Una de las definiciones de la palabra leyenda es que se trata de una narración de sucesos fantásticos que se transmite por tradición. Por otro lado, se puede tratar del relato sobre hechos sobrenaturales, naturales o una mezcla de ambos que se transmite de generación en generación de forma oral o escrita. Generalmente, este tipo de relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico, lo que le confiere cierta singularidad.
La leyenda, en este caso, cuenta que muchas personas eligieron el acantilado del Hotel del Salto, ubicado a aproximadamente una hora de Bogotá (Colombia), para terminar con sus vidas, obviamente saltando al vacío. Además, existen historias de turistas que dan cuenta que observaron fantasmas. Pero, ¿Esos acontecimientos, o alguno de ellos, realmente ocurrieron o se tratan simplemente de un mito?
Más allá de la leyenda y de los rumores, los orígenes de esta construcción, edificada justo sobre un precipicio al borde de la cascada de Tequendama, un salto de más de 180 metros de altura en medio de la sabana de Bogotá, se remontan a los últimos años del siglo XIX.
Un emprendimiento estatal
En un primer momento no se trató de un hotel, sino que el Estado colombiano se concentró en la instalación de vías férreas que comunicaran todas las regiones y resaltaran el turismo nacional. Debido a la gran cantidad de turistas que frecuentaban el Salto de Tequendama, el presidente de ese entonces, General Pedro Nel Ospina, ordenó la construcción de la línea sur del ferrocarril hasta el Salto. La construcción fue concebida originalmente para servir como estación de tren con servicio de hotel y vista sobre la catarata.
En 1912 se conoció el primer borrador de lo que sería la Terminal del Sur que se construyó entre los años 1923 y 1927. La estación de trenes permaneció hasta mediados del siglo XX. Al poco tiempo, la casa fue utilizada como un hotel y restaurante, que con el tiempo sería reconocido por su elegancia y exclusividad, convirtiéndose en un lugar frecuentado por la alta sociedad bogotana.
Consecuencias del abandono
La imponente construcción, con alrededor de 1.470 metros cuadrados distribuidos en cinco niveles, cerró definitivamente las puertas al público hacia 1980 debido a la alta contaminación del río Bogotá.
El hecho de la contaminación del río influyó notablemente en su abandono. Su último propietario salió del país por temas personales y decidió cerrarlo. En tanto tiempo el efecto fue devastador: los techos colapsaron y no había pisos.
¿Por qué existe la leyenda de que en el Hotel del Salto hubo suicidios, que muchos turistas vieron fantasmas y que estaría embrujado? ¿Cuánto de cierto hay en esto? "Son solo leyendas asociadas al abandono de más de 30 años. No hubo suicidios desde allí pues físicamente desde la casa no se accede directamente al abismo. Las historias de muertes son desde la catarata y corresponden especialmente al siglo XIX. Se atribuyen a que no había edificios altos para hacer efectivo el propósito suicida. Y sobre lo que vean los turistas, pues cada quien inventa lo que quiera, pero en más de 20 años de estar allí nunca hemos visto nada", responde a LA NACIÓN María Victoria Blanco Castañeda, directora de la Fundación GEP, propietaria de la Casa Museo Tequendama donde funcionaba el hotel.
Una fundación al rescate del hotel
La Fundación Granja Ecológica el Porvenir (GEP), que durante los últimos 25 años viene utilizando la educación como una estrategia para recuperar la historia, cultura y biodiversidad de Colombia, viene desarrollando en la histórica casona aledaña al Salto de Tequendama una plataforma pedagógica, donde combinan la riqueza arquitectónica de la casa restaurada con información ambiental y de biodiversidad de la zona.
"Desde 1994 llevábamos en la montaña anexa trabajando en un proyecto agropecuario sostenible y de recuperación del bosque de niebla. El lugar es hermosísimo. A su alrededor aún tenemos una gran cantidad de fauna silvestre ya inventariada por el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional", dice Blanco Castañeda.
En 2009, la Fundación GEP se contactó con los propietarios del antiguo Hotel del Salto a quienes les propuso la iniciativa de restaurar el inmueble como Casa Museo Tequendama - Biodiversidad y Cultura. Luego de varios meses, se concretó la negociación.
En el año 2011, la arquitecta restauradora Claudia Hernández y su equipo de trabajo, donaron su conocimiento y su tiempo para realizar el levantamiento arquitectónico de la casa y la propuesta del proyecto de museo. Al trabajo de la arquitecta Hernández se sumó el del Ingeniero Luis Guillermo Aycardi, quien desde su gran experiencia en el tema estructural, realizó los estudios necesarios para desarrollar el reforzamiento estructural del inmueble. Simultáneamente, se realizó la investigación relacionada con la historia y trayectoria del lugar, lo que permitió encontrar datos claves para determinar la clase de materiales y de elementos que hicieron parte de la construcción original del antiguo hotel.
Visitas guiadas por lugareños
A partir de la restauración el sitio pasó a denominarse Casa Museo y fue declarado bien de interés cultural de la Nación (patrimonio colombiano).
Una vez que fue restaurada, Casa Museo Tequendama comenzó a ser es visitada por turistas de todas las regiones de Colombia, curiosos por conocer sobre la historia del lugar y su recuperación.
Los recorridos son dirigidos por habitantes de la región, que hasta hace unos años no sabían el valor histórico, ambiental y cultural de la zona. Estos incipientes guías explican la historia del Salto de Tequendama y las exposiciones temporales al interior de la emblemática casona.
"Es muy importante como colombianos rescatar nuestra identidad. El Salto de Tequendama y su casona son parte fundamental de nuestra historia. Hemos recibido más de 100.000 visitantes y la gente valora muchísimo nuestro trabajo. Hoy estamos nominados en un concurso (del canal Caracol Televisión) que resalta este tipo de labor. Creo que eso dice mucho de lo que la sociedad ha valorado nuestro trabajo", concluye Blanco Castañeda.
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