Embarazo y radiación ultravioleta (UV): cómo protegerse del sol durante el verano
Cuidarse de los rayos solares es fundamental, aún más durante el embarazo
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El sol es fundamental para nuestras vidas. Hace posible que sinteticemos la vitamina D, que debe alcanzar unos niveles adecuados. Además, la exposición a la luz natural regula nuestro ritmo circadiano y nuestro descanso, produciendo las cantidades necesarias de melatonina, la hormona del sueño.
No obstante, esto no disuade de la idea de protegernos de la radiación solar para evitar los efectos nocivos que puede tener en nuestro organismo. Entre ellos destacamos las quemaduras solares, el fotoenvejecimiento y las hiperpigmentaciones cutáneas, la depresión de nuestro sistema inmune cutáneo y las alteraciones en nuestro material genético. Todo ello podría derivar en diversos tipos de cáncer de piel.
Cambios en la piel durante el embarazo
En el embarazo la piel experimenta cambios debido a causas hormonales, inmunológicas y anatómicas. Se vuelve más sensible y se pueden desencadenar una serie de alteraciones como la dermatosis o hiperpigmentaciones típicas conocidas como melasma. Esta hiperpigmentación se ve agravada por la radiación solar. Por eso es fundamental seguir adecuadamente unas medidas de protección frente a la exposición solar.
Además, determinadas zonas del cuerpo, como la barriga o el pecho, aumentan considerablemente de tamaño. La piel en estas zonas está sometida a una gran tensión. El sol puede provocar el resecamiento de la piel y la pérdida de elasticidad, facilitando la aparición de estrías. Mantener la piel hidratada y nutrida reduce el riesgo de sufrir estas lesiones.
Cómo protegerse frente al sol
La mejor forma de protegerse de la radiación es evitar la exposición directa al sol, sobre todo durante las horas centrales del día. Para ello las barreras físicas son prioritarias. Es el momento de lucir un sombrero de ala ancha, además de unas gafas de sol homologadas por la Unión Europea y con una absorción elevada de radiación ultravioleta (UV). Pero sobre todo, conviene mantenerse a la sombra.
También debemos atender a la nutrición: tomar frutas y verduras frescas ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes. Asimismo, es importante tomar líquidos para que la piel esté bien hidratada. Y por supuesto, debemos utilizar una crema protectora solar de amplio espectro, que cubra ultravioleta B (UVB), ultravioleta A (UVA), infrarrojo (IR) y visible.
En verano, el factor de protección solar debe ser elevado (SPF 50+). Además, es conveniente que sea resistente al agua y al sudor y hemos de renovarlos cada año. Lo aplicaremos en gran cantidad, 2 mg/cm², y se recomienda repetir la aplicación cada dos horas mínimo. Con la fotoprotección hemos de ir más allá y protegernos no solo en ambientes exteriores sino también en interiores, ya que los rayos UVA y los IR atraviesan los cristales.
No todas las cremas son aptas para embarazadas
Los protectores solares contienen filtros solares que hacen de pantalla frente al sol. Los hay físicos, también llamados minerales o inorgánicos, y químicos u orgánicos. Los filtros solares físicos integran minerales que forman una pantalla sobre la piel y reflejan la luz solar. Son el óxido de zinc y el dióxido de titanio. Ambos compuestos tienen una larga trayectoria en cosmética y se consideran seguros.
Además, protegen frente a UVB y UVA y son eficaces desde el primer momento. Sin embargo, son sustancias complicadas de extender y dejan una capa blanquecina en la piel. Otro punto importante es que, según los estudios realizados, no penetran en la piel, lo que evita que produzcan alergias. Actualmente, con el fin de mejorar su cosmeticidad, se están incorporando como nanopartículas.
Los filtros solares químicos actúan absorbiendo la luz solar y modificándola para que no perjudique la piel. Algunos protegen sólo para el UVB, otros para el UVA y otros para ambos. Necesitan entre 20 y 30 minutos para actuar y tienen una mejor cosmeticidad y sensorialidad en la piel. Entre estos filtros químicos encontramos el octocrileno, la benzofenona, los cinamatos y los salicilatos.
En contrapartida, estas sustancias son absorbidas por la piel, con riesgo de producir alergias y sensibilizarla. En esta línea, algunos estudios realizados indican que esta absorción es mayor que la de las cremas físicas, por lo que no conviene abusar de su uso durante el embarazo.
¿Deben alertarnos los filtros químicos?
Existe una alarma generalizada sobre la posible actividad como disruptores endocrinos de los filtros químicos. Efectivamente, hay una serie de moléculas que están siendo objeto de estudio por la Comisión Europea. Entre el 2020 y el 2022 el Comité Científico de Seguridad del Consumidor emitió los informes de seguridad para algunos de ellos: la oxibenzona, el homosalato, el enzacameno y el octocrileno.
En términos generales se concluye que no son seguros a las concentraciones estipuladas, excepto para el octocrileno. Además, el enzacameno o 4-methilbenzylidene camphor se introdujo dentro de la lista de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas de sustancias candidatas extremadamente preocupantes en proceso de autorización.
Siguiendo con la cautela, en abril de este año la Comisión Europea aprobó una hoja de ruta para poner restricciones en el uso de ciertas sustancias. Dentro de la lista se encuentran los filtros solares benzotriazoles, por su posible efecto bioacumulativo y tóxico. Por todo ello, en un momento tan delicado como es el embarazo, es preciso ser cautas en su uso.
Otra consideración a tener en cuenta a la hora de comprar estos productos es su formato: las evaluaciones de las moléculas no estudian sus efectos por inhalación en el caso de los productos en espray, por lo que debemos evitar siempre la aplicación con aerosol.
Otros ingredientes a valorar en las cremas solares
Además de los filtros solares, en los fotoprotectores también encontramos moléculas muy interesantes e innovadoras con diferentes propiedades. La exposición al sol provoca la formación de radicales libres, que dañan a las células y al ADN, algo conocido como estrés oxidativo.
Consecuentemente, en la actualidad los fotoprotectores contienen sustancias antioxidantes como las vitaminas E y C que, unidas en un fotoprotector, tienen mayor acción. Otros ingredientes novedosos son las enzimas que reparan el ADN dañado, como la fotoliasa o la T4 endonucleasa V. También revolucionario es el extracto de la planta Polypodium leucotomos, que destaca por su acción antioxidante, antiinflamatoria y preservadora de la función inmune en nuestra piel.
La protección es lo más importante a la hora de exponerse al sol. Pero también hemos de dar cabida al cuidado posterior, especialmente en el embarazo. Para ello, las llamadas cremas after sun poseen activos hidratantes, ingredientes calmantes, reparadores, antiinflamatorios y que confieren a la piel una sensación de frescor para recuperarla de esa posible rojez, tirantez y calor.
*Por Estefania Hurtado Gómez, Blanca Llácer, Isabel Gonzalez-Alvarez, Maria del Val Bermejo Sanz y Marta González Álvarez.*
Este texto se reproduce de The Conversation bajo licencia Creative Commons.
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