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Puede alternar el primer o segundo lugar entre las personas más ricas del mundo, de acuerdo a cuánto sea la cotización del Bitcoin. Al cierre de esta edición, Forbes estimaba su fortuna en 166,6 mil millones de dólares. Sin embargo, Elon Musk utiliza el dinero como un medio y no como un objetivo. Es un hombre apasionado por lo que hace, un buscador incansable de soluciones y un sujeto que no duda en tomar riesgos, aún cuando ellos puedan hacerle perder toda su fortuna. Es, ante todo, un obsesivo. Pero, ¿de dónde salieron sus obsesiones?
Musk, que acaba de cumplir 50 años el 28 de junio, pasó buena parte de su infancia leyendo cómics. Tenía un papá y una mamá, pero los veía muy poco: Maye era modelo y nutricionista, Errol era ingeniero; ella era canadiense, él era sudafricano. Y en su casa de Pretoria no había una niñera que lo acompañara, ni a él ni a sus hermanos. “Fui educado por los libros. Libros, y después mis padres”, le dijo a la revista Rolling Stone. A los 9 años ya había leído la Enciclopedia Británica completa y todas las novelas de ciencia ficción que se le cruzaban. Dos de sus libros de cabecera son uno llamado “Estructuras. O porqué las cosas no se caen”, de J.E. Gordon; y una biografía de Benjamin Franklin, uno de sus héroes.
Ideas que cotizan en dólares
Aquella infancia en solitario pero con libros tuvo dos hechos determinantes: el primero, el divorcio de sus padres, cuando Elon tenía 10 años; y el segundo, su primera creación, un videojuego llamado Blastar, que programó cuando tenía 12 años. El objetivo: destruir un carguero extraterrestre que lleva bombas mortales de hidrógeno. El niño Elon vendió el juego por 500 dólares, y quizás ahí descubrió que sus ideas podían tener valor.
El divorcio de sus padres expuso los maltratos de Errol hacia Maye, pero aún así, Elon eligió vivir con su papá en Johannesburgo. De él heredó su pasión por la ingeniería y su facilidad para entender cómo funcionan las cosas. “Lo que para muchos es difícil, para mí es simple. Pasé mucho tiempo pensando que algunas cosas -cómo armar un circuito eléctrico, cómo construir explosivos con combustible y oxidantes- eran cosas obvias para todos”.
Pero su padre tenía otro costado que también influyó para que Elon sea el tipo de persona que es. “Era una persona terrible. No tienen idea de lo terrible que era”, dijo en la misma entrevista a Rolling Stone. No ejercía violencia física hacia Elon, pero sí psicológica. “Casi cualquier cosa mala que puedan imaginar, él la hizo”, dijo, sin dar más detalles. La cara del Musk que todos conocen no está acostumbrada a mostrar demasiadas emociones, porque es la cara de una persona que necesitó esconder la dura infancia que vivió.
Ya de adulto y con varios millones en el banco, Elon quiso ser optimista. Trasladó a su padre y a su actual familia hacia California, les compró una casa, autos y hasta un bote. Pero Errol no cambió. “No hay nada que hacer”, dijo después. “Intenté todo: trucos, recompensas, argumentos emocionales… Pero nada cambió, incluso él empeoró”.
Blanco del bullying hasta los 15 años
Si las cosas habían ido mal en casa, en la escuela no estaban mejor. Un chico solitario, que ocupaba su tiempo en leer y que no tenía muchos amigos era blanco fácil para divinos y populares. Elon fue víctima del bullying hasta los 15 años. “Era el más chico de la clase, y las pandillas de mi escuela me perseguían, literalmente”. Dejó los libros por un tiempo y empezó a practicar karate y judo. Creció hasta el metro ochenta a los 16 años, y se defendió. “Repartí duro, igual que como hacían ellos conmigo”. Después del día que noqueó al matón más grande de su escuela, no volvieron a molestarlo.
