró generar una transición lo menos impactante posible.
“Hoy estamos los cuatro (mis hijos, mi mamá y yo) bastante adaptados. A los que están pensando en emigrar les aconsejaría que traten de tener papeles para poder estar y trabajar, y que vengan con algo ya pensado. No abunda el trabajo y en Europa no nos están esperando con los brazos abiertos. Hay que hacerse camino y aceptar las nuevas costumbres, somos nosotros los que nos tenemos que adaptar”.
“La calidad de vida que tenemos es buena, claro que se extraña mucho, tenerlo todo acá sería ideal, pero esta decisión conlleva eso, dejar a los afectos. Uno se acostumbra, hay días mejores y otros no tanto, pero estar tranquila cuando mis hijos andan solos por la calle, poder planificar un viaje (aunque sea corto), no sentir que las cosas son inalcanzables, vale la pena”, continúa.
“Con mi experiencia aprendí que nada es seguro, pero que todo se puede y con esfuerzo se logra. Que para conseguirlo hay que trabajarlo. Entendí que no conocemos nuestra fuerza interior hasta que no nos ponemos a prueba”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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