Cuando terminó la secundaria, él y sus hermanos se mudaron a Canadá, con su madre. “Mi papá dijo que era un idiota, que iba a volver en tres meses y que no iba a poder hacer nada por mi cuenta”, contó. Una vez que Elon se graduó en la universidad -economía y física, en simultáneo- y fundó Zip2, su primera startup junto a su hermano, Errol dijo que lo habían podido hacer gracias a la ayuda financiera de él. “Simplemente no es cierto”, dijo Elon. “No contribuyó con nada, y si fuimos a la universidad fue gracias a las becas que obtuvimos y a lo que trabajamos para cubrir nuestros gastos, no por él”.
Emprendimientos y obsesiones
Cada uno de los emprendimientos de Musk es un reflejo de sus obsesiones: economía, internet, medioambiente, espacio. Siempre intentó hacer cosas útiles, que tengan un valor para la sociedad. Elon piensa en el futuro y en hacerlo mejor. Y para ello piensa en grande. Lo hizo cuando fundó PayPal e inauguró una forma de hacer pagos y transacciones que hoy es cotidiana. Y cuando la vendió a eBay, Musk invirtió sus ganancias en tres proyectos: SpaceX, Tesla y Solar City. Otra vez los viajes espaciales y colonizar Marte, los autos eléctricos, la sostenibilidad y las energías renovables. Otra vez el dinero como un medio y no como un fin.
Dos matrimonios, dos parejas, 6 hijos y la fama
A esta altura puede creerse que Musk hizo todo solo, pero no. Aunque haya declarado que por momentos trabajó 120 horas semanales (17 horas por día, incluidos sábados y domingos), todavía se permite impulsar nuevos proyectos y tener algo parecido a una vida familiar. Trabaja en el Hyperloop (un sistema de transporte hiperveloz y no contaminante que levita en un túnel de vacío), en Neuralink (una empresa que desarrolla interfaces implantables cerebro-computadora), en OpenAI (una organización sin fines de lucro que busca desarrollar inteligencia artificial que beneficie a la humanidad en su conjunto).
Fuera de la oficina Elon parece un hombre más “normal”, con muchas comillas: un primer matrimonio con la escritora Justine Wilson (y una familia con cinco hijos), un segundo matrimonio con la actriz Talulah Riley (de quien se divorció a los dos años, se volvió a casar y luego se volvió a divorciar), una relación con la actriz Amber Heard y una pareja (la actual) con la cantante Grimes, con quien tuvo a su último hijo, a quien bautizó con el nombre más original del planeta: X Æ A-12 (se trata de una secuencia muy difícil de pronunciar que comienza con la variable matemática que expresa incógnita, continúa con una conjunción de letras “élficas”, incluye una A de “Arcángel”, la canción preferida de Grimes, y termina con el código de identificación de su avión favorito).
La aparente debilidad de Musk por las celebridades se refleja también en las incursiones y cameos en cine y en música, tanto de él como de sus productos. Apareció en Iron Man 2 (también un Tesla, conducido por Tony Stark), en South Park, en Los Simpson y en The Big Bang Theory, entre otras; incursionó en la grabación de algunas canciones y minó de easter eggs (mensajes ocultos) con referencias a la cultura pop varios de sus productos: el volumen del sonido de los Tesla X y S llega hasta 11, en referencia a la película This is Spinal Tap; un modo de conducción de llama Mad Max; y bautizó Starman al astronauta que orbita el sol a bordo del Tesla Roadster (e hizo sonar Space Oddity, de David Bowie, durante su puesta en órbita).
Cada vez que Musk es noticia -porque confiesa tener Asperger, o porque sigue lanzando cohetes al espacio, o porque vende sus propiedades para financiar sus sueños marcianos- vuelve otra vez ese nene criado por libros de ciencia ficción, que parecen haber alimentado sus proyectos actuales. Seguramente en su biblioteca tuvo algún manual que llevaba otro título y que también le sirvió como mantra: hágalo usted mismo.
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